27/02/2017, 17:56
— Les estoy agradecido por ofrecerse a ayudarme.
La joven esperaba pacientemente por las respuestas a sus preguntas...
— He tomado una decisión después de escuchar los comentarios de los presentes, seguiré la búsqueda por mi propia cuenta y en solitario. Su compañero, con sus pésimos modales y sus ya expresadas intenciones no representa otra cosa que un riesgo a esta empresa. No deseo tentar más a la suerte y arriesgarme a perder otro sapo por su culpa.
... Respuestas que no llegaron nunca.
«¿Acaso... Hicimos algo mal?»
La única fémina del grupo se sentía como si un balde de agua helada cayese sobre su cabeza, empapándola de arriba a abajo. Sabía que por su culpa, únicamente por su culpa y la de nadie más; aquel sapo había desaparecido y el médico no pudo ir en su búsqueda por curarla, a ella, quien había hecho huir al sapo.
Sus ojos se oscurecieron y su sonrisa se borró, pero no podía culpar su decisión, era normal.
— No pasa nad...
Pero sus palabras fueron eclipsadas por el discurso del rubio, que ni corto ni perezoso lanzó todo tipo de armas arrojadizas en forma de palabras hacia el de la Lluvia. Eri lo miró entre horrorizada y apenada. ¿Es que tenían que estar siempre en disputas? ¡Si no había pasado nada!
¡Ella solo quería que todos estuviesen bien los unos con los otros!
— Lo sentimos mucho Manase-san por no ser de ayuda, discúlpanos, a todos, y suerte con su búsqueda. — Alegó en tono amargo y dulcemente triste. — Nabi-san, por favor, es suficiente... Toda la culpa la tengo yo por haber interferido entre el sapo y Manase-san, la única que tiene la culpa soy yo—suspiró—. No digas esas cosas, por favor.
Luego miró a Riko con culpabilidad en el color de sus ojos, volvió a fijar la mirada en Mogura para hacer una pequeña reverencia y por último posó sus ojos en Nabi, sin saber describir aquella mirada.
— Lo mejor será que me vaya... — «Para no causar más problemas...»
Y dio media vuelta, arrancando de cuajo las ganas de conocer el Valle del Fin, de su historia, y de sus alrededores. Y con un amargo sabor en la boca.
La joven esperaba pacientemente por las respuestas a sus preguntas...
— He tomado una decisión después de escuchar los comentarios de los presentes, seguiré la búsqueda por mi propia cuenta y en solitario. Su compañero, con sus pésimos modales y sus ya expresadas intenciones no representa otra cosa que un riesgo a esta empresa. No deseo tentar más a la suerte y arriesgarme a perder otro sapo por su culpa.
... Respuestas que no llegaron nunca.
«¿Acaso... Hicimos algo mal?»
La única fémina del grupo se sentía como si un balde de agua helada cayese sobre su cabeza, empapándola de arriba a abajo. Sabía que por su culpa, únicamente por su culpa y la de nadie más; aquel sapo había desaparecido y el médico no pudo ir en su búsqueda por curarla, a ella, quien había hecho huir al sapo.
Sus ojos se oscurecieron y su sonrisa se borró, pero no podía culpar su decisión, era normal.
— No pasa nad...
Pero sus palabras fueron eclipsadas por el discurso del rubio, que ni corto ni perezoso lanzó todo tipo de armas arrojadizas en forma de palabras hacia el de la Lluvia. Eri lo miró entre horrorizada y apenada. ¿Es que tenían que estar siempre en disputas? ¡Si no había pasado nada!
¡Ella solo quería que todos estuviesen bien los unos con los otros!
— Lo sentimos mucho Manase-san por no ser de ayuda, discúlpanos, a todos, y suerte con su búsqueda. — Alegó en tono amargo y dulcemente triste. — Nabi-san, por favor, es suficiente... Toda la culpa la tengo yo por haber interferido entre el sapo y Manase-san, la única que tiene la culpa soy yo—suspiró—. No digas esas cosas, por favor.
Luego miró a Riko con culpabilidad en el color de sus ojos, volvió a fijar la mirada en Mogura para hacer una pequeña reverencia y por último posó sus ojos en Nabi, sin saber describir aquella mirada.
— Lo mejor será que me vaya... — «Para no causar más problemas...»
Y dio media vuelta, arrancando de cuajo las ganas de conocer el Valle del Fin, de su historia, y de sus alrededores. Y con un amargo sabor en la boca.