12/04/2017, 04:43
—Te lo explicaré por el camino —respondió a Kotetsu, que no entendía qué tenía que ver Noemi en todo aquello.
Sin prestar mayor atención a los detalles de la casa —algunos semi-cubiertos hábilmente por el cuerpo de Kotetsu—, Haskoz cruzó la habitación y salió al exterior, descendiendo por la pared cual insecto y dirigiéndose al Barrio de los Pétalos.
Mientras tanto, reveló a Kotetsu como su novia —Noemi—, le había indicado que el tal Chokichi se la había intentado ligar. Eso y que ahora le robaba unas invitaciones para una fiesta VIP… pues solo había que sumar dos y dos. Y más siendo Noemi de la que estaban hablando.
Cuando llegaron al Barrio de los Pétalos, en seguida se dieron cuenta de que allí se respiraba un aire distinto. No era que fuese más o menos puro, no. Sino que todo era mucho más… ostentoso. Los humildes edificios de pisos eran ahora sustituidos por grandes chalés unifamiliares. Las vallas —o la ausencia de éstas—, por enormes y largos murales. Y la sencillez y el utilitarismo había dado paso al lujo y a las figuras de piedra extravagantes decorando las entradas de las casas.
Tras un breve rato deambulando por las anchas calles del barrio, Haskoz se detuvo frente a la entrada de una mansión, y es que la palabra casa le quedaba demasiado pequeña. Enorme, estratosférica, a la que se llegaba a través de un caminito de piedra que partía en dos un cuidado y colorido jardín. Los enormes portones de la entrada estaban abiertos, y dos jóvenes —rozando la treintena—, parecían custodiarla. Uno era de pelo largo, recogido en una sencilla cola de caballo y con una lanza entre sus manos. El otro, con una larga coleta que le llegaba hasta la cintura, no parecía poseer ningún arma.
Ambos eran rubios y de piel blanca como la leche.
Sin prestar mayor atención a los detalles de la casa —algunos semi-cubiertos hábilmente por el cuerpo de Kotetsu—, Haskoz cruzó la habitación y salió al exterior, descendiendo por la pared cual insecto y dirigiéndose al Barrio de los Pétalos.
Mientras tanto, reveló a Kotetsu como su novia —Noemi—, le había indicado que el tal Chokichi se la había intentado ligar. Eso y que ahora le robaba unas invitaciones para una fiesta VIP… pues solo había que sumar dos y dos. Y más siendo Noemi de la que estaban hablando.
Cuando llegaron al Barrio de los Pétalos, en seguida se dieron cuenta de que allí se respiraba un aire distinto. No era que fuese más o menos puro, no. Sino que todo era mucho más… ostentoso. Los humildes edificios de pisos eran ahora sustituidos por grandes chalés unifamiliares. Las vallas —o la ausencia de éstas—, por enormes y largos murales. Y la sencillez y el utilitarismo había dado paso al lujo y a las figuras de piedra extravagantes decorando las entradas de las casas.
Tras un breve rato deambulando por las anchas calles del barrio, Haskoz se detuvo frente a la entrada de una mansión, y es que la palabra casa le quedaba demasiado pequeña. Enorme, estratosférica, a la que se llegaba a través de un caminito de piedra que partía en dos un cuidado y colorido jardín. Los enormes portones de la entrada estaban abiertos, y dos jóvenes —rozando la treintena—, parecían custodiarla. Uno era de pelo largo, recogido en una sencilla cola de caballo y con una lanza entre sus manos. El otro, con una larga coleta que le llegaba hasta la cintura, no parecía poseer ningún arma.
Ambos eran rubios y de piel blanca como la leche.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado