6/08/2017, 22:47
El Uchiha asintió con una sonrisa sincera en el rostro. Las palabras de Koko habían funcionado de maravilla para quitarle un poco de esa tensión que le mordía el estómago y le impedía hablar. Ahora al menos estaba seguro de que la kunoichi no le guardaba resentimiento por el combate.
—¡Claro! No está lejos.
Akame salió del edificio principal de la residencia acompañado —esperaba— de la muchacha de ojos dispares. Caminaron durante unos minutos por las calles de Nantōnoya mientras el Sol de Verano les bronceaba un poco. Hacía un día perfecto; cielo azul, brisa fresca y el paisaje rural de los Dojos no hacía sino mejorarlo.
Se detuvieron por fin frente a un local bajo, bastante pequeño en apariencia y sin muchos adornos. Era un edificio de piedra blanca y tejado azul claro, y se entraba por una puerta corredera tradicional sobre la que había un humilde letrero que rezaba...
—Aquí es —exclamó el Uchiha con una sonrisa.
De tanto pensar en el delicioso pescado que estaban a punto de degustar la boca se le hacía agua y el estómago le rugía con ansia. Aquellos sentimientos habían sustituído al nerviosismo y la vergüenza, por lo que Akame estaba mucho más cómodo. Abrió al puerta e ingresó al local. Era un sitio pequeño, con apenas seis o siete mesas y una barra de madera pulida tras la que se encontraban las cocinas. Del techo colgaban un par de lámparas de papel de arroz y, en general, el local correspondía a una estética clásica y tal vez un poco antigua.
Había un par de muchachos algo más mayores que los gennin, enfundados en uniformes de cocina, que movían sendos cuchillos a las órdenes de un hombre que rondaría la treintena y que llevaba un sombrero acreditativo de chef.
—Buenas tardes —saludó el Uchiha.
Un tipo cuarentón y regordete salió de detrás de la barra para saludarles. Era completamente calvo, y sus ojos oscuros revisaron con interés a los muchachos, deteniéndose especialmente en la bandana de Uzushio que Akame llevaba en la frente.
—¡Ah, queridos ninjas! Tomen asiento, por favor. Enseguida les atiendo.
Akame tomó la silla más cercana y se sentó. El camarero les repartió un par de cartas y les pidió orden de las bebidas; a lo que el Uchiha contestó con una sencilla petición —un té verde muy cargado—.
—Bueno y... ¿Qué te parece?
—¡Claro! No está lejos.
Akame salió del edificio principal de la residencia acompañado —esperaba— de la muchacha de ojos dispares. Caminaron durante unos minutos por las calles de Nantōnoya mientras el Sol de Verano les bronceaba un poco. Hacía un día perfecto; cielo azul, brisa fresca y el paisaje rural de los Dojos no hacía sino mejorarlo.
Se detuvieron por fin frente a un local bajo, bastante pequeño en apariencia y sin muchos adornos. Era un edificio de piedra blanca y tejado azul claro, y se entraba por una puerta corredera tradicional sobre la que había un humilde letrero que rezaba...
Sushi Jinbei y hermanos
El mejor sashimi del Valle
El mejor sashimi del Valle
—Aquí es —exclamó el Uchiha con una sonrisa.
De tanto pensar en el delicioso pescado que estaban a punto de degustar la boca se le hacía agua y el estómago le rugía con ansia. Aquellos sentimientos habían sustituído al nerviosismo y la vergüenza, por lo que Akame estaba mucho más cómodo. Abrió al puerta e ingresó al local. Era un sitio pequeño, con apenas seis o siete mesas y una barra de madera pulida tras la que se encontraban las cocinas. Del techo colgaban un par de lámparas de papel de arroz y, en general, el local correspondía a una estética clásica y tal vez un poco antigua.
Había un par de muchachos algo más mayores que los gennin, enfundados en uniformes de cocina, que movían sendos cuchillos a las órdenes de un hombre que rondaría la treintena y que llevaba un sombrero acreditativo de chef.
—Buenas tardes —saludó el Uchiha.
Un tipo cuarentón y regordete salió de detrás de la barra para saludarles. Era completamente calvo, y sus ojos oscuros revisaron con interés a los muchachos, deteniéndose especialmente en la bandana de Uzushio que Akame llevaba en la frente.
—¡Ah, queridos ninjas! Tomen asiento, por favor. Enseguida les atiendo.
Akame tomó la silla más cercana y se sentó. El camarero les repartió un par de cartas y les pidió orden de las bebidas; a lo que el Uchiha contestó con una sencilla petición —un té verde muy cargado—.
—Bueno y... ¿Qué te parece?