4/02/2017, 21:45
Kōtetsu estaba justo frente a la bonita agrupación de apartamentos, paseando su vista de un lado a otro, tratando de aprender sobre aquel sitio por si se le ofrecía volver en alguna otra ocasión. Ya se había percatado del asunto de la ventana gracias a la observación de Akame, pero lo considero algo irrelevante, un simple descuido que nada tenía que ver con la importante misión en la que estaba participando.
«Imagino que en lo que encuentre aquellas entradas podremos iniciar la distribución de las mismas a partir de aquí», pensó con entusiasmo.
De pronto, escucho un grito lleno de rabia y frustración. Sabía que había oído la frase “¡ME HAN ROBADO LAS JODIDAS INVITACIONES!”, pero igual esperaba haber escuchado mal, y que en realidad su compañero hubiese gritado que estaban tratando de robarles las entradas, con lo que podría detener al asaltante y evitar el impensable desastre que significaría la perdida de aquellos papeles que no significaban nada para ellos, pero que representaban la totalidad de la misión.
—¡Espera, eso no puede pasar, no en mi primera misión!… —exclamó con negación y calma, mientras subía corriendo la colorida pared que le llevaba hasta la ventana.
Grande fue su aflicción en cuanto se asomó al apartamento y entendió que Haskoz estaba solo. Solo y sin las invitaciones.
«Imagino que en lo que encuentre aquellas entradas podremos iniciar la distribución de las mismas a partir de aquí», pensó con entusiasmo.
De pronto, escucho un grito lleno de rabia y frustración. Sabía que había oído la frase “¡ME HAN ROBADO LAS JODIDAS INVITACIONES!”, pero igual esperaba haber escuchado mal, y que en realidad su compañero hubiese gritado que estaban tratando de robarles las entradas, con lo que podría detener al asaltante y evitar el impensable desastre que significaría la perdida de aquellos papeles que no significaban nada para ellos, pero que representaban la totalidad de la misión.
—¡Espera, eso no puede pasar, no en mi primera misión!… —exclamó con negación y calma, mientras subía corriendo la colorida pared que le llevaba hasta la ventana.
Grande fue su aflicción en cuanto se asomó al apartamento y entendió que Haskoz estaba solo. Solo y sin las invitaciones.