15/08/2017, 21:41
(Última modificación: 15/08/2017, 21:49 por Uchiha Akame.)
«¿¡Pero qué...!?», pensó Akame cuando la kunoichi le empujó sin miramientos para dejarle tumbado sobre el colchón. El corazón le latía a mil pulsaciones por segundo y sus ojos estaban hinchados y abiertos de incredulidad. «¿¡Qué está haciendo!?» En su interior, vergüenza y excitación se mezclaban en un cóctel propio de un adolescente puberto que poco o ningún contacto había tenido con el sexo opuesto más allá de lo estrictamente profesional. Todo ello bullía en un volcán situado en su estómago que parecía a punto de vomitar lava por toda la garganta y hasta su boca.
—K... Koko... Koko-san, ¿va todo bien? —se atrevió a preguntar el gennin sin querer todavía levantarse.
La cama de Koko era mullida y muy cómoda, similar a la suya propia, y además olía de maravilla. El Uchiha se limitó a quedarse allí, echado, inmóvil como una tabla. En su vida se había visto en una situación igual y desde luego no era un escenario en el que se pudiera manejar.
«¿Qué haría Datsue-kun ahora...?», pensó el muchacho, tumbándose boca arriba. Y entonces lo vió, claro como el día.
—K... Koko... Koko-san, ¿va todo bien? —se atrevió a preguntar el gennin sin querer todavía levantarse.
La cama de Koko era mullida y muy cómoda, similar a la suya propia, y además olía de maravilla. El Uchiha se limitó a quedarse allí, echado, inmóvil como una tabla. En su vida se había visto en una situación igual y desde luego no era un escenario en el que se pudiera manejar.
«¿Qué haría Datsue-kun ahora...?», pensó el muchacho, tumbándose boca arriba. Y entonces lo vió, claro como el día.