2/08/2017, 20:52
(Última modificación: 2/08/2017, 20:55 por Uchiha Datsue.)
Datsue seguía sin creerse que estuviese allí, rodeado de las personas más importantes y poderosas de todo Oonindo. No se lo había creído días atrás, cuando le habían notificado que le requerían para una importante misión en la que tendría que desplazarse a Kusagakure. Tampoco se lo había creído durante el trayecto, mientras se preguntaba por qué narices habían elegido a alguien como él para algo —aparentemente— de vital importancia para la villa. Y ahora, rodeado de los tres Kages de las tres grandes aldeas, menos se lo creía todavía.
«Es culpa mía, joder. Tanto decir “Datsue el Intrépido, Datsue el Intrépito”, y al final la gente se lo cree y se vuelve en mi contra… Me cago en la puta, entiendo que Gouna haya pasado un tiempo fuera de la aldea y de alguna manera se lo haya creído… Pero joder, ¡¿es que no tiene consejeros que le adviertan de cómo soy realmente?! ¿¡O es que estamos tontos!? ¿Una misión de rango S, yo? Eso es como confiársela a un Kusareño, joder. Y hablando de Kusareños… a ver si contengo la lengua y no se me escapa ningún chiste tonto, que ni este es el lugar adecuado ni Gouna parece de muy buen humor»
Pasó su mirada de Gouna, con los ojos cerrados y aparentemente concentrada, a Yakisoba, el hombre que a él le hubiese gustado que fuese Uzukage. Luego se estiró cuanto pudo para lograr ver al otro lado de la enorme montaña que componía la figura del Akimichi, tratando de fijarse nuevamente en el hombre que acompañaba a Kenzou.
Aquel hombre… no era capaz de verle el rostro, pero tenía unas cejas tan largas y encrespadas que escapaban del kasa que le cubría la cara, y su pelo azul estaba recogido en una coleta que le caía sobre un hombro. Un tipo exótico, sin duda. Un tipo del que no te olvidarías una vez visto. ¿Por qué, entonces, le sonaba tanto? ¿Por qué creía conocerle, cuando no le había visto en su vida? «¿Me lo habré cruzado de pequeño alguna vez en la Ribera del Norte?», se preguntó, dándole vueltas. Pero, por más que buceaba en el mar de sus recuerdos, no lograba hallar fragmento alguno semejante a aquel hombre…
La llegada de dos ninjas de Kusagakure le interrumpió los pensamientos. Su mirada fue directa hacia Yota, aquel joven Kusareño que les había abandonado en la Isla Monotonía justo antes de que las cosas se pusieran feas. El gennin habló, asegurando que siempre estaba listo para una misión…
… Datsue tuvo que morderse la lengua para no añadir: «¡… y para correr cuando las cosas se ponen feas! ¡¿Eh, cabrón?!»
«Es culpa mía, joder. Tanto decir “Datsue el Intrépido, Datsue el Intrépito”, y al final la gente se lo cree y se vuelve en mi contra… Me cago en la puta, entiendo que Gouna haya pasado un tiempo fuera de la aldea y de alguna manera se lo haya creído… Pero joder, ¡¿es que no tiene consejeros que le adviertan de cómo soy realmente?! ¿¡O es que estamos tontos!? ¿Una misión de rango S, yo? Eso es como confiársela a un Kusareño, joder. Y hablando de Kusareños… a ver si contengo la lengua y no se me escapa ningún chiste tonto, que ni este es el lugar adecuado ni Gouna parece de muy buen humor»
Pasó su mirada de Gouna, con los ojos cerrados y aparentemente concentrada, a Yakisoba, el hombre que a él le hubiese gustado que fuese Uzukage. Luego se estiró cuanto pudo para lograr ver al otro lado de la enorme montaña que componía la figura del Akimichi, tratando de fijarse nuevamente en el hombre que acompañaba a Kenzou.
Aquel hombre… no era capaz de verle el rostro, pero tenía unas cejas tan largas y encrespadas que escapaban del kasa que le cubría la cara, y su pelo azul estaba recogido en una coleta que le caía sobre un hombro. Un tipo exótico, sin duda. Un tipo del que no te olvidarías una vez visto. ¿Por qué, entonces, le sonaba tanto? ¿Por qué creía conocerle, cuando no le había visto en su vida? «¿Me lo habré cruzado de pequeño alguna vez en la Ribera del Norte?», se preguntó, dándole vueltas. Pero, por más que buceaba en el mar de sus recuerdos, no lograba hallar fragmento alguno semejante a aquel hombre…
La llegada de dos ninjas de Kusagakure le interrumpió los pensamientos. Su mirada fue directa hacia Yota, aquel joven Kusareño que les había abandonado en la Isla Monotonía justo antes de que las cosas se pusieran feas. El gennin habló, asegurando que siempre estaba listo para una misión…
… Datsue tuvo que morderse la lengua para no añadir: «¡… y para correr cuando las cosas se ponen feas! ¡¿Eh, cabrón?!»
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado