29/01/2017, 23:36
Akame no pudo evitar ensanchar la sonrisa que le adornaba el rostro cuando divisó, a lo lejos, a un díscolo muchachillo que se abría paso entre las gentes de Uzu a empujón limpio. Era Haskoz, claro, su carismático compañero de Aldea y pariente lejano. Akame no le conocía tanto como para poder adivinar el motivo de su enfado, aunque bien podía imaginárselo. Ellos eran Uchihas, por sus venas corría la sangre del propio Rikudo Sennin, que enseñó el Ninshuu a los hombres. Eran guerreros natos bendecidos con habilidades que harían sonrojar a los mismos dioses. Y, sin embargo, allí estaban; preparados para pasarse el día repartiendo invitaciones para la fiesta de un noble ricachón.
—Buenos días, Haskoz-kun —saludó, amable, el de Tanzaku.
El aludido ni siquiera respondió, sino que le entregó un pergamino y empezó a mascullar, contrariado. Al abrirlo, Akame no pudo contener una carcajada. Aunque el documento tenía el sello oficial de la Uzukage, estaba claro que era falso. Un simple vistazo con su Sharingan bastó para revelar que aquel pergamino había sido transformado mediante chakra. «Parece un Henge no Jutsu... Pero aplicado a un objeto. Esto es realmente interesante, ¿lo habrá hecho Haskoz-kun?». Todavía fascinado, Akame devolvió el pergamino a su dueño.
—No deberías hacer estas cosas, Haskoz-kun. Si te pillan, te podrían acusar de falsificación de un documento oficial y...
A medias quedó su reprimenda cuando un tercero hizo acto de presencia. Un muchacho que aparentaba su misma edad, de pelo muy blanco y piel oscura. «¿Será frecuente en estas tierras?» no pudo evitar preguntarse el Uchiha, viendo cómo tanto su pariente lejano como aquel chico lucían el mismo tono de pelo.
—Buenos dias, Kotetsu-kun —respondió Akame, sonriendo con amabilidad—. En efecto, somos nosotros. Uchiha Akame —añadió, extendiéndole una mano.
—Buenos días, Haskoz-kun —saludó, amable, el de Tanzaku.
El aludido ni siquiera respondió, sino que le entregó un pergamino y empezó a mascullar, contrariado. Al abrirlo, Akame no pudo contener una carcajada. Aunque el documento tenía el sello oficial de la Uzukage, estaba claro que era falso. Un simple vistazo con su Sharingan bastó para revelar que aquel pergamino había sido transformado mediante chakra. «Parece un Henge no Jutsu... Pero aplicado a un objeto. Esto es realmente interesante, ¿lo habrá hecho Haskoz-kun?». Todavía fascinado, Akame devolvió el pergamino a su dueño.
—No deberías hacer estas cosas, Haskoz-kun. Si te pillan, te podrían acusar de falsificación de un documento oficial y...
A medias quedó su reprimenda cuando un tercero hizo acto de presencia. Un muchacho que aparentaba su misma edad, de pelo muy blanco y piel oscura. «¿Será frecuente en estas tierras?» no pudo evitar preguntarse el Uchiha, viendo cómo tanto su pariente lejano como aquel chico lucían el mismo tono de pelo.
—Buenos dias, Kotetsu-kun —respondió Akame, sonriendo con amabilidad—. En efecto, somos nosotros. Uchiha Akame —añadió, extendiéndole una mano.