31/07/2017, 21:07
(Última modificación: 1/08/2017, 19:44 por Uchiha Akame.)
Cuando las puertas se abrieron y los dos últimos integrantes de aquella reunión de celebridades —y un puñado de gennin— subieron las escaleras, Akame tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no soltar una pedorreta en el acto. Todavía más le costó no acercarse ligeramente a Datsue, que estaba sentado junto a él, y decirle algo como; «¡Vaya vaya, Sasagani Yota! El kusareño cobarde que decidió quedarse en el barco por "problemas intestinales" en lugar de acompañarnos en aquella maldita isla...» Akame había descartado la posibilidad de que aquel tipo hubiese sabido algo de antemano, pero aun así no le faltaban ganas de darle una buena tunda. Probablemente con otro par de manos, las cosas hubiesen sido más fáciles.
Su mente volvió a la realidad cuando escuchó la potente pero afable voz del Morikage saludando a los recién llegados. Como si de repente hubiese sido consciente de dónde estaba —y, más importante, en compañía de quién— y temiese no ser lo suficientemente formal, el Uchiha se irguió como una estaca y puso ambas manos sobre sus pantalones pesqueros de color arena. Llevaba también una camisa de cuello alto y mangas largas, de color negro y con el símbolo del Clan Uchiha a la espalda; y sus efectos personales colgando del cinturón.
Una brisa fresca meció su melena negra, recogida en una coleta que le llegaba hasta la baja espalda, cuando el muchacho les dedicó a los recién llegados una cortés reverencia. Luego, su mirada azabache pasó a analizar —por sexta o séptima vez— al resto de la comitiva.
Primero, justo frente a ellos, descansaba la delegación de la Aldea Oculta de la Lluvia. Pese a que Akame hubiese esperado encontrarse a tipos raros como Daruu, Kaido o Aiko —y a que la Arashikage hacía honor a aquella creencia que el Uchiha tenía sobre la gente de Ame—, lo que se encontró fue con una muchacha de rostro pálido y expresión cándida y con Manase Mogura, un gennin bastante avispado y formal.
Por parte de Uzushiogakure estaban ellos dos, los Uchiha, como ya les habían empezado a llamar por su desbordante camaradería. La Uzukage, Uzumaki Gouna, y el fallido proyecto de Uzukage, Akimichi Yakisoba. Al principio, cuando los hicieron llamar, Akame había temido que hubiesen contrariado a Gouna de alguna manera y fuesen a compartir el destino de Zoku...
¡Pero al final, había resultado ser todo lo contrario! «Una misión de rango S, en Kusagakure y con el apoyo de todas las Aldeas. ¡Por los dioses, que al fin se reconocen mis méritos! Lo que no tengo claro es qué hace Datsue-kun aquí» pensó Akame, y al instante sonrió, mirando de reojo a su compañero.
Puestos a embarcarse en otra alocada aventura... ¿Con quién mejor?
Su mente volvió a la realidad cuando escuchó la potente pero afable voz del Morikage saludando a los recién llegados. Como si de repente hubiese sido consciente de dónde estaba —y, más importante, en compañía de quién— y temiese no ser lo suficientemente formal, el Uchiha se irguió como una estaca y puso ambas manos sobre sus pantalones pesqueros de color arena. Llevaba también una camisa de cuello alto y mangas largas, de color negro y con el símbolo del Clan Uchiha a la espalda; y sus efectos personales colgando del cinturón.
Una brisa fresca meció su melena negra, recogida en una coleta que le llegaba hasta la baja espalda, cuando el muchacho les dedicó a los recién llegados una cortés reverencia. Luego, su mirada azabache pasó a analizar —por sexta o séptima vez— al resto de la comitiva.
Primero, justo frente a ellos, descansaba la delegación de la Aldea Oculta de la Lluvia. Pese a que Akame hubiese esperado encontrarse a tipos raros como Daruu, Kaido o Aiko —y a que la Arashikage hacía honor a aquella creencia que el Uchiha tenía sobre la gente de Ame—, lo que se encontró fue con una muchacha de rostro pálido y expresión cándida y con Manase Mogura, un gennin bastante avispado y formal.
Por parte de Uzushiogakure estaban ellos dos, los Uchiha, como ya les habían empezado a llamar por su desbordante camaradería. La Uzukage, Uzumaki Gouna, y el fallido proyecto de Uzukage, Akimichi Yakisoba. Al principio, cuando los hicieron llamar, Akame había temido que hubiesen contrariado a Gouna de alguna manera y fuesen a compartir el destino de Zoku...
¡Pero al final, había resultado ser todo lo contrario! «Una misión de rango S, en Kusagakure y con el apoyo de todas las Aldeas. ¡Por los dioses, que al fin se reconocen mis méritos! Lo que no tengo claro es qué hace Datsue-kun aquí» pensó Akame, y al instante sonrió, mirando de reojo a su compañero.
Puestos a embarcarse en otra alocada aventura... ¿Con quién mejor?