14/02/2017, 18:24
(Última modificación: 14/02/2017, 19:26 por Uzumaki Eri.)
— Sí, eso mismo había pensado yo.
La cara de la pequeña se iluminó incluso más de lo que antes estaba, como si de repente hubiera salido el sol por entre aquellas nubes oscuras que amenazaban con lluvia y tuviese la misma forma que la de Eri, y sin dejar de tirar de él ni un solo instante, ambos llegaron frente al regordete capitán. El rubio sacó algo que parecía ser dinero de su bolsillo, y cuando digo parecía, lo digo porque a parte de los ryos necesarios - y pasarse -, también saco un vale y un... Un gusano.
¿Qué narices hacía Nabi con un gusano en sus bolsillos?
—¡Gracias, grumete! ¡Hacía tiempo que no probaba una de estas gominolas!
El señor abrió su gran boca revelando la falta de dentadura, a la que le faltaban varios dientes en las dos filas. La joven pensó que podría bien pedir cepillos de dientes o invertir el dinero ganado en asearse la boca, pero cerró sus labios e intentó por todos los medios ignorar las intenciones del hombre con el gusano. Y aunque las ignorase con todas sus fuerzas, la curiosidad le pudo a la pequeña, viendo que sus intenciones claramente no eran buenas. Y al final acabó saboreando el gusano muerto que le había dado el Senju como modo de pago.
«Bueno, cosas peores se han dicho de Kusagakure...»
Lo peor fue, sin duda alguna, cuando Eri pensó que ya no podía esperarse nada más de aquel hombre, hasta que decidió peinarla con un estruendo que salió por donde segundos antes había entrado el invertebrado a su digestión; dejando a la kunoichi perpleja, aún agarrada del brazo de Nabi. Solo después de que dijese que se montasen al barco, no se movió del lugar que conectaba tierra firme con el navío. Pero el shock seguía allí, y era fuerte en ella.
Para su sorpresa, Eri olvidó rápidamente lo sucedido cuando su magenta mirada se encontró con los rostros de Sakamoto Noemi y Uchiha Haskoz. Noemi, aquella chica no tenía una palabra para describirla, todo en ella era perfecto. La conocía pues había tenido que realizar varios ejercicios con ella tiempo atrás en la academia, no muy importantes como para ser recordados pero que Eri recordaba con claridad por la docena de muchachos que acudían solo para ver a la Sakamoto entrenar, y es que; solo con pasar ya provocaba los piropos y hablas de todos sus compañeros varones. Uchiha Haskoz, por su parte, llevaba el mismo régimen que Uchiha Akame: ambos pertenecientes del mismo clan que Eri denominaba como de otro mundo, si bien Haskoz era más abierto que Akame, tampoco había cruzado más que dos o tres palabras con él.
— ...carta de amor de tu parte?
— B-buenos días, Sakamoto-san, Uchiha-san. — Sintió en toda su alma interrumpir una conversación ajena, además de que, seguramente, era íntima y no querían que nadie se enterase; pero tampoco quería ser descortés con gente que conocía así que, sin decir nada más, tomó asiento mientras arrastraba a Nabi con ella en algún sitio que encontrase libre.
La cara de la pequeña se iluminó incluso más de lo que antes estaba, como si de repente hubiera salido el sol por entre aquellas nubes oscuras que amenazaban con lluvia y tuviese la misma forma que la de Eri, y sin dejar de tirar de él ni un solo instante, ambos llegaron frente al regordete capitán. El rubio sacó algo que parecía ser dinero de su bolsillo, y cuando digo parecía, lo digo porque a parte de los ryos necesarios - y pasarse -, también saco un vale y un... Un gusano.
¿Qué narices hacía Nabi con un gusano en sus bolsillos?
—¡Gracias, grumete! ¡Hacía tiempo que no probaba una de estas gominolas!
El señor abrió su gran boca revelando la falta de dentadura, a la que le faltaban varios dientes en las dos filas. La joven pensó que podría bien pedir cepillos de dientes o invertir el dinero ganado en asearse la boca, pero cerró sus labios e intentó por todos los medios ignorar las intenciones del hombre con el gusano. Y aunque las ignorase con todas sus fuerzas, la curiosidad le pudo a la pequeña, viendo que sus intenciones claramente no eran buenas. Y al final acabó saboreando el gusano muerto que le había dado el Senju como modo de pago.
«Bueno, cosas peores se han dicho de Kusagakure...»
Lo peor fue, sin duda alguna, cuando Eri pensó que ya no podía esperarse nada más de aquel hombre, hasta que decidió peinarla con un estruendo que salió por donde segundos antes había entrado el invertebrado a su digestión; dejando a la kunoichi perpleja, aún agarrada del brazo de Nabi. Solo después de que dijese que se montasen al barco, no se movió del lugar que conectaba tierra firme con el navío. Pero el shock seguía allí, y era fuerte en ella.
Para su sorpresa, Eri olvidó rápidamente lo sucedido cuando su magenta mirada se encontró con los rostros de Sakamoto Noemi y Uchiha Haskoz. Noemi, aquella chica no tenía una palabra para describirla, todo en ella era perfecto. La conocía pues había tenido que realizar varios ejercicios con ella tiempo atrás en la academia, no muy importantes como para ser recordados pero que Eri recordaba con claridad por la docena de muchachos que acudían solo para ver a la Sakamoto entrenar, y es que; solo con pasar ya provocaba los piropos y hablas de todos sus compañeros varones. Uchiha Haskoz, por su parte, llevaba el mismo régimen que Uchiha Akame: ambos pertenecientes del mismo clan que Eri denominaba como de otro mundo, si bien Haskoz era más abierto que Akame, tampoco había cruzado más que dos o tres palabras con él.
— ...carta de amor de tu parte?
— B-buenos días, Sakamoto-san, Uchiha-san. — Sintió en toda su alma interrumpir una conversación ajena, además de que, seguramente, era íntima y no querían que nadie se enterase; pero tampoco quería ser descortés con gente que conocía así que, sin decir nada más, tomó asiento mientras arrastraba a Nabi con ella en algún sitio que encontrase libre.