2/02/2017, 01:04
(Última modificación: 2/02/2017, 01:09 por Hanamura Kazuma.)
Akame desenrollo aquel enorme pergamino repleto de nombres y direcciones que resultaban totalmente desconocidas para el Hakagurē. Escucho las palabras de su compañero y estuvo completamente de acuerdo; La tarea se presentaba como algo aparentemente fácil, pero también innegablemente tediosa y larga.
De pronto se hizo presente el tema de las invitaciones… Aquel fue el momento en que las cosas comenzaron a ponerse raras.
“Esto es un poco más extraño de lo que esperaba —se dijo, mientras veía como el que poseía cabellos similares a los suyos se arrojaba al suelo en una especie de ataque—. No estoy seguro de que debería hacer… Se le ve bastante molesto, pero no parece que sea nada grave”
Haskoz se levantó y se acomodo un poco, como si hubiese recuperado la cordura luego de un leve ataque de locura. Les contó que las invitaciones estaban en su casa. Kōtetsu sintió la necesidad de preguntar, inocentemente, si las había olvidado o si había alguna razón estratégica para ello, pero detuvo su cuestionamiento en cuanto escuchó sobre como el de las invitaciones pedía que no se hicieran comentarios al respecto.
“¿Acaso mi expresión me delató y dedujo lo que estaba pensando? Si, puede que intuyera que estaba por formular una pregunta típica de un novato… Cielos, estos ninjas sí que son buenos; debo de esforzarme para no convertirme en una carga para ellos”
Con determinación y serenidad, asintió en silencio y comenzó a seguir a sus compañeros.
De pronto se hizo presente el tema de las invitaciones… Aquel fue el momento en que las cosas comenzaron a ponerse raras.
“Esto es un poco más extraño de lo que esperaba —se dijo, mientras veía como el que poseía cabellos similares a los suyos se arrojaba al suelo en una especie de ataque—. No estoy seguro de que debería hacer… Se le ve bastante molesto, pero no parece que sea nada grave”
Haskoz se levantó y se acomodo un poco, como si hubiese recuperado la cordura luego de un leve ataque de locura. Les contó que las invitaciones estaban en su casa. Kōtetsu sintió la necesidad de preguntar, inocentemente, si las había olvidado o si había alguna razón estratégica para ello, pero detuvo su cuestionamiento en cuanto escuchó sobre como el de las invitaciones pedía que no se hicieran comentarios al respecto.
“¿Acaso mi expresión me delató y dedujo lo que estaba pensando? Si, puede que intuyera que estaba por formular una pregunta típica de un novato… Cielos, estos ninjas sí que son buenos; debo de esforzarme para no convertirme en una carga para ellos”
Con determinación y serenidad, asintió en silencio y comenzó a seguir a sus compañeros.