27/07/2017, 01:28
— ¡Venga Nabi-kun! Dale cuartelillo, él ya ha pedido perdón ante lo sucedido, ya está... Además Juro-san parece una buena persona, que se le escape un detalle que a lo mejor no quiso compartir no es para hacerle la cruz. ¿Y qué tal Juro-san? Estás aquí por el torneo así que tendrás muchas habilidades, ¿cuál es tu especialidad?
Lo peor era que a veces la voz de mi conciencia y Eri decían lo mismo al mismo tiempo y se me cruzaban los canales auditivos y se me freían momentaneamente las neuronas, haciendo más improbable que llegase a argumentarme o a argumentarle porqué había que odiar a los Kuseños.
Y encima tenía toda la pinta de que Juro no había entendido ni papa de lo que le intenté colar a través del codigo mágico de hablar con palabras complejas y oraciones de significado sesgado. De hecho, no sé de donde pude llegar a pensar que un kuseño iba a entender ese código antes que una Uzunesa.
Pero espera, que todavía hay más desgracias pues su conversación no paraba sino de ir a mejor y cada vez parecían más amigos de toda la vida. Estaba claro que ya no tenía más cartas que jugar en mi defensa ni en mi ofensa. Solo quedaba decir, Hakuna Matata.
O eso pensaba, hasta que Eri-sama en su infinita sabiduria sacó el machete.
¿Y qué tal Juro-san? Estás aquí por el torneo así que tendrás muchas habilidades, ¿cuál es tu especialidad?
¡Pum! Directo al corazón del shinobi. Juro se atragantó con su propia respiración ante el machetazo de inocencia de Eri.
— Bueno bueno, tampoco diría que soy tan habilidoso. Si no tendría menos problemas No soy de ningún clan famoso. Provengo de una familia de mercaderes, mi misma hermana lleva una tienda, así que me hago mis propias armas y se bastante del tema. Si necesitáis ayuda para alguna reparación o construcción, solo tenéis que pedírlo. Suele ser mi principal baza.
Tal vez que me hubiese mentido una vez tan descaradamente me había vuelto más desconfiado pero sentí que algo no nos estaba contando y entonces recordé algo de cuando nos vimos. Llevaba la misma manta a la espalda, y bajo la manta, seguramente, el mismo cachivache.
—También se bastante de hierbas, mezclas, y ese tipo de cosas, así que suelo crear bastantes sustancias por si mis armas fallan ¿Vosotros qué tal?
— ¿Entonces lo que llevas a la espalda es un arma tuya?
Era una pregunta por curiosidad, no fue brusca ni directa como solían ser mis preguntas, pero porque mi intención no era que me contestara a mi, sino que Eri se fijara en el bulto de la espalda y le preguntase ella. Entonces sí que estaría cogido de los huevos, a mi se me puede ignorar, a la inocente y adorable Eri no. Alabada sea Eri-sama.
Lo peor era que a veces la voz de mi conciencia y Eri decían lo mismo al mismo tiempo y se me cruzaban los canales auditivos y se me freían momentaneamente las neuronas, haciendo más improbable que llegase a argumentarme o a argumentarle porqué había que odiar a los Kuseños.
Y encima tenía toda la pinta de que Juro no había entendido ni papa de lo que le intenté colar a través del codigo mágico de hablar con palabras complejas y oraciones de significado sesgado. De hecho, no sé de donde pude llegar a pensar que un kuseño iba a entender ese código antes que una Uzunesa.
Pero espera, que todavía hay más desgracias pues su conversación no paraba sino de ir a mejor y cada vez parecían más amigos de toda la vida. Estaba claro que ya no tenía más cartas que jugar en mi defensa ni en mi ofensa. Solo quedaba decir, Hakuna Matata.
O eso pensaba, hasta que Eri-sama en su infinita sabiduria sacó el machete.
¿Y qué tal Juro-san? Estás aquí por el torneo así que tendrás muchas habilidades, ¿cuál es tu especialidad?
¡Pum! Directo al corazón del shinobi. Juro se atragantó con su propia respiración ante el machetazo de inocencia de Eri.
— Bueno bueno, tampoco diría que soy tan habilidoso. Si no tendría menos problemas No soy de ningún clan famoso. Provengo de una familia de mercaderes, mi misma hermana lleva una tienda, así que me hago mis propias armas y se bastante del tema. Si necesitáis ayuda para alguna reparación o construcción, solo tenéis que pedírlo. Suele ser mi principal baza.
Tal vez que me hubiese mentido una vez tan descaradamente me había vuelto más desconfiado pero sentí que algo no nos estaba contando y entonces recordé algo de cuando nos vimos. Llevaba la misma manta a la espalda, y bajo la manta, seguramente, el mismo cachivache.
—También se bastante de hierbas, mezclas, y ese tipo de cosas, así que suelo crear bastantes sustancias por si mis armas fallan ¿Vosotros qué tal?
— ¿Entonces lo que llevas a la espalda es un arma tuya?
Era una pregunta por curiosidad, no fue brusca ni directa como solían ser mis preguntas, pero porque mi intención no era que me contestara a mi, sino que Eri se fijara en el bulto de la espalda y le preguntase ella. Entonces sí que estaría cogido de los huevos, a mi se me puede ignorar, a la inocente y adorable Eri no. Alabada sea Eri-sama.
—Nabi—