4/05/2017, 17:13
(Última modificación: 4/05/2017, 17:13 por Uchiha Akame.)
«¡Ah, por todos los dioses, qué señora más pesada!», pensaba el Uchiha mientras caminaba en dirección al Edificio del Uzukage. El cielo anaranjado y rojizo ofrecía una estampa bellísima, con las furiosas corrientes de aguas revueltas girando alrededor del gran edificio, uno de los puntos más céntricos de la aldea, que se recortaba contra la estampa del atardecer. «Al menos esta galletas están riquísimas» concedió mientras todavía masticaba una.
Pese a todo, el Uchiha estaba bastante satisfecho con su contribución al éxito de la misión. Había sido el primero en darse cuenta de que Chokichi les estaba siguiendo, y también el que le había dado caza y recuperado las invitaciones. De nuevo en su fuero interno, orgullo y templanza mantenían una cruenta lucha. Oyó la voz de su maestra; «Eres un ninja. El trabajo bien hecho es tu trabajo».
Sea como fuere, Akame caminaba alegre y emocionado. Estaba seguro de que también sería el primero en completar la entrega, por lo que antes incluso de llegar al punto de reunión acordado, ya pensaba cómo matar el tiempo mientras esperase a sus compañeros...
—Oh, Kotetsu-kun —exclamó el Uchiha, verdaderamente sorprendido y algo decepcionado.
La figura inconfundible de su compañero de armas se distinguía sobre uno de los bancos de piedra que flanqueaban el paso al Edificio. Akame se sentó junto a él.
—Vaya, ehm, así que... Sólo queda Haskoz-kun —dijo después, resaltando lo obvio.
Pese a todo, el Uchiha estaba bastante satisfecho con su contribución al éxito de la misión. Había sido el primero en darse cuenta de que Chokichi les estaba siguiendo, y también el que le había dado caza y recuperado las invitaciones. De nuevo en su fuero interno, orgullo y templanza mantenían una cruenta lucha. Oyó la voz de su maestra; «Eres un ninja. El trabajo bien hecho es tu trabajo».
Sea como fuere, Akame caminaba alegre y emocionado. Estaba seguro de que también sería el primero en completar la entrega, por lo que antes incluso de llegar al punto de reunión acordado, ya pensaba cómo matar el tiempo mientras esperase a sus compañeros...
—Oh, Kotetsu-kun —exclamó el Uchiha, verdaderamente sorprendido y algo decepcionado.
La figura inconfundible de su compañero de armas se distinguía sobre uno de los bancos de piedra que flanqueaban el paso al Edificio. Akame se sentó junto a él.
—Vaya, ehm, así que... Sólo queda Haskoz-kun —dijo después, resaltando lo obvio.