11/08/2017, 23:18
Tal y como se lo esperaba, el chico tan pronto como ella lo estrechó entre sus brazos comenzó a llorar, probablemente se lo habría estado guardando todo ese tiempo y no le haría ningún bien. ¿Qué hubiese pasado si se quebrase en medio de una misión importante? Nada bueno seguramente, al menos para él que no podría actuar adecuadamente.
No le importaba que las lágrimas del Uchiha le empapasen el hombro, tampoco le iba a dar mayor importancia a que se le apretase más porque… Era imposible que pensase algo malo de aquello, el chico necesitaba algún tipo de contención y seguramente, luego de la desaparición de Noemi y la muerte de Haskoz, era muy probable que no hallase un hombro sobre el que llorar. Ahora era Koko la que se lo ofrecía, y en cualquier momento podría intentar que se reencuentre con su antigua compañera, al menos para que tuviese palabra de alguien a quien conocía y suponía la pecosa, apreciaba también.
—Vamos, anímate —le dijo dedicándole una cálida sonrisa aunque sin atreverse a soltarlo completamente.
El empleado por su parte no dijo ni una sola palabra, en cierto modo tal vez estaba acostumbrado o a saber, pero había actuado muy bien de todas formas sin interrumpir y tampoco pareció importarle demasiado la escena que acababan de montar allí.
—¿Volvemos a Nantonoya? No me siento cómoda dejándote solo así.
Es decir, con los ojos enrojecidos, un tanto sensible por haber estado llorando y a saber, pero tal vez necesitaba desahogarse un poco más, había llorado muy poco para ser la muerte de un amigo suyo.
No le importaba que las lágrimas del Uchiha le empapasen el hombro, tampoco le iba a dar mayor importancia a que se le apretase más porque… Era imposible que pensase algo malo de aquello, el chico necesitaba algún tipo de contención y seguramente, luego de la desaparición de Noemi y la muerte de Haskoz, era muy probable que no hallase un hombro sobre el que llorar. Ahora era Koko la que se lo ofrecía, y en cualquier momento podría intentar que se reencuentre con su antigua compañera, al menos para que tuviese palabra de alguien a quien conocía y suponía la pecosa, apreciaba también.
—Vamos, anímate —le dijo dedicándole una cálida sonrisa aunque sin atreverse a soltarlo completamente.
El empleado por su parte no dijo ni una sola palabra, en cierto modo tal vez estaba acostumbrado o a saber, pero había actuado muy bien de todas formas sin interrumpir y tampoco pareció importarle demasiado la escena que acababan de montar allí.
—¿Volvemos a Nantonoya? No me siento cómoda dejándote solo así.
Es decir, con los ojos enrojecidos, un tanto sensible por haber estado llorando y a saber, pero tal vez necesitaba desahogarse un poco más, había llorado muy poco para ser la muerte de un amigo suyo.