4/08/2017, 19:54
Datsue siguió, con sentimientos encontrados, la discusión que se forjó entre Gouna-sama y Yui. Por un lado, él mismo había criticado junto con Akame lo mismo que exponía la Arashikage… Pero una cosa era que le criticase él, y otra muy distinta que lo hiciese una extranjera, por muy Kage que fuese. Algo en su interior —algo que no sabía que tenía— imploraba a la Uzukage que le diese una buena tunda para demostrar quién mandaba allí. «Joder, paso demasiado tiempo con Akame. Me está pegando su patriotismo de mierda…»
Sin embargo, otra parte de él —mucho más ruidosa— rezaba por lo contrario. Mientras todos y cada uno de los presentes se miraban unos a otros, temerosos de que fuese a estallar una batalla campal en aquel mismo momento, el Uchiha desviaba la vista de forma frenética hacia uno y otro lado, como si estuviese buscando algo. Algo que no parecía encontrar… «Chicas… ¡por favor, comportémonos! ¡Que no veo vías de escape asequibles desde mi posición!»
Gracias a los cielos, Kenzou intervino, ejerciendo de mediador, y las nubes que amenazaban con tormenta parecieron clarear. Fue entonces cuando Gouna decidió ir directa al grano y descubrir el misterio de por qué se encontraban allí. Todo había empezado con un encuentro casual con dos extraños encapuchados, uno de los cuales tenía una risa de lo más escalofriante…
Tic, tac. Tic, tac. El sonido de la aguja de un reloj. El Uchiha sacudió la cabeza, extrañado. ¿Por qué le asaltaban de golpe aquellas frases? Recordaba haberlas oído hacía mucho tiempo, pero no recordaba cuando ni donde… Eran como un sueño lejano, un retazo de un recuerdo teñido por las tinieblas del olvido. Trató de agarrarse a él, de sujetarlo… Pero era como tratar de atrapar la niebla, y cuanto más se esforzaba, más se escurría entre sus dedos.
«Maldita sea, ¡concéntrate! Que esto es importante» Sacudió la cabeza y se obligó a sí mismo a escuchar el resto de la historia de Gouna. Una historia que, a medida que se iba desgranando, iba desencajando más y más el rostro de Datsue. «Por Amateratsu, ¿y de qué ayuda servirán unos tristes gennins contra unos tipos como esos?»
A los pocos instantes, Yui puso voz a sus pensamientos, formulando la misma pregunta por él. Gouna fue la encargada de responder, argumentando que tan solo servirían como refuerzo, para solicitar ayuda en caso de necesidad. «Eso si no nos matan antes de que podamos hacer nada… Joder, no veo esto. No lo veo para nada»
Por desgracia, las cartas estaban sobre la mesa, y parecía no haber marcha atrás…
—Está bien, está bien... —refunfuñó Kenzou—. A ver. Entonces, tenemos que decidir a qué sitio va cada uno, pero creo que está bastante claro.
»Mi escuadrón se dirigirá al Árbol Sagrado. Es un lugar común de entrenamiento de nuestra aldea. Además, Yubiwa-kun es de la Ribera Norte, seguro que se mueve por allí como un pez en el agua.
«¡Sabía que le conocía de algo!» Los ojos de Datsue pasaron rápidamente hacia el exótico hombre, y se sorprendió al comprobar que le estaba mirando en aquel instante, con unos orbes tanto o más coloridos todavía que su propio pelo. Incluso le había… ¿guiñado un ojo? Datsue, sin saber cómo interpretar aquello, y sin recordar todavía de qué le conocía, le devolvió el saludo con un movimiento de cabeza.
No sabía por qué, pero ahora se sentía más seguro…
… Una tranquilidad que desapareció en cuánto les tocó levantarse y dirigirse a su destino. Blanco como el mármol, Datsue bajó las escaleras acompañado de Akame y Yakisoba mientras seguía tratando de asimilar todo lo que había ocurrido en aquella sala...
Sin embargo, otra parte de él —mucho más ruidosa— rezaba por lo contrario. Mientras todos y cada uno de los presentes se miraban unos a otros, temerosos de que fuese a estallar una batalla campal en aquel mismo momento, el Uchiha desviaba la vista de forma frenética hacia uno y otro lado, como si estuviese buscando algo. Algo que no parecía encontrar… «Chicas… ¡por favor, comportémonos! ¡Que no veo vías de escape asequibles desde mi posición!»
Gracias a los cielos, Kenzou intervino, ejerciendo de mediador, y las nubes que amenazaban con tormenta parecieron clarear. Fue entonces cuando Gouna decidió ir directa al grano y descubrir el misterio de por qué se encontraban allí. Todo había empezado con un encuentro casual con dos extraños encapuchados, uno de los cuales tenía una risa de lo más escalofriante…
"...la tela del mundo lleva construyéndose mucho, mucho tiempo."
"Cuidáos del hombre con la risa escalofriante".
"Cuidáos del hombre con la risa escalofriante".
Tic, tac. Tic, tac. El sonido de la aguja de un reloj. El Uchiha sacudió la cabeza, extrañado. ¿Por qué le asaltaban de golpe aquellas frases? Recordaba haberlas oído hacía mucho tiempo, pero no recordaba cuando ni donde… Eran como un sueño lejano, un retazo de un recuerdo teñido por las tinieblas del olvido. Trató de agarrarse a él, de sujetarlo… Pero era como tratar de atrapar la niebla, y cuanto más se esforzaba, más se escurría entre sus dedos.
«Maldita sea, ¡concéntrate! Que esto es importante» Sacudió la cabeza y se obligó a sí mismo a escuchar el resto de la historia de Gouna. Una historia que, a medida que se iba desgranando, iba desencajando más y más el rostro de Datsue. «Por Amateratsu, ¿y de qué ayuda servirán unos tristes gennins contra unos tipos como esos?»
A los pocos instantes, Yui puso voz a sus pensamientos, formulando la misma pregunta por él. Gouna fue la encargada de responder, argumentando que tan solo servirían como refuerzo, para solicitar ayuda en caso de necesidad. «Eso si no nos matan antes de que podamos hacer nada… Joder, no veo esto. No lo veo para nada»
Por desgracia, las cartas estaban sobre la mesa, y parecía no haber marcha atrás…
—Está bien, está bien... —refunfuñó Kenzou—. A ver. Entonces, tenemos que decidir a qué sitio va cada uno, pero creo que está bastante claro.
»Mi escuadrón se dirigirá al Árbol Sagrado. Es un lugar común de entrenamiento de nuestra aldea. Además, Yubiwa-kun es de la Ribera Norte, seguro que se mueve por allí como un pez en el agua.
«¡Sabía que le conocía de algo!» Los ojos de Datsue pasaron rápidamente hacia el exótico hombre, y se sorprendió al comprobar que le estaba mirando en aquel instante, con unos orbes tanto o más coloridos todavía que su propio pelo. Incluso le había… ¿guiñado un ojo? Datsue, sin saber cómo interpretar aquello, y sin recordar todavía de qué le conocía, le devolvió el saludo con un movimiento de cabeza.
No sabía por qué, pero ahora se sentía más seguro…
… Una tranquilidad que desapareció en cuánto les tocó levantarse y dirigirse a su destino. Blanco como el mármol, Datsue bajó las escaleras acompañado de Akame y Yakisoba mientras seguía tratando de asimilar todo lo que había ocurrido en aquella sala...
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado