22/03/2017, 20:17
El Uchiha tuvo que contenerse para no soltar un bufido de resignación ante las palabras de la anciana, y simplemente hizo rodar sus hombros con gesto que parecía decir «pues vale, lo que tú digas». No en vano a aquellas alturas de la noche, sus esperanzas de obtener respuestas —o siquiera una pizca de información relacionada con todo aquel misterioso asunto— se había desvanecido ya como humo bajo la lluvia. Tenía claro que aquella anciana probablemente sabía incluso menos que ellos, y que simplemente habría recibido una buena suma de dinero por acogerles y ponerles todos aquellos manjares por delante hasta que al buen escultor le viniese en gana hacer acto de presencia. Cosa que, a decir verdad, enfadaba de sobremanera al Uchiha, que ya sentía cómo estaba perdiendo el tiempo en Kotai.
Por suerte Kaido —mucho menos educado que el Uchiha— dio voz a todos y cada uno de sus pensamientos. Akame sintió una extraña sensación de alivio y no pudo evitar sentir que, pese a las evidentes diferencias que había entre ellos, eran rematadamente parecidos. A su estilo, ambos parecían perseguir sus objetivos con firmeza y determinación.
Ni siquiera pudo contener una sonrisa cuando el niño-pez hizo referencia a la solitaria condición del anciano y al opulento busto de Noemi.
—Me gustaría estar tan seguro como tú acerca de qué es todo esto, Kaido-kun —comentó de repente Akame—. A decir verdad, no he recibido una sola respuesta en el tiempo que llevo aquí, ni tampoco durante el viaje, que no fue corto precisamente.
El Uchiha se irguió en su asiento, tratando de parecer imponente —no lo consiguió—, y enunció con voz grave.
—Si usted no va a decirnos de qué trata este misterioso asunto, le recomiendo que pregunte al señor Nishijima. El tiempo de un ninja es valioso, y yo ya he perdido demasiado aquí con viejas historias y promesas vanas —su tono sonaba demasiado encendido, así que intentó calmarse. Ya más sosegado, agregó—. Si mañana no he recibido ni una sola respuesta a las preguntas que se han formulado aquí esta noche, tengan por seguro tanto usted como el señor escultor que me marcharé de Kotai para no volver. Es irrespetuoso hacer perder el tiempo de esta manera a unos shinobi.
Por suerte Kaido —mucho menos educado que el Uchiha— dio voz a todos y cada uno de sus pensamientos. Akame sintió una extraña sensación de alivio y no pudo evitar sentir que, pese a las evidentes diferencias que había entre ellos, eran rematadamente parecidos. A su estilo, ambos parecían perseguir sus objetivos con firmeza y determinación.
Ni siquiera pudo contener una sonrisa cuando el niño-pez hizo referencia a la solitaria condición del anciano y al opulento busto de Noemi.
—Me gustaría estar tan seguro como tú acerca de qué es todo esto, Kaido-kun —comentó de repente Akame—. A decir verdad, no he recibido una sola respuesta en el tiempo que llevo aquí, ni tampoco durante el viaje, que no fue corto precisamente.
El Uchiha se irguió en su asiento, tratando de parecer imponente —no lo consiguió—, y enunció con voz grave.
—Si usted no va a decirnos de qué trata este misterioso asunto, le recomiendo que pregunte al señor Nishijima. El tiempo de un ninja es valioso, y yo ya he perdido demasiado aquí con viejas historias y promesas vanas —su tono sonaba demasiado encendido, así que intentó calmarse. Ya más sosegado, agregó—. Si mañana no he recibido ni una sola respuesta a las preguntas que se han formulado aquí esta noche, tengan por seguro tanto usted como el señor escultor que me marcharé de Kotai para no volver. Es irrespetuoso hacer perder el tiempo de esta manera a unos shinobi.