21/04/2017, 15:56
El Romeo Paisa que por momentos parecía tener por compañero se adelantó, dispuesto a demostrar que Kotetsu se equivocaba, para entablar conversación con los imponentes guardias. Akame no sabía si eran ninjas o no, pero desde luego no hacía falta más que un vistazo para darse cuenta de que no se trataba de dos gualtrapas cualesquiera. Entonces deseó que al menos algo saliese bien en su gran primera misión.
Caminó tras Haskoz con temple y seguridad —o, al menos, eso intentaba aparentar—. Quería apoyar a su camarada, demostrarle a él, y a los guardias, que aquel chico de pelo blanco y ojos amielados no estaba solo... O eso era lo que podía pensarse. En realidad Akame se había colocado allí, justo detrás de su primo lejano, para no perder detalle de la conversación. Por muy irresponsable, desordenado y ligón que fuese su compañero Haskoz, había demostrado ser un shinobi con recursos y muy hábil. Akame siempre se sorprendía con la facilidad que aquel chico tenía para hacer bailar una conversación a su son.
No parecía que fuese a ser una de aquellas veces. Kotetsu le expresó discretamente sus temores, y el Uchiha asintió. No podían irse de allí tan fácilmente, con las manos vacías y...
—Disculpe —intervino el de Tanzaku, sacando el pergamino que les acreditaba como shinobis en misión oficial—. Nuestra visita se debe a que estamos en una misión encargada personalmente por la Uzukage. Es de gran importancia que encontremos a este individuo...
Calló un momento, pensativo. Estuvo a punto de darle la razón a Kotetsu y pedir ese encargo a los guardias, pero entonces se le ocurrió otra idea. Una mucho más atrevida.
—¿La señorita Sakamoto Noemi se encuentra aquí?
Caminó tras Haskoz con temple y seguridad —o, al menos, eso intentaba aparentar—. Quería apoyar a su camarada, demostrarle a él, y a los guardias, que aquel chico de pelo blanco y ojos amielados no estaba solo... O eso era lo que podía pensarse. En realidad Akame se había colocado allí, justo detrás de su primo lejano, para no perder detalle de la conversación. Por muy irresponsable, desordenado y ligón que fuese su compañero Haskoz, había demostrado ser un shinobi con recursos y muy hábil. Akame siempre se sorprendía con la facilidad que aquel chico tenía para hacer bailar una conversación a su son.
No parecía que fuese a ser una de aquellas veces. Kotetsu le expresó discretamente sus temores, y el Uchiha asintió. No podían irse de allí tan fácilmente, con las manos vacías y...
—Disculpe —intervino el de Tanzaku, sacando el pergamino que les acreditaba como shinobis en misión oficial—. Nuestra visita se debe a que estamos en una misión encargada personalmente por la Uzukage. Es de gran importancia que encontremos a este individuo...
Calló un momento, pensativo. Estuvo a punto de darle la razón a Kotetsu y pedir ese encargo a los guardias, pero entonces se le ocurrió otra idea. Una mucho más atrevida.
—¿La señorita Sakamoto Noemi se encuentra aquí?