20/04/2017, 15:17
(Última modificación: 20/04/2017, 15:22 por Uchiha Datsue.)
—Haskoz-kun… ¿Estás seguro de que esa chica, Noemi, es tu novia? Es que la diferencia que parece haber en su nivel social es penosamente evidente.
Haskoz inspiró hondo por la nariz, contó hasta tres y dejó escapar el aire lentamente. Los guardias, algo alejados, parecían no haberse enterado de la pregunta.
—Ya ves. Como te lo estarás imaginando… No, no fue nada fácil. De familia rica, bien posicionada socialmente ¡y aun por encima guapa! —exclamó, como si aquello fuese el mayor pecado que cualquiera pudiese cometer—. Vaya que me lo pensé, sí. Demasiados defectos… Pero dicen que el amor supera todo tipo de obstáculos, ¿no? —preguntó, socarrón—. Supongo que fue eso lo que pasó.
—Espero que al menos su casa esté tan patas arriba como la tuya. Eso ayudaría a equilibrar la balanza...
—¡Ja!, para ser tu primer chiste no está nada mal —le rebatió, nada acostumbrado a que él fuese el objeto de las bromas. Tenía que reconocer que era más divertido hacerlas que recibirlas.
Además, lo cierto era que Haskoz no tenía ni idea de cómo era la casa de Noemi en su interior. Noemi le había prohibido, rogado y pedido —no necesariamente por ese orden—, que no se acercase ni loco a su mansión. No le había contado porqué, aunque al Uchiha se le ocurrían varias opciones. Una de ellas, como perspicazmente había mencionado Kotetsu, era la tremenda diferencia social y económica que había entre ellos. Lo más probable era que tuviese miedo o vergüenza por lo que opinarían sus padres de saber que andaba con un plebeyo como él.
—Supongo que conoces a los guardias de Noemi-san, ¿no?
Un ataque de tos invadió a Hakoz de pronto.
—Ehm… ¡Ejem! Bueno, estos precisamente no. Creo que van cambiando dependiendo del día, ¿sabes? Cosas de ricos…
Como ya no podía recular —Noemi tendría que entender que aquello era asunto de Estado—, recortó la corta distancia que lo separaba de la entrada y, sin andarse con rodeos, preguntó:
—¿Han visto un muchacho pelirrojo, de cabellos rizados… —alzó una mano a la altura de su cuello—, y esta estatura, más o menos, pasar por aquí?
Los guardias, con gesto serio, le miraron inquisitivos. Fue el de la lanza el primero en arrancar a hablar.
—¿Quién pregunta?
—Uchiha Haskoz.
—¿Uchiha…?
—…Haskoz.
Ambos guardias intercambiaron una mirada que el gennin no alcanzó a descifrar. Luego, tras unos momentos de incertidumbre, el guardia volvió a hablar:
—No. Por aquí no ha pasado nadie de esas características.
Haskoz inspiró hondo por la nariz, contó hasta tres y dejó escapar el aire lentamente. Los guardias, algo alejados, parecían no haberse enterado de la pregunta.
—Ya ves. Como te lo estarás imaginando… No, no fue nada fácil. De familia rica, bien posicionada socialmente ¡y aun por encima guapa! —exclamó, como si aquello fuese el mayor pecado que cualquiera pudiese cometer—. Vaya que me lo pensé, sí. Demasiados defectos… Pero dicen que el amor supera todo tipo de obstáculos, ¿no? —preguntó, socarrón—. Supongo que fue eso lo que pasó.
—Espero que al menos su casa esté tan patas arriba como la tuya. Eso ayudaría a equilibrar la balanza...
—¡Ja!, para ser tu primer chiste no está nada mal —le rebatió, nada acostumbrado a que él fuese el objeto de las bromas. Tenía que reconocer que era más divertido hacerlas que recibirlas.
Además, lo cierto era que Haskoz no tenía ni idea de cómo era la casa de Noemi en su interior. Noemi le había prohibido, rogado y pedido —no necesariamente por ese orden—, que no se acercase ni loco a su mansión. No le había contado porqué, aunque al Uchiha se le ocurrían varias opciones. Una de ellas, como perspicazmente había mencionado Kotetsu, era la tremenda diferencia social y económica que había entre ellos. Lo más probable era que tuviese miedo o vergüenza por lo que opinarían sus padres de saber que andaba con un plebeyo como él.
—Supongo que conoces a los guardias de Noemi-san, ¿no?
Un ataque de tos invadió a Hakoz de pronto.
—Ehm… ¡Ejem! Bueno, estos precisamente no. Creo que van cambiando dependiendo del día, ¿sabes? Cosas de ricos…
Como ya no podía recular —Noemi tendría que entender que aquello era asunto de Estado—, recortó la corta distancia que lo separaba de la entrada y, sin andarse con rodeos, preguntó:
—¿Han visto un muchacho pelirrojo, de cabellos rizados… —alzó una mano a la altura de su cuello—, y esta estatura, más o menos, pasar por aquí?
Los guardias, con gesto serio, le miraron inquisitivos. Fue el de la lanza el primero en arrancar a hablar.
—¿Quién pregunta?
—Uchiha Haskoz.
—¿Uchiha…?
—…Haskoz.
Ambos guardias intercambiaron una mirada que el gennin no alcanzó a descifrar. Luego, tras unos momentos de incertidumbre, el guardia volvió a hablar:
—No. Por aquí no ha pasado nadie de esas características.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado