19/07/2017, 23:25
(Última modificación: 29/07/2017, 02:48 por Amedama Daruu.)
Un carraspeo a sus espaldas la sobresaltó. Ayame se volvió con un ligero salto, a tiempo de ver a Daruu dirigiéndose hacia ella. No pudo evitar sonrojarse al verle. Iba vestido con un cómodo y fresco jinbei de color verdoso y unas geta a modo de calzado.
«¿Me habré pasado de formal?» Se preguntaba, aterrorizada. ¿Había metido la pata tan pronto?
—Estás... preciosa —dijo Daruu, apartando la mirada. Ayame, sin saber muy bien qué debía responder a aquello, apartó también la mirada mientras farfullaba algún tipo de agradecimiento prácticamente incomprensible—: ¿Algún día podré verte la frente?
—¡NO! —Estalló. Y cuando se dio cuenta de lo exagerada que había sido su reacción y que Daruu sólo parecía haber estado bromeando, intercambió el peso de su cuerpo de una pierna a otra y volvió a apartar la mirada—. Q... quiero decir... yo...
—Como sea. ¿Vamos? —La interrumpió, y le ofreció una mano.
Ayame dudó durante unos instantes, pero al final entrelazó sus dedos con los suyos.
«Su mano es muy cálida...» Se sorprendió pensando, e instantáneamente se le subieron todos los colores al rostro.
Pero nada más dar el primer paso, Daruu trastabilló de repente, se tropezó y apenas consiguió mantener el equilibrio en el último momento antes de caer al suelo.
—¡Ay! Jo, perdón. Ay, jopé. ¡Ay, por qué tenía que empezar mal! —Se lamentaba, llevándose las manos a la cabeza en un gesto desesperado.
Ayame no pudo evitar soltar una carcajada y, armándose de todo el valor que fue capaz de reunir, volvió a cogerle de la mano.
—No ha empezado mal. Por lo menos no te has caído —le dijo, antes de continuar con una sonrisa nerviosa. Se rascó la mejilla con la mano libre—. Esto... ¿adónde vamos exactamente, Daruu-kun? ¿Tenías algo en concreto en mente?
«¿Me habré pasado de formal?» Se preguntaba, aterrorizada. ¿Había metido la pata tan pronto?
—Estás... preciosa —dijo Daruu, apartando la mirada. Ayame, sin saber muy bien qué debía responder a aquello, apartó también la mirada mientras farfullaba algún tipo de agradecimiento prácticamente incomprensible—: ¿Algún día podré verte la frente?
—¡NO! —Estalló. Y cuando se dio cuenta de lo exagerada que había sido su reacción y que Daruu sólo parecía haber estado bromeando, intercambió el peso de su cuerpo de una pierna a otra y volvió a apartar la mirada—. Q... quiero decir... yo...
—Como sea. ¿Vamos? —La interrumpió, y le ofreció una mano.
Ayame dudó durante unos instantes, pero al final entrelazó sus dedos con los suyos.
«Su mano es muy cálida...» Se sorprendió pensando, e instantáneamente se le subieron todos los colores al rostro.
Pero nada más dar el primer paso, Daruu trastabilló de repente, se tropezó y apenas consiguió mantener el equilibrio en el último momento antes de caer al suelo.
—¡Ay! Jo, perdón. Ay, jopé. ¡Ay, por qué tenía que empezar mal! —Se lamentaba, llevándose las manos a la cabeza en un gesto desesperado.
Ayame no pudo evitar soltar una carcajada y, armándose de todo el valor que fue capaz de reunir, volvió a cogerle de la mano.
—No ha empezado mal. Por lo menos no te has caído —le dijo, antes de continuar con una sonrisa nerviosa. Se rascó la mejilla con la mano libre—. Esto... ¿adónde vamos exactamente, Daruu-kun? ¿Tenías algo en concreto en mente?