16/01/2017, 13:15
Eri no era conocida por su paciencia, y bien sabía que como siguiese así por un periodo de tiempo más acabaría tirándose de los pelos con las partes del cuerpo que aún pudiese mover, o las que recuperase, daba prácticamente igual.
Voy a comenzar, por favor no me interrumpan.
«Venga, va, ayúdame.»
La joven miraba de hito a hito los movimientos del de la Lluvia, y sinceramente le daba igual si necesitaba coger algo de su portaobjetos o del otro bolso que llevaba con él, o si tenía que coger sangre de animales inexistentes, ella quería moverse y lo quería ya. Cuando vio que tomaba un pequeño frasco con líquido en él sostuvo que lo más racional era que le diese una especie de antídoto, ¿no? Como en los libros de medicina -escasos- que había leído.
Pero Riko tuvo que intervenir, y la de cabellos púrpura solo alcanzó a fulminarle con la mirada.
— Riko... — Murmuró, impaciente.
Voy a comenzar, por favor no me interrumpan.
«Venga, va, ayúdame.»
La joven miraba de hito a hito los movimientos del de la Lluvia, y sinceramente le daba igual si necesitaba coger algo de su portaobjetos o del otro bolso que llevaba con él, o si tenía que coger sangre de animales inexistentes, ella quería moverse y lo quería ya. Cuando vio que tomaba un pequeño frasco con líquido en él sostuvo que lo más racional era que le diese una especie de antídoto, ¿no? Como en los libros de medicina -escasos- que había leído.
Pero Riko tuvo que intervenir, y la de cabellos púrpura solo alcanzó a fulminarle con la mirada.
— Riko... — Murmuró, impaciente.