8/02/2017, 20:45
Encantado de conocerte, Mogura, mi nombre en Senju Riko, y... siento haber sido tan... desconfiado.
Exclamó el joven de cabellera blanca, en señal de buena fe y tratando de excusarse por su anterior comportamiento. Había un par de detalles en su actitud que le fallaban, al menos desde la perspectiva del joven médico. No se conocían, lo mínimo que podía hacer era llamarlo por su apellido, y ni hablar de la ausencia de sufijo ¡Qué atrevido!. Pero bueno, su titubeante forma de hablar le hizo olvidarlo rápidamente.
El contexto de la situación no inspiraba un accionar diferente, no hay problema Senju-san. Encantado de conocerte.
Correspondió las palabras del muchacho, acompañando su habla con una ligera reverencia en señal de respeto. Después de todo eran shinobi de diferentes lugares, el respeto era una de las pocas cosas que podía mantener la paz en tiempos como aquellos.
Encantada, Manase Mogura-san.
Ah... ¡Esa formalidad si se podía escuchar! Parecía ser que la kunoichi era mejor llevada que el par, el peliblanco no parecía muy familiarizado con la etiqueta y el rubio... el rubio le debía una planchada de camisa al médico, como mínimo. Mogura no repararía mucho en él, no le estaba dirigiendo una sola palabra.
La pelimorada no demoraría mucho en consultar al chico de Amegakure por su misión en aquel lugar. Puntualmente por que seguía a aquel sapo tan extraño y peligroso.
Bueno, para eso evitar tocar al sapo es que llevo esta jaula.
Dijo para luego señalar la artesanía de madera con el par de correas para ser transportado a modo de mochila.
Necesitaba el sapo para poder extraer una muestra de su toxina. Ese que seguía era perfecto, pero terminó escapándose.
Admitió bajando ligeramente la mirada hacía la mancha de baba azulada ahora mezclada con tierra y liquido médico empleado para la técnica. Si hubiese sido un poco mas diestro con el Iryo-ninjutsu seguramente habría sido capaz de tomar la muestra necesaria en el momento de la extracción, su abuelo seguramente hubiese podido.
Exclamó el joven de cabellera blanca, en señal de buena fe y tratando de excusarse por su anterior comportamiento. Había un par de detalles en su actitud que le fallaban, al menos desde la perspectiva del joven médico. No se conocían, lo mínimo que podía hacer era llamarlo por su apellido, y ni hablar de la ausencia de sufijo ¡Qué atrevido!. Pero bueno, su titubeante forma de hablar le hizo olvidarlo rápidamente.
El contexto de la situación no inspiraba un accionar diferente, no hay problema Senju-san. Encantado de conocerte.
Correspondió las palabras del muchacho, acompañando su habla con una ligera reverencia en señal de respeto. Después de todo eran shinobi de diferentes lugares, el respeto era una de las pocas cosas que podía mantener la paz en tiempos como aquellos.
Encantada, Manase Mogura-san.
Ah... ¡Esa formalidad si se podía escuchar! Parecía ser que la kunoichi era mejor llevada que el par, el peliblanco no parecía muy familiarizado con la etiqueta y el rubio... el rubio le debía una planchada de camisa al médico, como mínimo. Mogura no repararía mucho en él, no le estaba dirigiendo una sola palabra.
La pelimorada no demoraría mucho en consultar al chico de Amegakure por su misión en aquel lugar. Puntualmente por que seguía a aquel sapo tan extraño y peligroso.
Bueno, para eso evitar tocar al sapo es que llevo esta jaula.
Dijo para luego señalar la artesanía de madera con el par de correas para ser transportado a modo de mochila.
Necesitaba el sapo para poder extraer una muestra de su toxina. Ese que seguía era perfecto, pero terminó escapándose.
Admitió bajando ligeramente la mirada hacía la mancha de baba azulada ahora mezclada con tierra y liquido médico empleado para la técnica. Si hubiese sido un poco mas diestro con el Iryo-ninjutsu seguramente habría sido capaz de tomar la muestra necesaria en el momento de la extracción, su abuelo seguramente hubiese podido.
Hablo - Pienso