Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Aquella mañana primaveral era distinta a la de cualquier otra. En vez de cálida y tranquila, como la que acostumbraba a ser por las tierras de Uzushiogakure no Sato a aquellas alturas del año, hacía viento y frío, y unas nubes negras cubrían el cielo impidiendo que los habitantes de Uzu recibiesen el cálido abrazo del sol.
Uchiha Haskoz, acostumbrado a ir con camisa de tiras y un pantalón gris —muy holgado en la zona de la entrepierna, pero ajustado a partir de la rodilla—, había añadido a su vestimenta, previsor, una sudadera con capucha de color rojo. El rojo de su sharingan, el rojo del emblema de la Villa.
Estaba al lado de Sakamoto Noemi, a quién había prometido en su última —y primera— cita un viaje en compañía. Tras su derrota contra Uchiha Akame, Haskoz había estado más centrado en entrenar y resarcirse como shinobi que de sus amoríos… O ese había sido su plan, porque cuando aquella mañana Noemi había llamado a la puerta de su apartamento… digamos que la opción de un merecido descanso no le parecía tan mala idea. Y, ¿quién sabía? Puede que incluso pudiese aprovechar el día para hacer un poco de ejercicio...
—Te digo que no fue adrede —repitió, por enésima vez. Resultaba que Haskoz, cuando le había dado su dirección a Noemi, le había indicado el piso erróneo. Concretamente, el séptimo, en vez del sexto. Algo que le solía ocurrir porque antes de perderse en el Bosque de Azur vivía en un séptimo, y todavía no se acostumbraba al cambio de número—. Además, le conozco. Repitió año en la Academia, pero es buen chico —dijo, refiriéndose a su vecino, al que Noemi había llamado a la puerta por error. Aquel joven siempre se le había unido a las bromas y pellas que montaba, y aquello era suficiente para considerarle un chico de bien—. No sé por qué te enfadas tanto…
Shinobi y kunoichi se encontraban en uno de los muchos barcos que ocupaban el embarcadero de las Costas del Remolino, donde navíos de todo tipo y tamaño se arremolinaban para ir o volver de las Islas del Té. Aquél no era precisamente el barco más llamativo o grande, sino más bien todo lo contrario. Pequeño, pensado para el transporte de mercancías más que para turistas. De hecho, Haskoz había visto como habían ido llenando la bodega de cofres y barriles. Sin embargo, seguramente para ganarse un dinerillo extra, el capitán ofrecía entrada a un pequeño grupo de personas por un precio mucho más reducido que el resto de embarcaciones. Y, puesto que el Uchiha se había empeñado en invitar… que menos que elegir el más barato.
—¡Viaje a La Pequeña Blanca, veinte ryos por cabeza! —rugía a voz en cuello el capitán, gordo, de cabellos negros y rizados, que le llegaban hasta los hombros, y ataviado con una camisa blanca y unos pantalones holgados. Los zapatos eran… de ningún modo, pues iba descalzo, enseñando unas uñas negras y peligrosamente largas.
Haskoz se subió al castillo de proa y se sentó, mientras esperaba paciente a que el capitán se diese por vencido en su intento de atraer más clientes a su barco. Por el momento, tan solo había tenido éxito con ellos dos, y no parecía que la fortuna fuese a sonreírle más...
Pero entonces...
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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Aquella mañana no había sido la mejor para la Sakamoto, quien fue ilusionada a hacerle una visita a Haskoz en aquel edificio solo para llevarse una desagradable sorpresa. Una por la cual ahora mismo se encontraba ceñuda y casi gruñendo al chico que ni siquiera sabía ya cómo justificarse y por ello intentaba dejar bien parado al residente de la vivienda a la que la habían mandado en primer lugar.
—¿¡Buen chico dices!? —Exclamó iracunda. —¡Se me tiró encima cuando me vio! —Finalizó con el mismo tono de voz empleado anteriormente.
Había ido con su vestimenta habitual, la cual algunas ancianas no aprobaban pero que a Noemi poco le importaba porque aparte de beneficiarla estéticamente también le resultaba sumamente cómoda, a eso solamente sumó la gabardina impermeable que usualmente utiliza en invierno o en mañanas como aquella que resultaban un tanto frías, además que a juzgar por el cielo podría llover en cualquier momento.
Luego de haberle gritado un poco al peliblanco, la kunoichi se inclinó para apoyarse en la barandilla del barco, depositando su cabeza en una mano y dejando todo su peso ambos brazos y en una pierna puesto que la otra la tenía flexionada para dar suaves golpes al piso.
—Si no querías que te visitara me valía con que me lo dijeras. —Refunfuñó de muy mal humor.
Y no solo lo estaba por la sorpresa de aquella mañana, también se había visto obligada a interrumpir su rutina lo que significa que aún estaba con sueño y se le notaba en los ojos, rojos y con un ligero tinte oscuro alrededor de las cuencas apenas visible. «Voy a tener que dormir unas cuantas horas más esta noche. »Se decía a sí misma sin siquiera mirar al Uchiha que tenía bastante cerca.
13/02/2017, 16:58 (Última modificación: 13/02/2017, 19:27 por Uzumaki Eri.)
La suave brisa y el aroma del mar tenían un efecto vigorizante en ella, y después del gran viaje que se pegó al Valle del Fin no hará escasos dos o tres días necesitaba que su cuerpo encontrase tranquilidad para recuperar su vitalidad que lo caracterizaba. Además, el día tan poco primaveral era perfecto para la ocasión: y es que Eri adoraba el mal tiempo, que de mal tiempo para ella no tenía nada, pero como todo el mundo lo denominaba así no sabía cómo llamarlo de verdad.
Si llovía ya se ponía incluso a tararear.
Así pues la pequeña de cabellos púrpura se disponía a realizar un pequeño paseo por las Costas del Remolino, ataviada de sus ropajes normales y con el único cambio de que esta vez llevaba una sudadera de color azul claro sobre su jersey morado; idea de su hermano por si acaso ''pillaba un resfriado''. Todavía no se había enterado de que a ella el frío tampoco es que le importase mucho.
«La verdad es que nunca he cogido un barco...»
Ese pensamiento pasó por su mente al ver un montón de barcos arremolinados en el embarcadero de su villa, luego se metió las manos en los bolsillos y sacó el polvo que allí se arremolinaba, seguido de un suspiro de desolación: no había cogido ni un triste ryo para pagarse ni una migaja de pan.
—¡Viaje a La Pequeña Blanca, veinte ryos por cabeza!
«Genial...»
Pero entonces, un destello amarillo, pero amarillo pollo inundó sus ojos magenta, iluminándolos hasta conseguir que los mismos destelleasen estrellas de colores. ¡Era el Senju de cabellos dorados que había visto tantas veces en la academia y que le había echado una mano en el Valle del Fin! ¡Claro! ¡Ese color de pelo no era para nada normal!
— ¡Nabiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii-san! — Exclamó tirándose contra su espalda. — ¡Nabi-san, Nabi-san! ¿Has ido alguna vez en barco? ¡Yo nunca he ido! ¿Por qué no vamos en ese, ya sabes, juntos? — Sus ojos volvieron a centellear, deseosos de subir a un navío, justo del cual estaba rugiendo la voz del capitán que segundos antes había alegado que cobraba solo veinte ryos por cabeza para ir a La Pequeña Blanca. — Venga, vamos...
Y ignorando por completo si fuese una negativa o una positiva, tomó el brazo derecho del joven y tiró de él hacia el barco, esperando que le pagase el viaje a las Islas del Té sin problema.
No sopesaba que, sin embargo, el chico podría negarse e irse, dejándola sola con su vergüenza.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
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Era un día triste de primavera, nublado y con amenaza de lluvia, vamos, un día calentito de invierno y un dia normalito de otoño. Pero como era primavera la gente se lo tomaba como una amenaza de bomba. Incluso llegué a vislumbrar con estos ojos mios, personas vestidas con chubasqueros. Qué exageración.
Me disponía en mi maravillosa estampa de pantalones cortos, lo suficiente apretados como para que no me entre esa brisilla cargada de maldad que te recorré hasta los huevetes cuando pega el viento, y camiseta negra de manga larga, con el simbolo de Uzushiogakure en la espalda en carmesí, a comprar el pan. Atajé por las Costas del Remolino y así me daba un garbeo por mi querida playa.
Al llegar al final, me encontré con el embarcadero menos concurrido de lo habitual, normal, dado que se preveian lluvias y el día no se esforzaba en desmentirlo. Cuando ya casi ni se veían barcos, me fije en uno impresionantemente pequeño. Me sorprendió primero que eso navegara y despues que subidos a ese barco hubieran dos rostros familiares.
El dueño del barco prácticamente regalaba los viajes, eso explicaba que hubieran dos personas en su navío. Iba a pasar de largo cuando comenzó la tormenta y no la del cielo precisamente.
— ¡Nabiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii-san!¡Nabi-san, Nabi-san! ¿Has ido alguna vez en barco? ¡Yo nunca he ido! ¿Por qué no vamos en ese, ya sabes, juntos?Venga, vamos...
Era Eri. Las dos palabras que señalan que hasta aquí ha llegado mi cordura.
— No, Eri, es demasiado peligroso montar en esa cosa a la que llaman barco por no llamarlo muerte segura. — Debería haber dicho
— Sí, eso mismo había pensado yo — Pero esto fue lo que dije.
Si moría, sería llevandome a Eri conmigo, nada era más romantico que hundirnos en un barco. Saqué algo de calderilla del bolsillo y se la entregué al hombre. En la mano del marinero quedarían un vale de dos por uno en el restaurante de carnes más cercano a mi casa y un total de 45 ryos y un gusano. El gusano estaba muerto, claro. No voy por ahí con gusanos vivos en los bolsillos.
Por suerte, mi dama me arrastró hasta la nave sin fijarse en qué asquerosidades sacaba de mis ropajes. Ahora que estaban más cerca, sin duda eran Haskoz y Noemi. ¿Esos dos han acabado juntos? Haskoz es el que ha ganado con el trueque, aunque un Uchiha no es un mal pescado. Pero no era rubio, así que gana Haskoz 10 de 10. Gracias a mi rubicidad Eri y yo estaríamos empate.
—¿¡Buen chico dices!? —la ira reverberaba en la voz de Noemi, como una olla a presión a punto de estallar—. ¡Se me tiró encima cuando me vio!
Haskoz alzó una ceja. ¿El renacuajo de Hideo lanzándose a por la primera chica que se le presentaba en casa? No pudo evitar soltar una carcajada, divertido. Menudo bribón en el que se había convertido. Eso sí era aprovechar las oportunidades y lo demás eran tonterías.
—Menudo canalla —dijo, tratando de ponerse serio, aunque sin poder evitar que la comisura de los labios se le curvasen ligeramente en una fugaz sonrisa.
Noemi debió verlo, o quizá simplemente no le valían sus disculpas, porque siguió refunfuñando. Se quejaba sobre algo... Sobre algo respecto a... Sobre... Una figura atrajo sus ojos como la miel al oso, reduciendo a un eco lejano la voz de Noemi. Una figura inconfundible. La viva imagen de un rayo de sol colándose entre las nubes de un cielo encapotado y triste; la flor que florece en un campo recién incendiado; la imagen de una promesa, de un juramento entre camaradas...
La imagen de Furukawa Eri.
Y, como si los Dioses supiesen de su promesa a Akame y quisiesen jugar con él, todo apuntaba a que Eri estaba a punto de embarcarse en… su propio barco. Acompañado de un rubio al que Haskoz reconoció como Nabi. Un tipo… especial, por decirlo de alguna manera. Impredecible, y con el que el Uchiha jamás había entablado más de un par de conversaciones, las cuales habían sido de lo más hilarantes y sinsentido que recordaba haber tenido en su corta existencia. Pero habían compartido orfanato durante un tiempo, y eso era un vínculo que les unía. O, al menos, eso sentía él.
—Oye —Haskoz rodeó las caderas de Noemi con las manos y la atrajo hacia sí—. Necesito que me hagas un favor importante…
***
El capitán se quedó sorprendido por el pago de Nabi. No solo le había dado propina, sino que además le había entregado un vale para un conocido restaurante de Uzushiogakure y… ¡un gusano!
El rostro del marinero no pudo expresar mayor felicidad.
—¡Gracias, grumete! ¡Hacía tiempo que no probaba una de estas gominolas! —exclamó, sonriente. Una sonrisa en la que le faltaban varios dientes. Concretamente, dos arriba y uno abajo, que formaban un curioso triángulo inverso imaginario. Ni corto ni perezoso, se llevó el gusano a la boca y… lo tragó. Ni siquiera lo había masticado.
Pero algo terrible pareció pasarle… Su papada tembló de pronto, su pecho empezó a palpitar y parecía al borde de un ataque al corazón. Entonces…
… un grandioso y estruendoso eructo, similar al sonido del mayor de los terremotos, surgió de su ancha garganta. Un eructo prolongado, que fue ganando en profundidad a medida que lo iba expulsando, y que terminó en un hondo gorjeo.
—Ah, ¡mejor fuera que dentro! ¡Levantad amarras, muchachos! —gritó, sin mirar a nadie en concreto—. ¡Es hora de volver a casa! ¡Es hora de volver a la mar!
***
—Muy importante. —matizó, colocando ambas manos en las mejillas de Noemi para que solo pudiese fijar la mirada en él, para que no pudiese ver a los nuevos invitados que acababan de subir. Se inclinó todavía más hacia ella, y, cuando todo parecía indicar que iba a besarla, soltó:—. Necesito que averigües quién le gusta Eri.
Vale, tenía que reconocerlo, quizá no fuese la mejor de las maneras de pedírselo… pero el tiempo corría en su contra, y Haskoz necesitaría de toda la ayuda de Noemi si quería resultarle útil a su camarada. A su compatriota.
—Concretamente, si está interesada en algún… Uchiha —susurró, y los ojos color miel le brillaron por un momento—. ¿Lo harás por mí?
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Noemi solamente bufó ante ese comentario que su interlocutor soltó en relación al chico que la había atacado aquella mañana. Aunque utilizar esa palabra a secas seguramente sea un error, pero por suerte ella había reaccionado a tiempo para que nada más grave ocurriera. De cualquier manera, se mantuvo con la mirada perdida en el horizonte aunque no se mostraba muy feliz hasta que Haskoz se tomó la libertad de rodearla por la cintura y atraerla hacia él.
«¿Y ahora? Pretende que me olvide de todo por un abrazito? »Se preguntó mirándole apenas de reojo hasta que se vio obligada a mirarle de frente debido a un par de manos que se posaron en sus mejillas liberándola del agarre previo.
—. Necesito que me hagas un favor importante… —Y la Sakamoto no hizo más que alzar una ceja ante tales palabras. «Y seguro es algo estúpido que no tiene nada de romántico, como siempre. »Se planteó la chica mientras se mantenía expectante ignorando la cercanía de ambos rostros… Con tantos besos que se habían dado sería estúpido ponerse nerviosa por algo tan trivial como eso.
Finalmente, el peli-blanco prosiguió con aquello, el favor que necesitaba de ella…
—¿Qué…? —Soltó estupefacta al escucharle al fin.
«¿Será por un favor o tal vez pura curiosidad…? »Fue la primera idea que le surcó la mente en aquel instante, pero el último agregado terminaría por hincharle claramente una vena de la frente y hacerla fruncir notoriamente el ceño.
—¿Ah sí…? —Soltó antes de tomar al Uchiha por las mejillas pero para pellizcarlas y estirarlas sin delicadezas. —Así que me usarás para averiguar si tienes chances con ella, ¿para qué? ¿Para desecharme después? ¿o me dirás que estás a favor de la poligamia? —Seguiría a regañadientes mientras lentamente se le iba dibujando una sonrisa un tanto perturbadora. —¿Qué sigue? ¿Mandarme de cartera con una carta de amor de tu parte? —Y con cada palabra que articulaba la kunoichi, más estiraba las mejillas del contrario como si pretendiese arrancárselas de esa manera, y poco le importaba provocarle daños cuando se ponía celosa.
14/02/2017, 18:24 (Última modificación: 14/02/2017, 19:26 por Uzumaki Eri.)
— Sí, eso mismo había pensado yo.
La cara de la pequeña se iluminó incluso más de lo que antes estaba, como si de repente hubiera salido el sol por entre aquellas nubes oscuras que amenazaban con lluvia y tuviese la misma forma que la de Eri, y sin dejar de tirar de él ni un solo instante, ambos llegaron frente al regordete capitán. El rubio sacó algo que parecía ser dinero de su bolsillo, y cuando digo parecía, lo digo porque a parte de los ryos necesarios - y pasarse -, también saco un vale y un... Un gusano.
¿Qué narices hacía Nabi con un gusano en sus bolsillos?
—¡Gracias, grumete! ¡Hacía tiempo que no probaba una de estas gominolas!
El señor abrió su gran boca revelando la falta de dentadura, a la que le faltaban varios dientes en las dos filas. La joven pensó que podría bien pedir cepillos de dientes o invertir el dinero ganado en asearse la boca, pero cerró sus labios e intentó por todos los medios ignorar las intenciones del hombre con el gusano. Y aunque las ignorase con todas sus fuerzas, la curiosidad le pudo a la pequeña, viendo que sus intenciones claramente no eran buenas. Y al final acabó saboreando el gusano muerto que le había dado el Senju como modo de pago.
«Bueno, cosas peores se han dicho de Kusagakure...»
Lo peor fue, sin duda alguna, cuando Eri pensó que ya no podía esperarse nada más de aquel hombre, hasta que decidió peinarla con un estruendo que salió por donde segundos antes había entrado el invertebrado a su digestión; dejando a la kunoichi perpleja, aún agarrada del brazo de Nabi. Solo después de que dijese que se montasen al barco, no se movió del lugar que conectaba tierra firme con el navío. Pero el shock seguía allí, y era fuerte en ella.
Para su sorpresa, Eri olvidó rápidamente lo sucedido cuando su magenta mirada se encontró con los rostros de Sakamoto Noemi y Uchiha Haskoz. Noemi, aquella chica no tenía una palabra para describirla, todo en ella era perfecto. La conocía pues había tenido que realizar varios ejercicios con ella tiempo atrás en la academia, no muy importantes como para ser recordados pero que Eri recordaba con claridad por la docena de muchachos que acudían solo para ver a la Sakamoto entrenar, y es que; solo con pasar ya provocaba los piropos y hablas de todos sus compañeros varones. Uchiha Haskoz, por su parte, llevaba el mismo régimen que Uchiha Akame: ambos pertenecientes del mismo clan que Eri denominaba como de otro mundo, si bien Haskoz era más abierto que Akame, tampoco había cruzado más que dos o tres palabras con él.
— ...carta de amor de tu parte?
— B-buenos días, Sakamoto-san, Uchiha-san. — Sintió en toda su alma interrumpir una conversación ajena, además de que, seguramente, era íntima y no querían que nadie se enterase; pero tampoco quería ser descortés con gente que conocía así que, sin decir nada más, tomó asiento mientras arrastraba a Nabi con ella en algún sitio que encontrase libre.
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14/02/2017, 19:20 (Última modificación: 14/02/2017, 19:23 por Inuzuka Nabi.)
Eri se quedó un poco pillada cuando vio lo que le pagaba al buen capitán. Al contrario que el marinero que no dudo en llevarselo a la boca, el gusano, los ryos se los guardó.
—¡Gracias, grumete! ¡Hacía tiempo que no probaba una de estas gominolas!
— ¡Hombre! Pues si lo llego a saber le traigo más. Tengo un montón en casa, pero no iba yo preparado para hacer una merienda precisamente.
Poco despues de zamparse aquel bicho, que algún biologo catalogara con algún nombre extraño diciendo que en verdad no es un insecto sino un estompifoide o una cosa de esas, soltó un eructo que casi consigue despeinarme. Eri se quedó un momento más en shock por el eructo, era como si cada acción la aturdiera y se fueran sumando los segundos conforme la aturdían.
—Ah, ¡mejor fuera que dentro! ¡Levantad amarras, muchachos!. ¡Es hora de volver a casa! ¡Es hora de volver a la mar!
Finalmente, la hermosa moza que iba agarrada a mi brazo salió de su trance y subimos al barco. Y nos dirigimos a nuestros compañeros, aunque yo no lo hubiera recomendado. Noemi, a pesar de su belleza y su más que notable físico, siempre era muy arrogante y autoritaria, resumiendo, siempre estaba cabreada. Vivía como si tuviera que matar a todo el mundo con la mirada, lo cual se contraponía a la bondad que desprendía Eri.
Y Haskoz parecía estar sufriendolo en sus carnes, en sus pobres y poco sensuales carnes. No sabía con certeza que le habría dicho a Noemi, pero sus efectos iban a perdurar en el tiempo. Puedes ofender a un hombre y en un par de hostias tenerlo todo olvidado para siempre. Ofende a una mujer y preparate para una eternidad antes de que siquiera se plantee olvidarlo. Encima te comes las hostias sin devolverlas, porque como las devuelvas sí que te puedes despedir, de todo, pero de todo todo.
Los Uchiha se lo tenían muy subido. Eran muy orgullosos y eso muchas veces les llevaba a menospreciar al resto del universo. Como si ser Uchiha les hiciera ya importantes. Sin embargo, no podía evitar compadecer a Haskoz, quien me sorprendió no acabando tirado por la borda.
Esperaba poder tardar lo máximo posible en acercarnos a ellos, pero Eri se fue directa. Y yo la seguí diligentemente sin intención alguna de hacer nada que pareciera remotamente que me quisiera soltar de ella. Ir así de pegados daba una sensación... pareciamos como... A ver, eramos un tonto y una tia buena, y así seguramente lo viera todo el mundo. Aún así, ese contacto alimentaba a mi dragón interno.
— B-buenos días, Sakamoto-san, Uchiha-san.
— Hey.
Sí, he dicho Hey. ¿Algún problema? Tengo del brazo a la kunoichi más sexy del puto planeta. Jodete Haskoz. Buscaba la mirada del Uchiha, una mirada complice, porque... fuere como fuere... estabamos él y yo con las dos chicas más atractivas de nuestra generación shinobi. No sabía ni cómo lo había conseguido él ni cómo lo había hecho yo, pero estaba pasando.
Haskoz iba a responder afirmativamente, reforzando todavía más su petición, inocente de él, hasta que las manos de la fémina se encargaron de dejarle las cosas claras, pellizcando y tirando de sus mejillas de una forma nada… cariñosa.
—Así que me usarás para averiguar si tienes chances con ella, ¿para qué? ¿Para desecharme después? —No. Claro que…—. ¿O me dirás que estás a favor de la poligamia?
La palabra "no" quedó atascada en su garganta. Como no quería mentirle, optó por guardar silencio. Tenía la sensación de que el agua del mar estaba fría, y no quería encontrarse de pronto sumergido en ella.
—¿Qué sigue? —continuó Noemi, implacable con las mejillas del albino—. ¿Mandarme de cartera con una carta de amor de tu parte?
—B-buenos días, Sakamoto-san, Uchiha-san.
Una voz en su rescate. Agradeció en lo más hondo a Eri por salvar de una muerte segura a sus ya enrojecidas y maltratadas mejillas, pese a que probablemente lo hubiese hecho inconscientemente. Devolvió sus manos a su espalda y trató de aparentar… normalidad.
—Hey —dijo Nabi.
—Hey —dijo Haskoz. Sí, había respondido un hey con otro hey. Le había salido del más hondo del alma—. Oye, ¡esperad! —exclamó, cuando ya se estaban yendo. La opción de quedar de nuevo a solas con Noemi le resultaba, sencillamente, aterradora. Mejor quedarse a salvo en la compañía de ellos y, ya si eso, sacarla de su error más adelante, cuando se hubiese tranquilizado—. Por Izanami, ¡no os veo desde la graduación! ¿Cómo os va todo? —sus ojos bajaron hasta el brazo de Nabi, al que Eri se aferraba. Una imagen entrañable, sin duda. Tan entrañable como podía ser una daga atravesando el pecho de un infante. Esto le partirá el corazón…—. Vaya. No sabía que estuvieseis… —Por si cupiese alguna duda, Nabi le miraba como un niño haciendo alarde de su nuevo juguete—. Juntos.
Qué demonios había visto Eri en Nabi era un enigma que se le escapaba. Teniendo en cuenta que todavía no había averiguado lo que había visto Noemi en él mismo, sospechaba que sería un misterio que tardaría en resolver.
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— B-buenos días, Sakamoto-san, Uchiha-san. —Fue la señal de que debía para en ese preciso instante con el castigo al peli-blanco y así lo hizo, manteniendo la mirada fulminante en el contrario pero le soltó las mejillas de golpe, ambas al mismo tiempo. «Te salvaron por ahora. »Era lo que pensaba la chica y sugería con su mirada pero al momento de voltearse se mostró alegre y sonriente.
—¡Buen día! —Saludaría alegremente.
Aunque para ese preciso instante la Yuki ya se estaba llevando al Senju casi a rastras y de no ser por el Uchiha seguramente se hubiesen esfumado tan rápido como habían llegado y… Noemi no podía decir que no le agradaran aquellos dos, pero sí se quedaba mucho rato a solas con Haskoz probablemente terminaría por tirarlo del barco en mar abierto así que sí, lo mejor era que se quedasen.
—Pero llámame Noemi, pensé que teníamos algo más de confianza. —Le dijo a Eri rascándose un poco la nuca en señal de confusión. —Digo, siempre hacíamos equipo para las prácticas y todo eso. —Agregó haciendo un ligero gesto con los hombros.
Respecto de Nabi, muy poco tenía para decir, pues al contrario que la chica este había saludado de una forma bastante más casual y además, él y Haskoz probablemente terminen por llevar conversación aparte. «Conversaciones inentendibles de hombres, probablemente. »
20/02/2017, 16:43 (Última modificación: 20/02/2017, 17:03 por Uzumaki Eri.)
—Hey.
—¡Buen día!
Aliviada por ver que no había interrumpido nada y que su saludo no había causado daños mayores, se dispuso a alejarse lo suficiente de la pareja como para darles espacio, ignorante de lo que de verdad estaba ocurriendo. Sin embargo, una exclamación por parte del Uchiha con el que compartía viaje de navío hizo que parase en seco y su corazón se parase por un minuto, ¿se lo decía a ellos? Sí, eso parecía.
«¿Qué-»
—Por Izanami, ¡no os veo desde la graduación! ¿Cómo os va todo?
Tragando la poca saliva que se le había formado y elaborando unas respuestas válidas para mantener una conversación civilizada y que no ocurriese lo mismo que con Uchiha Akame, la joven tomó aire tranquilamente antes de hablar:
— Estoy bastante bien, ¡nunca antes había subido en un barco! Con suerte Nabi me invitó, sí... ¡Y aquí estamos! — Soltó una risa nerviosa pues no sabía muy bien como comportarse ante aquella situación. — ¿Y a vosotros? Por lo que veo puede que os esté yendo muy bien. — Agudizó mirando a ambos de forma alterna, añadiendo con la mirada lo que no había dictado por voz pues parecía bastante obvio.
Sin embargo, los ojos miel de Haskoz se detuvieron en el agarre que mantenía la kunoichi mientras esta relataba su corto e improvisado discurso.
—Vaya. No sabía que estuvieseis... Juntos.
— ¿Eh? — La joven parpadeó varias veces de forma inocente, como si no acabase de entender el significado que llevaban las palabras pronunciadas por el otro joven en realidad. —Sí, claro que estamos juntos, los dos estamos aquí y ahora, es más, ahora estamos juntos los cuatro.
Y entonces Noemi acudió a su rescate, haciendo que la pequeña soltase de una vez el agarre que mantenía casi dormido el brazo del Senju que estaba a su lado desde hacía bastante tiempo. Su intrusión hizo que formase una tímida sonrisa a la rubia, ¡al final si que lo recordaba!
— Claro, Noemi-san, lo haré de ahora en adelante. — Si ella se lo permitía, no dudaría en hacerlo, luego miró a los varones y añadió. — Ya que hemos coincidido los cuatro, podríamos ir juntos, así será más divertido.
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Seguramente Eri solo había saludado por no ser maleducada, porque era todo bondad, y acto seguido quisiera apartarse de ellos para dejarles intimidad, ya que estaban a punto de hacer algo, algo indefinido entre tirar a Haskoz por la borda o enrollarse salvajemente. Como en las típicas novelas que en el fragor de una discusión a uno se le escapa un "PORQUE TE AMO ALOCADAMENTE" y el otro le corresponde lanzandose.
Pero se ve que no, era la primer opción, porque a Haskoz pareció que se le cayera el mundo encima cuando vio que se alejaban y reaccionó.
—Hey
Sí, lo iba a poner de moda. El Hey haría historia, aunque luego los meritos de inventar tan moderno e innovador saludo se los llevara otro, yo sería feliz con ir por la calle diciendo Hey en vez de "Buenos dias señorito Matamotos" de cuatro palabras a una, el progreso era real. . Oye, ¡esperad!
Y se abalanzó sobre nosotros, el primer milisegundo pensé, joooooder, el siguiente ví el terror más profundo en la mirada del Uchiha. Era la mirada de quien sabe que esta en peligro inminente y busca ayuda, por lo que me planteé cederle unos segundos de mi tiempo.
— Por Izanami, ¡no os veo desde la graduación! ¿Cómo os va todo?
— Pues ya ves, de viaje a donde sea que vaya este barco.
Mi memoria sobre lo ocurrido eran muchas imagenes mentales de Eri-hime con fondos de corazoncitos y unicornios y la conversación sobre gusanos muertos con el marinero. El destino de aquel viaje no estaba guardado, pues no era importante. Podría ir al mismo infierno, que con Eri-hime al lado sería tan comodo como la gran Uzushiogakure.
—. Vaya. No sabía que estuvieseis… Juntos.
— Ni yo que tú y Sakamoto fueseis... eso. Nosotros solo estamos juntos desde poco antes de subir al barco.
Noemi simplemente se dirigió a Eri, seguramente porque entre nosotros dos no tenemos de conversación ni el tiempo. Como mucho tendría que alagar fuertemente a Haskoz si en algún momento me veía en la obligación de hablar con ella. Aunque sería díficil, porque no tengo ni idea de que ven las mujeres en los hombres.
Es decir, mirandonos a mi y a Haskoz, que hacemos votaciones para ver qué tia está más buena y vamos por ahí dandonos mamporros con quien sea y haciendo cosas nazis, y despues están ellas. Eri siendo todo bondad y con aspecto y cuerpo de angel tetudo y Sakamoto que tiene buen cuerpo y un caracter agresivo totalmente valido para llevar las riendas de una relación. Y en cambio, se conforman con nosotros, que somos un chaval normalito y yo.
Ese es el verdadero misterio de la naturaleza, el día que empiecen a entender que nosotros no damos más que problemas nos mataran a todos y se creara una gran raza de kunoichis que usaran a los hombres como hacedores de hijos.
—¿Y a vosotros? Por lo que veo puede que os esté yendo muy bien.
Una gota de sudor frío resbaló por la espalda del Uchiha mientras evitaba deliberadamente establecer contacto visual con Noemi. Mejor no jugar con fuego. No hasta que las peligrosas llamas se hubiesen convertido en tan solo unas cálidas y agradables brasas.
Así pues, devolvió la pelota al tejado de ellos, preguntándoles poco menos que por su relación, tras señalar con la mirada el abrazo que ejercía Eri sobre Nabi. El rubio captó en seguida la indirecta —que de indirecta no tenía nada—, y optó por imitar a Haskoz y devolverle nuevamente la pelota. Era como si se estuviesen lanzando kunais y ninguno de ellos diese en el blanco. Eri, sin embargo, optó por un tercer camino que, hasta aquel momento, Haskoz no hubiese creído posible. No devolvió el kunai, tan poco lo recibió, simplemente… lo transformó en una bomba de humo.
—Sí, claro que estamos juntos, los dos estamos aquí y ahora, es más, ahora estamos juntos los cuatro.
El Uchiha dejó escapar el aire por la nariz, evitando a duras penas la carcajada. De no saber que le había malinterpretado, Haskoz le hubiese hecho la ola por ser capaz de contener en tan pocas palabras tanto ingenio.
—No, no. No me refería a… Bah —hizo un ademán, como quitándole importancia—, déjalo. No importa.
De todas maneras, ambas kunoichis habían optado por continuar la conversación, y prefirió mantenerse atento. Si algo había aprendido de sus compañeras del orfanato, era que un simple intercambio de halagos y sonrisas para los hombres encubría a veces un juego mucho más peligroso de trasfondo para ellas. ¿Acaso las palabras de Noemi indicaban un sutil reproche? Y la respuesta de Eri… ¿un desafío encubierto? ¿Había habido un leve tono irónico en el timbre de su voz?
El oído del Uchiha todavía no era capaz de discernir tantos matices, pero su intuición le decía que por el momento todo iba bien.
Entonces Eri soltó la bomba:
—Ya que hemos coincidido los cuatro, podríamos ir juntos, así será más divertido.
Divertirnos… Los cuatro… Juntos. Una revelación iluminó la mente del Uchiha, tan cegadora como repentina. ¿Y si el que no había estado pillando las indirectas era él y no Eri? ¿Y sí Eri había entendido perfectamente lo que le había preguntado anteriormente? Si la respuesta a ambas preguntas era afirmativa, ¿quién en su sano juicio culparía a Haskoz por pensar que lo que en realidad le estaba proponiendo ahora se trataba de una or…?
Negó con la cabeza y suspiró, triste. Era Eri, después de todo. Tener esperanzas en cumplir una fantasía como aquella era como encargar una misión de rango B a un Kusagureño y esperar que tuviese éxito.
Una utopía.
—Claro —respondió al fin, a la propuesta de Eri—. Además, hace tiempo que estaba buscando a Nabi —Lo había buscado tanto como un Kusagureño un trabajo de provecho. Es decir, nada en absoluto—. Tengo que comentarle cierta cosa de vital importancia para la Villa —los ojos de Haskoz se pararon en Nabi, mientras su mandíbula se tensaba—. Aunque me temo que eso tendrá que ser en… privado.
Por azares del destino, un fuerte viento sopló de pronto en la cubierta del barco, azotando los cabellos y ropajes de los ninjas y poniendo un punto dramático a sus últimas palabras. La vela, ya desplegada, abrazó al viento como una madre a su retoño, y Haskoz tuvo que dar un par de pasos rápidos hacia un lado para no caerse por el impulso repentino que había dado el barco.
Los shinobis se adentraban, al fin, hacia la mar.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
La indiferencia de Eri le había dolido en lo más profundo de su alma pero no podía culparla, después de todo no habían vuelto a verse tras la graduación. «Tendría que haber intentado encontrarme con ella alguna otra vez. »Se lamentaba tras escuchar el tímido ”Noemi-san” con el que la contraria se había referido a ella. Nada agradable, realmente.
Aunque la conversación curiosamente siguió un curso algo raro, parecía como que cada quién tiraba su indirecta y nadie la cazaba o algo así fue lo que Noemi sintió luego de la inocente respuesta de la Yuki, sin mencionar los comentarios de Nabi y Haskoz que no parecían comprensibles para el público femenino, lo que sí era comprensible era el saber que se irían a hablar por privado los hombres.
Pero hubo un momento en que hasta la naturaleza pareció ponerse a favor del Uchiha poniendo de su parte a la hora de agregar cierto misticismo al ambiente, el cual la Sakamoto se encargaría de joder girando un poco su cabeza a propósito para que la brisa marítima le echase su cabello en la cara al chico que tenía a su lado, con un poco de suerte se le metía en el ojo.
—¿De nuevo lo de la votación? —Preguntó con cierta arrogancia antes de suspirar. —Va siendo hora de que lo superes. —Agregó burlona, principalmente para molestar a Haskoz, pues seguía bastante enojada con él.
Pero claro, mientras los chicos se iban a hablar de sus cosas, las chicas tendrían un hermoso momento a solas el cual la de ojos verdes quería aprovechar sí o sí, y no para hacerle ese favor al peli-blanco, para nada, eso lo haría solamente si el tiempo le alcanzaba.
—Venga Eri, tenemos mucho de lo que hablar. —Dijo Noemi al momento en que se volteaba a mirarla con una alegre sonrisa. —Con tanto tiempo que no hablamos tardaremos un poco en ponernos al día, ¿no crees? —Agregó acercándose a la contraria.
Si se dejaba, la Sakamoto tomaría a Eri de la mano y la guiaría hasta la otra punta del barco donde no estorbasen a los marineros sencillamente para tener un rato de privacidad con ella y de paso dejarles a los otros dos que hablen lo que quieran sin preocuparse de que alguien escuche alguna estupidez.
—Claro, además, hace tiempo que estaba buscando a Nabi. Tengo que comentarle cierta cosa de vital importancia para la Villa Aunque me temo que eso tendrá que ser en… privado.
Y justo cuando lo pronunció, una ráfaga de viento hizo acto de presencia, como si Haskoz lo hubiese llamado y él hubiera acudido solo por escuchar lo que el Uchiha tenía que decir; desordenando el cabello de los cuatro jóvenes como si de una madre a su hijo se tratase, dándole dramatismo al momento.
Eri volvió a parpadear y viró sus ojos hacia Nabi, un poco desorientada por lo que acababa de decir el de cabellos blanquecinos, sin embargo, Noemi la sacó de su inocente confusión con cierta pregunta.
—¿De nuevo lo de la votación? Va siendo hora de que lo superes.
— ¿Votación?
No pudo evitar soltar la pequeña pregunta, curiosa como la que más, sin embargo se sintió terriblemente mal por meterse en asuntos ajenos, así que decidió cerrar la boca lo más rápido que pudo para no meter más la pata.
Y con suerte, la Sakamoto dio media vuelta hacia ella, mientras Eri se pensaba que la iba a reprender por sus malos modales encontró una sonrisa que la relajó.
—Venga Eri, tenemos mucho de lo que hablar, con tanto tiempo que no hablamos tardaremos un poco en ponernos al día, ¿no crees?
— Eh... Sí, claro Noemi-san.
Y dejando que tomase su mano la guió hacia un extremo del barco, alejándose de los varones para que los mismos tuviesen intimidad para hablar de aquel asunto privado; un poco desconcertada aun ya que no sabía a ciencia cierta de lo que quería hablar Noemi.
— ¿De qué quieres hablar, Noemi-san? — Preguntó un tanto incomoda pues recordaba no haber hablado mucho ni establecer una relación de amistad con ella más allá de las prácticas que realizaron juntas, y tampoco quería acabar con aquello que se estaba creando en tan poco tiempo.
Pero tampoco podía quedarse callada.
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