9/08/2017, 23:40
¿Matar a alguien? Casi, pero del disgusto.
La chica lo primero que hizo fue fruncir levemente el entrecejo al escuchar tamaña pregunta aunque parecía ser una broma. «¿Akame bromea? De eso no me dijo nada »Pensó refiriéndose a su hermana que le conocía mucho mejor que ella —lo cual no quitaba que casi ni le conocía—, pero pronto volvió a adoptar aquel semblante sereno que a final de cuentas por la forma de sus labios parecía estar sonriendo.
—Del disgusto casi —respondió tratando de mantener todo en buen ambiente, lo último que quería era que el Uchiha se inhibiera por preguntar algo supuestamente delicado—. Lo único que hice y molestó fue graduarme de la academia.
Por muy absurdo que sonase, esa era la verdad, aunque para ahorrarse líos terminaron por darle una exuberante suma de dinero que aparte de costearle el departamento también le sirvió para comprarse la katana que tanto adoraba y algunas cuantas cosas extras, como unos cuantos meses de renta, comida, etc. Es más, todavía no se le agotaba ese dinero.
—Si me aceptas el consejo, aléjate de los Sakamoto, no te aportarán nada a tu vida —le comentó soltando una risilla.
Las reglas del clan realmente le resultaban un tanto divertidas, al menos desde fuera, mientras estuvo dentro de la mansión no era tan gracioso.
La chica lo primero que hizo fue fruncir levemente el entrecejo al escuchar tamaña pregunta aunque parecía ser una broma. «¿Akame bromea? De eso no me dijo nada »Pensó refiriéndose a su hermana que le conocía mucho mejor que ella —lo cual no quitaba que casi ni le conocía—, pero pronto volvió a adoptar aquel semblante sereno que a final de cuentas por la forma de sus labios parecía estar sonriendo.
—Del disgusto casi —respondió tratando de mantener todo en buen ambiente, lo último que quería era que el Uchiha se inhibiera por preguntar algo supuestamente delicado—. Lo único que hice y molestó fue graduarme de la academia.
Por muy absurdo que sonase, esa era la verdad, aunque para ahorrarse líos terminaron por darle una exuberante suma de dinero que aparte de costearle el departamento también le sirvió para comprarse la katana que tanto adoraba y algunas cuantas cosas extras, como unos cuantos meses de renta, comida, etc. Es más, todavía no se le agotaba ese dinero.
—Si me aceptas el consejo, aléjate de los Sakamoto, no te aportarán nada a tu vida —le comentó soltando una risilla.
Las reglas del clan realmente le resultaban un tanto divertidas, al menos desde fuera, mientras estuvo dentro de la mansión no era tan gracioso.