30/01/2017, 18:29
Akame quedó gratamente sorprendido por los exquisitos modales del recién llegado. Si bien las normas básicas de etiqueta era algo que enseñaban a todos los gennin en la Academia, en una gran Aldea como Uzushiogakure se iban abriendo paso con el tiempo protocolos menos anticuados, como el apretón de manos. A pesar de ello, el joven Uchiha correspondió a la reverencia de su compañero con una exactamente igual; ni más inclinada, ni menos. Luego, Kotetsu le devolvió el apretón de manos. Aquello era una presentación como los dioses mandan.
—Ah, así que entrenaste fuera de Uzushiogakure no Sato —terció Akame—. ¿Un familiar, tal vez? Según tengo entendido, casos como el tuyo son la excepción aquí. Debes ser muy competente si aprobaste el examen de graduación.
»Sea como sea, bienvenido a Uzu, Kotetsu-kun. Aquí te sentirás como en casa, es un magnífico lugar para vivir —le animó el Uchiha, quizá por empatía. Recordaba sus primeros días en el Remolino—. Entonces, ¿entiendo que te alojas en una de las viviendas para ninjas? Tal vez seamos vecinos y no lo sepamos hasta ahora.
Mientras hablaba con amabilidad, Akame sondeaba a su nuevo compañero. Parecía tan tranquilo como él —o, al menos, lo aparentaba— y, aunque vestía de forma un tanto rara, el detalle más llamativo de su figura era la espada que llevaba en la espalda. Parecía un arma enorme para un muchacho de tan corta edad.
—Ah, así que entrenaste fuera de Uzushiogakure no Sato —terció Akame—. ¿Un familiar, tal vez? Según tengo entendido, casos como el tuyo son la excepción aquí. Debes ser muy competente si aprobaste el examen de graduación.
»Sea como sea, bienvenido a Uzu, Kotetsu-kun. Aquí te sentirás como en casa, es un magnífico lugar para vivir —le animó el Uchiha, quizá por empatía. Recordaba sus primeros días en el Remolino—. Entonces, ¿entiendo que te alojas en una de las viviendas para ninjas? Tal vez seamos vecinos y no lo sepamos hasta ahora.
Mientras hablaba con amabilidad, Akame sondeaba a su nuevo compañero. Parecía tan tranquilo como él —o, al menos, lo aparentaba— y, aunque vestía de forma un tanto rara, el detalle más llamativo de su figura era la espada que llevaba en la espalda. Parecía un arma enorme para un muchacho de tan corta edad.