22/02/2017, 15:58
No, no. Si yo no voy a buscarlos para facilitarle el asunto aquí al matasanos. Yo voy para asegurarme que no vuelve a pasar que os "envereneis" por su culpa.
Por alguna razón, la paciencia de Mogura iba mermando poco a poco cada vez que aquel sujeto tan peculiar dejaba escapar alguna frase de sus labios. Ese término de matasanos en especial no le agradaba en lo absoluto, emplearlo en aquel contexto, donde había salvado a su compañera de quedar en modo estatua por un buen tiempo, era realmente grosero.
Pues así sea, yo no tengo problema en ayudarte a echar un vistazo a ver si encontramos otro sapo de esos para que te lo puedas llevar, ¿qué opináis vosotros?
El muchacho de cabello blanco parecía estar de acuerdo con lo que él había planteado, darle un mano y prestarle sus ojos para encontrar otro espécimen que sirviese a su causa. Pero casi al momento el shinobi grosero de Uzushiogakure abrió la boca para hacer gala de sus buenos modales nuevamente.
Lo que Eri-chan quiera está bien para mí. Pero si uno de esos bichos se acerca demasiado le cortaré la cabeza.
Los ojos del joven médico se posaron ligeramente sobre su persona. Su mirada no se alteró mucho más que por la ceja que arqueó ligeramente.
¿Le cortaré la cabeza? ¿Lo dice acaso por el sapo? Eso entorpecería mi jornada más de lo que ya ha causado su presencia aquí... Y si no se refiere al sapo... no creo que sea tan estúpido como para amenazar a un shinobi de otra aldea así de gratuito...
Pensaba mientras bajaba la mirada hasta la mancha que había quedado en el piso a causa del veneno perdido.
Nabi-san, no pasa nada, mantendremos una distancia prudente.
Escuchaba las palabras de la bien llevada kunoichi, pero no podía evitar pensar en como podría terminar toda aquella situación.
Está bien Manase-san, ¡te ayudaremos a buscarlo! ¿Tienes alguna pista de dónde suelen vivir, o qué les gusta? Para ir cogiendo ideas de dónde buscar...
Finalmente levantó su mirada e hizo contacto con los bellos ojos de la muchacha del Remolino. Con ella no había razón para tener problema alguno, a pesar del riesgo que se planteó aún quería darle una mano y ayudarlo a encontrar otro bicho para que pueda trabajar.
Les estoy agradecido por ofrecerse a ayudarme.
Dijo haciendo una ligera reverencia sin perder a nadie de vista. No había contestado las preguntas de la joven Furukawa pero para eso había una razón.
He tomado una decisión después de escuchar los comentarios del os presentes, seguiré la búsqueda por mi propia cuenta y en solitario.
A esas alturas imaginaba que sería correcto dar una explicación de por qué tomaba esa postura.
Su compañero, con sus pésimos modales y sus ya expresadas intensiones no representa otra cosa que un riesgo a esta empresa. No deseo tentar más a la suerte y arriesgarme a perder otro sapo por su culpa.
A medida que iba hablando, su tono de voz no era muy diferente del de hacía un momento atrás. No podía pedirles que le dejasen atrás, porque eso no iba a pasar, los seguiría y no haría otra cosa que molestar. No podía llevarlo tampoco, podría matar a un sapo o amenazarlo de alguna forma una vez hubiese atrapado uno en buen estado. Como sea que lo pensase, la misión no podía seguir con él presente.
No le agradaba el rechazar esa ayuda, pero debía hacerlo.
Por alguna razón, la paciencia de Mogura iba mermando poco a poco cada vez que aquel sujeto tan peculiar dejaba escapar alguna frase de sus labios. Ese término de matasanos en especial no le agradaba en lo absoluto, emplearlo en aquel contexto, donde había salvado a su compañera de quedar en modo estatua por un buen tiempo, era realmente grosero.
Pues así sea, yo no tengo problema en ayudarte a echar un vistazo a ver si encontramos otro sapo de esos para que te lo puedas llevar, ¿qué opináis vosotros?
El muchacho de cabello blanco parecía estar de acuerdo con lo que él había planteado, darle un mano y prestarle sus ojos para encontrar otro espécimen que sirviese a su causa. Pero casi al momento el shinobi grosero de Uzushiogakure abrió la boca para hacer gala de sus buenos modales nuevamente.
Lo que Eri-chan quiera está bien para mí. Pero si uno de esos bichos se acerca demasiado le cortaré la cabeza.
Los ojos del joven médico se posaron ligeramente sobre su persona. Su mirada no se alteró mucho más que por la ceja que arqueó ligeramente.
¿Le cortaré la cabeza? ¿Lo dice acaso por el sapo? Eso entorpecería mi jornada más de lo que ya ha causado su presencia aquí... Y si no se refiere al sapo... no creo que sea tan estúpido como para amenazar a un shinobi de otra aldea así de gratuito...
Pensaba mientras bajaba la mirada hasta la mancha que había quedado en el piso a causa del veneno perdido.
Nabi-san, no pasa nada, mantendremos una distancia prudente.
Escuchaba las palabras de la bien llevada kunoichi, pero no podía evitar pensar en como podría terminar toda aquella situación.
Está bien Manase-san, ¡te ayudaremos a buscarlo! ¿Tienes alguna pista de dónde suelen vivir, o qué les gusta? Para ir cogiendo ideas de dónde buscar...
Finalmente levantó su mirada e hizo contacto con los bellos ojos de la muchacha del Remolino. Con ella no había razón para tener problema alguno, a pesar del riesgo que se planteó aún quería darle una mano y ayudarlo a encontrar otro bicho para que pueda trabajar.
Les estoy agradecido por ofrecerse a ayudarme.
Dijo haciendo una ligera reverencia sin perder a nadie de vista. No había contestado las preguntas de la joven Furukawa pero para eso había una razón.
He tomado una decisión después de escuchar los comentarios del os presentes, seguiré la búsqueda por mi propia cuenta y en solitario.
A esas alturas imaginaba que sería correcto dar una explicación de por qué tomaba esa postura.
Su compañero, con sus pésimos modales y sus ya expresadas intensiones no representa otra cosa que un riesgo a esta empresa. No deseo tentar más a la suerte y arriesgarme a perder otro sapo por su culpa.
A medida que iba hablando, su tono de voz no era muy diferente del de hacía un momento atrás. No podía pedirles que le dejasen atrás, porque eso no iba a pasar, los seguiría y no haría otra cosa que molestar. No podía llevarlo tampoco, podría matar a un sapo o amenazarlo de alguna forma una vez hubiese atrapado uno en buen estado. Como sea que lo pensase, la misión no podía seguir con él presente.
No le agradaba el rechazar esa ayuda, pero debía hacerlo.
Hablo - Pienso