16/07/2017, 23:49
Juro sonrió un poco, ante la amabilidad de la chica. Furukawa Eri se había llamado así misma. Por alguna razón, ese nombre martilleaba en la conciencia de Juro. Lo había escuchado...
« Oh tío. Ya me acuerdo... »
Ella era Eri, la chica de la que Nabi le había hablado. La kunoichi super talentosa que algún día sería kage y de la que Nabi parecía sentir algún tipo de atracción. La tenía delante suyo y él casi ni se había dado cuenta. Había sido idiota. Juro se sorprendió un poco; la chica tenía una apariencia modesta, no parecía desde luego una poderosa ninja. Pero tampoco podía ir por ahí anudándolo.
Al menos había tenido suerte. Parecía que aún no había ascendido a Kage. Podía hablar con ella.
— Es un alivio escuchar que estás bien, Juro-san. Aunque bueno, para eso están los ninjas médicos.
— Gracias... — murmuró. Nabi tenía razón. Además de poderosa era muy amable.
Por otro lado, Eri se volvió hacia él y preguntó acerca de su relación y cómo se habían conocido. Hasta el momento, Nabi se había mantenido en silencio, sin aceptar sus disculpas ni darle otra patada. Sin embargo, Juro recordó algo. Una pequeña promesa que se habían hecho antes de que las cosas empeoraran. Quizá contarlo solo echase más leña al fuego, pero también era una oportunidad para calmarle...
Bueno, era ahora o nunca.
— Claro. Por favor, deja que yo me encargue, Nabi — le pidió a su compañero, dirigiéndole una sonrisa cómplice.
« Vamos. Tienes que acordarte. Debes de acordarte »
En un parque abandonado tomando helado, Juro se había comprometido a dejarle bien delante de la chica, maquillando quizá un poco su historia. Aunque no tenía ganas de exagerar, al menos, lo cumpliría. Era su mejor forma de reconciliarse.
— Verás. Un día de verano me encontraba paseando por Tanzaku Gai, en el País del fuego, solo entre las calles. De repente, choque con un hombre grande y fuerte, que tenía un bastón en la mano. Vestía como alguien muy importante — trató de explicarle, con pelos y señales —. Me tiró al suelo y me quede sin saber qué hacer. Iba acompañado de varios hombres musculosos, que parecían ser sus guardaespaldas. Nabi apareció de repente y me ayudó, dándole su merecido a esos tíos sin vacilar y sacándome de ahí.
Juro tomó aire. No había cambiado casi nada la historia, así que tampoco se le notaba la mentira.
— Luego dimos un paseo, charlamos y todo eso —. Ahora venía lo difícil…. —. La cosa es que en ese momento, no llevaba mi bandana, y tampoco llegue a presentarme como ninja. No le di importancia en ese momento, pero puedo entender que Nabi se enfadase, tal y como ya me disculpe.
Formalmente, terminó así su relato. No supo si el otro chico intervendría en algo, recordaría lo que hablaron o simplemente quedaría callado como estaba haciendo. Igualmente, también se saltó la parte donde hablaron de ella y de sus compañeros de aldea. Sería extraño.
« Oh tío. Ya me acuerdo... »
Ella era Eri, la chica de la que Nabi le había hablado. La kunoichi super talentosa que algún día sería kage y de la que Nabi parecía sentir algún tipo de atracción. La tenía delante suyo y él casi ni se había dado cuenta. Había sido idiota. Juro se sorprendió un poco; la chica tenía una apariencia modesta, no parecía desde luego una poderosa ninja. Pero tampoco podía ir por ahí anudándolo.
Al menos había tenido suerte. Parecía que aún no había ascendido a Kage. Podía hablar con ella.
— Es un alivio escuchar que estás bien, Juro-san. Aunque bueno, para eso están los ninjas médicos.
— Gracias... — murmuró. Nabi tenía razón. Además de poderosa era muy amable.
Por otro lado, Eri se volvió hacia él y preguntó acerca de su relación y cómo se habían conocido. Hasta el momento, Nabi se había mantenido en silencio, sin aceptar sus disculpas ni darle otra patada. Sin embargo, Juro recordó algo. Una pequeña promesa que se habían hecho antes de que las cosas empeoraran. Quizá contarlo solo echase más leña al fuego, pero también era una oportunidad para calmarle...
Bueno, era ahora o nunca.
— Claro. Por favor, deja que yo me encargue, Nabi — le pidió a su compañero, dirigiéndole una sonrisa cómplice.
« Vamos. Tienes que acordarte. Debes de acordarte »
En un parque abandonado tomando helado, Juro se había comprometido a dejarle bien delante de la chica, maquillando quizá un poco su historia. Aunque no tenía ganas de exagerar, al menos, lo cumpliría. Era su mejor forma de reconciliarse.
— Verás. Un día de verano me encontraba paseando por Tanzaku Gai, en el País del fuego, solo entre las calles. De repente, choque con un hombre grande y fuerte, que tenía un bastón en la mano. Vestía como alguien muy importante — trató de explicarle, con pelos y señales —. Me tiró al suelo y me quede sin saber qué hacer. Iba acompañado de varios hombres musculosos, que parecían ser sus guardaespaldas. Nabi apareció de repente y me ayudó, dándole su merecido a esos tíos sin vacilar y sacándome de ahí.
Juro tomó aire. No había cambiado casi nada la historia, así que tampoco se le notaba la mentira.
— Luego dimos un paseo, charlamos y todo eso —. Ahora venía lo difícil…. —. La cosa es que en ese momento, no llevaba mi bandana, y tampoco llegue a presentarme como ninja. No le di importancia en ese momento, pero puedo entender que Nabi se enfadase, tal y como ya me disculpe.
Formalmente, terminó así su relato. No supo si el otro chico intervendría en algo, recordaría lo que hablaron o simplemente quedaría callado como estaba haciendo. Igualmente, también se saltó la parte donde hablaron de ella y de sus compañeros de aldea. Sería extraño.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60