3/02/2017, 18:17
Akame no pudo evitar soltar una carcajada sincera ante el despliegue de dramatismo de su compañero. Haskoz era un chico de lo más peculiar, un ninja con la rara cualidad de tener sentido del humor y un carisma acorde a él. Eso, ni siquiera Akame podía negarlo; aunque no tenía claro que fuese del todo útil, o siquiera positivo, para la profesión que desempeñaban. Por su propia experiencia podía constatar que a los gennin de la Aldea no se les sometía a los intensos entrenamientos y duras pruebas a las que él estaba acostumbrado en Tengu. Quizá por eso Haskoz tenía sentido del humor, y a él le costaba mucho más encontrar en su interior algo que se le pareciese.
Al final resultó que Haskoz se había olvidado las invitaciones en su apartamento. El Uchiha de pelo blanco ya había puesto suficiente rabia para los tres, y como Kotetsu tampoco dijo nada, Akame optó por guardar silencio y empezar a andar.
Caminaron durante unos minutos hasta que finalmente llegaron al bloque donde vivía Haskoz, en el Barrio de las Flores. Aquella zona era conocida por las largas hileras de cerezos que flanqueaban sus calles, dándole un aspecto sumamente bello en Primavera y un olor inconfundible.
—Vives en una buena zona, Haskoz-kun —dijo Akame, aspirando con satisfacción el aroma del ambiente—. Sobre todo en esta época del año.
El bloque de apartamentos se alzaba ante ellos, pero cuando Haskoz les indicó cuál era el suyo... Akame no pudo evitar entornar los ojos con gesto reflexivo.
—Oye... ¿Esa ventana no da a tu casa? Esa, la que está abierta de par en par.
Al final resultó que Haskoz se había olvidado las invitaciones en su apartamento. El Uchiha de pelo blanco ya había puesto suficiente rabia para los tres, y como Kotetsu tampoco dijo nada, Akame optó por guardar silencio y empezar a andar.
Caminaron durante unos minutos hasta que finalmente llegaron al bloque donde vivía Haskoz, en el Barrio de las Flores. Aquella zona era conocida por las largas hileras de cerezos que flanqueaban sus calles, dándole un aspecto sumamente bello en Primavera y un olor inconfundible.
—Vives en una buena zona, Haskoz-kun —dijo Akame, aspirando con satisfacción el aroma del ambiente—. Sobre todo en esta época del año.
El bloque de apartamentos se alzaba ante ellos, pero cuando Haskoz les indicó cuál era el suyo... Akame no pudo evitar entornar los ojos con gesto reflexivo.
—Oye... ¿Esa ventana no da a tu casa? Esa, la que está abierta de par en par.