30/04/2017, 22:32
(Última modificación: 30/04/2017, 22:33 por Uchiha Datsue.)
—Bueno, Haskoz–kun, debo admitir que es una señorita un poco descuidada, pero también es bonita… creo.
—Gracias compañero —apenas murmuró, en el alto al fuego que le brindó Noemi—. Yo también lo creo.
Gracias a los Dioses, Kōtetsu parecía ser un hombre de honor. Un hombre como los de antaño, de valores antiguos y con las leyes de la camaradería grabadas a fuego en el pecho. No como Riko… Debido a la intervención de Kōtetsu, Noemi pareció más convencida, creyendo la mentira que ambos shinobis le estaban contando.
—Más te vale no me estés mintiendo porque me enteraré. Como me hayas mentido haré que te arranques los huevos con los dientes, ¿entendiste?
—Sí, yo también te quiero —todavía no entendía esa obsesión porque no le viesen en su casa. Vale que él era pobre, pero… ¿tanto se avergonzaba?
—No vuelvas a aparecer por aquí si no es conmigo, ¿entendido? —repitió la Sakamoto, por si no le había quedado lo suficiente claro.
—¡Claro y cristalino! —exclamó, sin pensar, furioso por tanta queja sin aparente sentido—. No te preocupes por eso. Quizá ya ni vuelva. ¡Ni sin ti ni contigo!
Palabras aciagas. Mucho más de lo que ninguno de los tres ninjas se podía imaginar en aquellos momentos. Funestas y fatídicas. El Uchiha giró sobre sus talones, dándole la espalda a Noemi, a Kōtetsu, y se alejó de ellos dando grandes zancadas, justo en dirección a la esquina por donde había desaparecido Akame…
Como un depredador consumado, el Uchiha se abalanzó sobre su presa con una destreza inusitada. Lo primero era lo primero: inmovilizarle. Luego, llegarían los zarpazos…
—Soco…
¡Crack! ¡Plac! Nariz rota. Boca llena de un líquido rojo carmesí, espeso. Los ojos saltones del muchacho, tan dilatados por el miedo que su pupila apenas era un puntito negro dentro de un mar azul, parecieron reconocerle. ¿Y cómo no iba a reconocerle? Uchiha Akame nunca había sido el más popular de la clase, pero no por ello era menos conocido. El Devoralibros. Así lo llamaban algunos a sus espaldas.
—A-akame-kun… —logró apenas balbucear, con los labios hinchados y ensangrentados. Sus ojos vidriosos recordaban al de un pobre animal que se veía acorralado por su máximo depredador—. ¿Por… Por qué?
—Gracias compañero —apenas murmuró, en el alto al fuego que le brindó Noemi—. Yo también lo creo.
Gracias a los Dioses, Kōtetsu parecía ser un hombre de honor. Un hombre como los de antaño, de valores antiguos y con las leyes de la camaradería grabadas a fuego en el pecho. No como Riko… Debido a la intervención de Kōtetsu, Noemi pareció más convencida, creyendo la mentira que ambos shinobis le estaban contando.
—Más te vale no me estés mintiendo porque me enteraré. Como me hayas mentido haré que te arranques los huevos con los dientes, ¿entendiste?
—Sí, yo también te quiero —todavía no entendía esa obsesión porque no le viesen en su casa. Vale que él era pobre, pero… ¿tanto se avergonzaba?
—No vuelvas a aparecer por aquí si no es conmigo, ¿entendido? —repitió la Sakamoto, por si no le había quedado lo suficiente claro.
—¡Claro y cristalino! —exclamó, sin pensar, furioso por tanta queja sin aparente sentido—. No te preocupes por eso. Quizá ya ni vuelva. ¡Ni sin ti ni contigo!
Palabras aciagas. Mucho más de lo que ninguno de los tres ninjas se podía imaginar en aquellos momentos. Funestas y fatídicas. El Uchiha giró sobre sus talones, dándole la espalda a Noemi, a Kōtetsu, y se alejó de ellos dando grandes zancadas, justo en dirección a la esquina por donde había desaparecido Akame…
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Como un depredador consumado, el Uchiha se abalanzó sobre su presa con una destreza inusitada. Lo primero era lo primero: inmovilizarle. Luego, llegarían los zarpazos…
—Soco…
¡Crack! ¡Plac! Nariz rota. Boca llena de un líquido rojo carmesí, espeso. Los ojos saltones del muchacho, tan dilatados por el miedo que su pupila apenas era un puntito negro dentro de un mar azul, parecieron reconocerle. ¿Y cómo no iba a reconocerle? Uchiha Akame nunca había sido el más popular de la clase, pero no por ello era menos conocido. El Devoralibros. Así lo llamaban algunos a sus espaldas.
—A-akame-kun… —logró apenas balbucear, con los labios hinchados y ensangrentados. Sus ojos vidriosos recordaban al de un pobre animal que se veía acorralado por su máximo depredador—. ¿Por… Por qué?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado