11/08/2017, 15:31
Con cada prenda de ropa que Aiko se iba quitando, revelando recovecos de su cuerpo que hasta entonces tan solo se podían intuir, el corazón de Datsue palpitaba como el tambor de Raijin con cada trueno que invocaba. Una prenda, un trueno, que resonaba en sus oídos y retumbaba en su pecho. Pero llegó el momento en que no había más prendas que quitarse, y fue entonces cuando se desató la tormenta.
Una tormenta de éxtasis, de júbilo, de pura emoción. Jamás había visto a una mujer desnuda —no, al menos, en persona—, pero ya en ese momento supo que no iba a volver a ver nada igual.
Cuando ella le llamó con un brazo, mientras el agua cristalina corría por su piel desnuda, el Uchiha creyó que iba a perder la cabeza. Con gran apuro, terminó de quitarse el pantalón y el calzoncillo, que le oprimían, y le faltó tiempo para unirse a ella bajo la cálida corriente que les proporcionaba la ducha.
La tomó por la cintura y la atrajo hacia él, sintiendo como las curvas del cuerpo de ella se amoldaban contra el suyo. Luego, sus labios buscaron los de ella de forma desesperada, suplicante, anhelante… Pero el beso, lejos de saciarle, le provocó el efecto contrario. Era como si se encontrase bajo el efecto de un extraño genjutsu, en el que cuanta más agua bebiese, mas sed le produjese.
Ansioso, sus labios buscaron nuevos manantiales que probar. Bajaron por un canal estrecho, que le condujeron hasta un valle profundo y angosto. Aquel valle, al contrario que el Valle del Fin, tan solo estaba custodiado por dos monumentos, pero le produjeron tal impresión que decidió explorarlos con minuciosidad, perdiéndose entre ellos en más de una ocasión. Cuando al fin logró orientarse, bajó por unas grandes llanuras, deambulando de un lado a otro hasta encontrarse con una flor…
Minutos más tarde, los ojos de Aiko y Datsue volvieron a encontrarse. Ella pudo apreciar que un brillo febril iluminaba su mirada, antes de que la atrajese hacia él para que sus labios se juntarsen en un cálido abrazo.
Una tormenta de éxtasis, de júbilo, de pura emoción. Jamás había visto a una mujer desnuda —no, al menos, en persona—, pero ya en ese momento supo que no iba a volver a ver nada igual.
Cuando ella le llamó con un brazo, mientras el agua cristalina corría por su piel desnuda, el Uchiha creyó que iba a perder la cabeza. Con gran apuro, terminó de quitarse el pantalón y el calzoncillo, que le oprimían, y le faltó tiempo para unirse a ella bajo la cálida corriente que les proporcionaba la ducha.
La tomó por la cintura y la atrajo hacia él, sintiendo como las curvas del cuerpo de ella se amoldaban contra el suyo. Luego, sus labios buscaron los de ella de forma desesperada, suplicante, anhelante… Pero el beso, lejos de saciarle, le provocó el efecto contrario. Era como si se encontrase bajo el efecto de un extraño genjutsu, en el que cuanta más agua bebiese, mas sed le produjese.
Ansioso, sus labios buscaron nuevos manantiales que probar. Bajaron por un canal estrecho, que le condujeron hasta un valle profundo y angosto. Aquel valle, al contrario que el Valle del Fin, tan solo estaba custodiado por dos monumentos, pero le produjeron tal impresión que decidió explorarlos con minuciosidad, perdiéndose entre ellos en más de una ocasión. Cuando al fin logró orientarse, bajó por unas grandes llanuras, deambulando de un lado a otro hasta encontrarse con una flor…
Minutos más tarde, los ojos de Aiko y Datsue volvieron a encontrarse. Ella pudo apreciar que un brillo febril iluminaba su mirada, antes de que la atrajese hacia él para que sus labios se juntarsen en un cálido abrazo.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado