13/08/2017, 21:11
Afortunadamente, el gyojin pudo sentar el culo sobre la tabla, aunque con las manos aún firmes envueltas en la cuerda. Respiró, y de su boca salió un suspiro airado que pronto se convertiría en una estela de humo blanco víctima del frío.
Sentó cabeza por sobre su hombro, y cerró los ojos. Su corazón latía a mil por hora.
—Bien, estas vivo. Ahora, echémosle un vistazo a lo que nos queda por delannnnTEEEEEEEEEEEEEEE!
Un sonoro latigazo se escuchó a su espalda, y la cuerda de la que se sostenía cedió por completo. El poste se torció y lo que en su momento había sido un puente en deterioradas condiciones, se había convertido ahora en una especie de liana de la que el escualo luchaba por sostenerse. Entonces, por el inevitable efecto de la gravedad, Kaido se balanceó en súbito hacia abajo y recorrió junto a la cuerda un largo trecho a través del vacío. La cuerda trazó su ruta hacia el otro extremo, mas sin embargo, como si de un péndulo se tratase, tanto la cuerda como el gyojin iban a encontrarse inevitablemente con la pared de roca del otro extremo.
A esa velocidad, si llegase a impactar... digamos que Kaido se convertiría en lo que por las lejanas tierras de la olvidada Kirigakure llamaban pisillo de pescado rebozado.
Con intención alguna de dejarse convertir en puré de carne azulada, Kaido decidió, al principio de todo; inflar su brazo de humedad y convertirlo en un apéndice macizo de extremidad con el que sujetaría la cuerda tan fuerte que, en un último latigazo, se impulsó con aquella fuerza concentrada hacia arriba, antes de que la cuerda tocase la roca.
Kaido voló prácticamente hacia la roca, e hizo uso de su Kodachi para clavarla con todas sus fuerzas en la piedra, esperando que el mango de la misma, que habría quedado superpuesto, funcionase como un agarre que le permitiese colgar de la piedra sin resbalarse por ella.
Concentró chakra en los pies, y trató de pegarlos a la superficie.
Sentó cabeza por sobre su hombro, y cerró los ojos. Su corazón latía a mil por hora.
—Bien, estas vivo. Ahora, echémosle un vistazo a lo que nos queda por delannnnTEEEEEEEEEEEEEEE!
Un sonoro latigazo se escuchó a su espalda, y la cuerda de la que se sostenía cedió por completo. El poste se torció y lo que en su momento había sido un puente en deterioradas condiciones, se había convertido ahora en una especie de liana de la que el escualo luchaba por sostenerse. Entonces, por el inevitable efecto de la gravedad, Kaido se balanceó en súbito hacia abajo y recorrió junto a la cuerda un largo trecho a través del vacío. La cuerda trazó su ruta hacia el otro extremo, mas sin embargo, como si de un péndulo se tratase, tanto la cuerda como el gyojin iban a encontrarse inevitablemente con la pared de roca del otro extremo.
A esa velocidad, si llegase a impactar... digamos que Kaido se convertiría en lo que por las lejanas tierras de la olvidada Kirigakure llamaban pisillo de pescado rebozado.
Con intención alguna de dejarse convertir en puré de carne azulada, Kaido decidió, al principio de todo; inflar su brazo de humedad y convertirlo en un apéndice macizo de extremidad con el que sujetaría la cuerda tan fuerte que, en un último latigazo, se impulsó con aquella fuerza concentrada hacia arriba, antes de que la cuerda tocase la roca.
Kaido voló prácticamente hacia la roca, e hizo uso de su Kodachi para clavarla con todas sus fuerzas en la piedra, esperando que el mango de la misma, que habría quedado superpuesto, funcionase como un agarre que le permitiese colgar de la piedra sin resbalarse por ella.
Concentró chakra en los pies, y trató de pegarlos a la superficie.