26/08/2017, 14:52
El hombre estaba pálido y su mirada bien fija en el suelo, en algún punto entre sus pies. Parecía evidente que se sentía tremendamente avergonzado de ser descubierto, pero cuando habló, no hubo rastro de duda en su voz.
—He sido leñador toda mi vida, no conozco otro oficio. Tengo mujer y cuatro hijos —empezó diciendo y Mogura podría ver como el hombre apretaba sus puños en torno al hacha y al tarro de ungüento—. Si pudiera vender aunque fuese sólo los diamantes que tiene incrustados esta daga, podría dar de comer a mi familia durante muchos años...
Alzó la vista hacia Mogura.
—Ya no soy jóven como antes, mis hombros pierden fuerza cada día. Los dioses me han dado una oportunidad, y no quiero dejarla escapar.
Entonces se dejó caer de rodillas, soltando tanto su hacha como el tarro del médico. Realizó una profunda reverencia con ambos brazos hacia delante, apoyando las palmas de las manos en la tierra seca del sendero.
—¡Por favor, shinobi-san! ¡Devuélvame la daga!
—He sido leñador toda mi vida, no conozco otro oficio. Tengo mujer y cuatro hijos —empezó diciendo y Mogura podría ver como el hombre apretaba sus puños en torno al hacha y al tarro de ungüento—. Si pudiera vender aunque fuese sólo los diamantes que tiene incrustados esta daga, podría dar de comer a mi familia durante muchos años...
Alzó la vista hacia Mogura.
—Ya no soy jóven como antes, mis hombros pierden fuerza cada día. Los dioses me han dado una oportunidad, y no quiero dejarla escapar.
Entonces se dejó caer de rodillas, soltando tanto su hacha como el tarro del médico. Realizó una profunda reverencia con ambos brazos hacia delante, apoyando las palmas de las manos en la tierra seca del sendero.
—¡Por favor, shinobi-san! ¡Devuélvame la daga!