3/07/2017, 16:53
La joven se encontraba distraída, con la cabeza apoyada en una de sus manos mientras dejaba al viento mecer sus cabellos sueltos, hasta que su tranquilidad y silencio se vio agredido por una joven voz que se encontraba casi a su lado.
— Hola. ¿Has venido a ver el lago?
— Ho-
Pero nunca pudo devolverle la sonrisa ni contestarle de forma agradable pues una persona apareció volando, dispuesta a propinar un ataque al joven que acababa de saludarla tranquilamente, con la pierna liderando su cuerpo. Eri lo veía en tercera persona, ajena a lo que estaba ocurriendo pues había reconocido al instante de quién se trataba.
No era ni más ni menos que Nabi.
Quiso correr a interponerse entre la patada y el pobre chaval a la que iba dirigida, pero al haber estado de espaldas al agresor no era físicamente posible frenar aquel impacto a no ser que el propio agredido hiciese algo para intentar evitarlo.
— ¡¿Cómo has podido, Juro?! Pensaba que lo nuestro era especial y mirate, eres un shinobi, me engañaste, me mentiste, a mi, a la cara. ¡Qué vergüenza!
Esas fueron las palabras que le dedicó el Senju al chico, y aunque Nabi intentase decirle algo a ella, la joven estaba en un shock profundo sin entender nada de lo que había ocurrido en unos pocos segundos.
— Hola. ¿Has venido a ver el lago?
— Ho-
Pero nunca pudo devolverle la sonrisa ni contestarle de forma agradable pues una persona apareció volando, dispuesta a propinar un ataque al joven que acababa de saludarla tranquilamente, con la pierna liderando su cuerpo. Eri lo veía en tercera persona, ajena a lo que estaba ocurriendo pues había reconocido al instante de quién se trataba.
No era ni más ni menos que Nabi.
Quiso correr a interponerse entre la patada y el pobre chaval a la que iba dirigida, pero al haber estado de espaldas al agresor no era físicamente posible frenar aquel impacto a no ser que el propio agredido hiciese algo para intentar evitarlo.
— ¡¿Cómo has podido, Juro?! Pensaba que lo nuestro era especial y mirate, eres un shinobi, me engañaste, me mentiste, a mi, a la cara. ¡Qué vergüenza!
Esas fueron las palabras que le dedicó el Senju al chico, y aunque Nabi intentase decirle algo a ella, la joven estaba en un shock profundo sin entender nada de lo que había ocurrido en unos pocos segundos.