26/08/2017, 15:17
El joven médico no tardó en darse cuenta de que estaba en presencia de un verdadero hombre, un padre de familia y un trabajador honesto. Pero desde luego que a cualquiera le temblaría el pulso al encontrarse con un objeto de tal valor.
El leñador parecía conformarse con la idea de tan solo vender los diamantes que decoraban una parte de la daga, sostenía que con eso podría alimentar a su familia por un buen tiempo.
Los dioses sin duda alguna parecían jugar a un juego, un juego del cual no se conocían las reglas. Mientras unos sufrían, otros disfrutaban. Incluso en su dicha, el leñador estaba sufriendo. Y los dioses eran los culpables.
Se dejó caer de rodillas soltando lo que tenía en las manos y realizó una reverencia, una profunda reverencia. Implorando porque se le devolviese la daga.
Le diré que vamos a hacer...
Comentó Mogura tras apreciar un par de segundos la reverencia del leñador. Sin demorar mucho llevaría una de sus manos hasta su portaobjetos y tomaría una pequeña bolsa.
La daga no vale esto. Pero estoy seguro de que puedo conseguir un mejor precio del que usted podría vendiendo solamente los diamantes.
Extendería entonces la bolsa al leñador, si la abría vería en su interior brillantes monedas de oro, tres koban.
Con cada una de esas debería ser capaz de comprar un año entero de arroz para una persona.
Es decir, podría alimentar al menos tres miembros de su familia por un año.
¡Pero eso no es todo...!
El leñador parecía conformarse con la idea de tan solo vender los diamantes que decoraban una parte de la daga, sostenía que con eso podría alimentar a su familia por un buen tiempo.
Los dioses sin duda alguna parecían jugar a un juego, un juego del cual no se conocían las reglas. Mientras unos sufrían, otros disfrutaban. Incluso en su dicha, el leñador estaba sufriendo. Y los dioses eran los culpables.
Se dejó caer de rodillas soltando lo que tenía en las manos y realizó una reverencia, una profunda reverencia. Implorando porque se le devolviese la daga.
Le diré que vamos a hacer...
Comentó Mogura tras apreciar un par de segundos la reverencia del leñador. Sin demorar mucho llevaría una de sus manos hasta su portaobjetos y tomaría una pequeña bolsa.
La daga no vale esto. Pero estoy seguro de que puedo conseguir un mejor precio del que usted podría vendiendo solamente los diamantes.
Extendería entonces la bolsa al leñador, si la abría vería en su interior brillantes monedas de oro, tres koban.
Con cada una de esas debería ser capaz de comprar un año entero de arroz para una persona.
Es decir, podría alimentar al menos tres miembros de su familia por un año.
¡Pero eso no es todo...!
Hablo - Pienso