6/08/2017, 22:30
Pronto la malacara del chico se esfumó dejando escapar un balbuceo que dejaba en evidencia su estado real. «Ya, se hacía el malo para no parecer nervioso »se planteó en silencio mientras le miraba fijamente en un intento por entenderle. Y es que para ella no había motivos para que Akame estuviese así, a no ser que —al igual que ella— esta fuese su primera cita en la vida, si es que así se lo podía llamar a eso.
—Por lo del combate no te preocupes, en unos días ya se me pasará todo —le indicó en un intento por hacerle olvidar ese asunto—. Vamos, comemos un tanto y nos olvidamos de todo, ¿te parece? —continuó aun algo nerviosa.
¿Terminarían bebiendo? Puede que sean muy jóvenes para ello, pero es sabido que hay muchos lugares donde se vende alcohol a menores sin problemas mayores, aunque ciertamente Koko no tenía mucha idea de a dónde terminarían por ir, era Akame el que conocía la ubicación del restaurante.
De cualquier manera, la pecosa se dio media vuelta y se dirigió a la puerta desde la cual se asomó para mirar el exterior por si tuviese miedo de que alguien la observase.
—¿Vamos? No sé dónde me dices que queda —le dijo al chico mirándole por encima del hombro.
Aunque si vamos al caso, la heterocroma no llevaba ningún tipo de herramienta encima, ni siquiera su bandana así que a menos que la reconocieran del combate o algún otro shinobi conocido, seguramente pasaría como una civil más.
—Por lo del combate no te preocupes, en unos días ya se me pasará todo —le indicó en un intento por hacerle olvidar ese asunto—. Vamos, comemos un tanto y nos olvidamos de todo, ¿te parece? —continuó aun algo nerviosa.
¿Terminarían bebiendo? Puede que sean muy jóvenes para ello, pero es sabido que hay muchos lugares donde se vende alcohol a menores sin problemas mayores, aunque ciertamente Koko no tenía mucha idea de a dónde terminarían por ir, era Akame el que conocía la ubicación del restaurante.
De cualquier manera, la pecosa se dio media vuelta y se dirigió a la puerta desde la cual se asomó para mirar el exterior por si tuviese miedo de que alguien la observase.
—¿Vamos? No sé dónde me dices que queda —le dijo al chico mirándole por encima del hombro.
Aunque si vamos al caso, la heterocroma no llevaba ningún tipo de herramienta encima, ni siquiera su bandana así que a menos que la reconocieran del combate o algún otro shinobi conocido, seguramente pasaría como una civil más.