12/02/2017, 13:48
Entre la ropa sucia tirada por el suelo, el polvo, diversos utensilios y revistas de dudosa calidad moral, el Uchiha encontró algo tras una exahustiva búsqueda. Se agachó, cuidadoso como si temiera que el suelo fuese a romperse bajo sus pies, hasta tomar entre sus dedos índice y pulgar la pista que les llevaría hasta el ladrón. O eso esperaba él.
«Un... ¿Pelo?»
En efecto, se trataba de un pelo; largo, rizado y cobrizo. Akame lo sostuvo a escasa distancia de sus ojos, que observaban atentos aquella pista. No podía deducirse mucho más a partir de un simple pelo, pero al menos tenía algo por donde empezar. Sonrió, miró a Haskoz y preguntó con cierta sorna escondida en su tono calmo.
—La última vez que comprobé, Noemi era rubia... —entonces alzó un dedo, acusador, apuntándolo directamente al pecho del aludido—. ¡Haskoz-kun! ¿No me dirás que estás engañando a Sakamoto Noemi-san con otra chica?
El Uchiha rió, divertido por su propia broma, hasta que las palabras de Kotetsu llamaron su atención. Akame se acercó hasta la ventana, donde estaba apostado su joven compañero gennin; sostenía algo en su mano.
—¿HC? —preguntó el Uchiha, pensando en voz alta—. No tengo ni la más remota idea. Pero parece un trozo de tela y, a juzgar por donde lo has encontrado, diría que pertenece a una visita... Inesperada. Tal vez alguien usó la ventana para entrar sin ser bienvenido. ¿No ibas a repararla, Haskoz-kun? —increpó luego a su compañero, que había rechazado días antes su ayuda en aquella tarea para favorecer a la de Noemi. Akame se imaginaba que no habían estado arreglando la ventana, precisamente.
«Un... ¿Pelo?»
En efecto, se trataba de un pelo; largo, rizado y cobrizo. Akame lo sostuvo a escasa distancia de sus ojos, que observaban atentos aquella pista. No podía deducirse mucho más a partir de un simple pelo, pero al menos tenía algo por donde empezar. Sonrió, miró a Haskoz y preguntó con cierta sorna escondida en su tono calmo.
—La última vez que comprobé, Noemi era rubia... —entonces alzó un dedo, acusador, apuntándolo directamente al pecho del aludido—. ¡Haskoz-kun! ¿No me dirás que estás engañando a Sakamoto Noemi-san con otra chica?
El Uchiha rió, divertido por su propia broma, hasta que las palabras de Kotetsu llamaron su atención. Akame se acercó hasta la ventana, donde estaba apostado su joven compañero gennin; sostenía algo en su mano.
—¿HC? —preguntó el Uchiha, pensando en voz alta—. No tengo ni la más remota idea. Pero parece un trozo de tela y, a juzgar por donde lo has encontrado, diría que pertenece a una visita... Inesperada. Tal vez alguien usó la ventana para entrar sin ser bienvenido. ¿No ibas a repararla, Haskoz-kun? —increpó luego a su compañero, que había rechazado días antes su ayuda en aquella tarea para favorecer a la de Noemi. Akame se imaginaba que no habían estado arreglando la ventana, precisamente.