10/08/2017, 20:00
—Bueno, eso será si al final acaban poniéndose de acuerdo. Supongo que el veredicto final recaerá en el Juuchin —terció Akame ante los comentarios de los otros gennin, que andaban poniendo etiqueta al destino de cada uno de los implicados—. Quizá nunca se aclare. Quizá sí. Aunque yo coincido con Eikyu-san, Mori Masayuki es el que mejor mano tiene... Un guerrero poderoso y afamado de un clan conocido en estas tierras. Creo que hará falta algo más que el testimonio de un rufián sin honor y de una mujer manchada para ensuciar su buen nombre.
El Uchiha, no obstante, apreció la inteligencia del comentario de Mogura. Realmente quien se había visto menos afectado por todo el suceso era Toshirō, el famoso criminal; pues debía ser de la clase de personas que estaban acostumbrados a vivir en los márgenes de la ley.
—Aun así... esas espadas... y la daga... ¿No ha aparecido la daga, verdad? —inquirió Mogura.
«¿La daga?» Akame reparó en aquel detalle. Sólo la mujer había mencionado la daga con la que, supuestamente, había tratado de quitarse la vida. Aunque por carecer del coraje necesario, acabó tirándola al suelo.
—Si confiamos en la palabra de Mori Machiko, la daga quedó abandonada en el bosque. Claro que, los soldados encontraron las espadas y no así el cuchillo. Curioso.
La escena parecía haber acabado y, conforme caía la tarde, Akame se encontraba más y más hambriento. Se dio media vuelta para otear el horizonte y reparó entonces en la presencia del leñador, que seguía allí, sentado sobre el grueso tocón.
—No entiendo nada... —no había dejado de repetir.
El Uchiha, no obstante, apreció la inteligencia del comentario de Mogura. Realmente quien se había visto menos afectado por todo el suceso era Toshirō, el famoso criminal; pues debía ser de la clase de personas que estaban acostumbrados a vivir en los márgenes de la ley.
—Aun así... esas espadas... y la daga... ¿No ha aparecido la daga, verdad? —inquirió Mogura.
«¿La daga?» Akame reparó en aquel detalle. Sólo la mujer había mencionado la daga con la que, supuestamente, había tratado de quitarse la vida. Aunque por carecer del coraje necesario, acabó tirándola al suelo.
—Si confiamos en la palabra de Mori Machiko, la daga quedó abandonada en el bosque. Claro que, los soldados encontraron las espadas y no así el cuchillo. Curioso.
La escena parecía haber acabado y, conforme caía la tarde, Akame se encontraba más y más hambriento. Se dio media vuelta para otear el horizonte y reparó entonces en la presencia del leñador, que seguía allí, sentado sobre el grueso tocón.
—No entiendo nada... —no había dejado de repetir.