26/08/2017, 22:06
Sin incorporarse ni abandonar aquella posición de profundo respeto y gratitud, el leñador le explicó a Mogura su versión de lo sucedido.
—Cuando vinieron los guardias del Juuchin, alertados por la refriega, se llevaron a las tres personas en el momento. Pero no prestaron mayor atención a las espadas de Mori Mayasuki-dono ni a la daga de su esposa —relató—. Supuse que no tardarían mucho en volver a buscarlas.
Entonces se incorporó, y en sus ojos se pudo ver un brillo de astucia.
—Sabía que el señor Mori, siendo un orgulloso guerrero, reclamaría sus espadas. Pero quizás la dama Mori no echaría tanto en falta su cuchillo...
—Cuando vinieron los guardias del Juuchin, alertados por la refriega, se llevaron a las tres personas en el momento. Pero no prestaron mayor atención a las espadas de Mori Mayasuki-dono ni a la daga de su esposa —relató—. Supuse que no tardarían mucho en volver a buscarlas.
Entonces se incorporó, y en sus ojos se pudo ver un brillo de astucia.
—Sabía que el señor Mori, siendo un orgulloso guerrero, reclamaría sus espadas. Pero quizás la dama Mori no echaría tanto en falta su cuchillo...