30/08/2017, 17:16
Mogura escuchó con atención la explicación de la pelirroja. Ésta no escondió verdad alguna, era mas que obvio. El sentimiento que le brindaba la inmortalidad era como el de la peor de las enfermedades, aunque también es cierto que últimamente le veía el lado bueno. No todo puede ser malo si tienes la inmortalidad entre manos, por muy pesimista que seas. Sin embargo, eso es cosa aparte, normalmente se reflejaba tal y como le decía al chico —gris— no era ni negro ni blanco, era diferente.
El chico, contestó con irónico comentario, un análisis que parecía sacado de una tablilla médica. Perdida de memoria y miedo, así catalogó el chico la inmortalidad. Señaló que era curioso, aunque lógico. Quizás, solo quizás, el chico había entendido parte de cómo podía sentirse la pelirroja, de en qué se había convertido su vida.
«Seguramente no es así, no creo que llegue a entenderlo...»
Tras ello, el incauto intentó levantarse. Obviamente no se encontraba lo suficientemente bien como para ello, pero aún así, insistió. Tanto, que no pudo evitar quejarse como una niña pequeña, o mas. Pero a pesar de ello, por mera cabezonería, lo consiguió.
—¡Hey! ¿Cómo que hasta Nishinoya? Ya te has curado un poco, lo mínimo que deberías hacer es reposar en otra habitación. —inquirió la chica, a sabiendas de que en ésta iba a ser difícil, la sala estaba casi inundada.
»Por mucho que te disguste, no estás en condiciones de irte. Esa técnica ha sanado parte de las heridas, pero estás hecho un trapo. Te quedas aquí.
Y no había mucho mas que hablar. Por mucho que quisiera, no iba ni a poder salir corriendo, no le quedaba otra salvo reposar...
El chico, contestó con irónico comentario, un análisis que parecía sacado de una tablilla médica. Perdida de memoria y miedo, así catalogó el chico la inmortalidad. Señaló que era curioso, aunque lógico. Quizás, solo quizás, el chico había entendido parte de cómo podía sentirse la pelirroja, de en qué se había convertido su vida.
«Seguramente no es así, no creo que llegue a entenderlo...»
Tras ello, el incauto intentó levantarse. Obviamente no se encontraba lo suficientemente bien como para ello, pero aún así, insistió. Tanto, que no pudo evitar quejarse como una niña pequeña, o mas. Pero a pesar de ello, por mera cabezonería, lo consiguió.
—¡Hey! ¿Cómo que hasta Nishinoya? Ya te has curado un poco, lo mínimo que deberías hacer es reposar en otra habitación. —inquirió la chica, a sabiendas de que en ésta iba a ser difícil, la sala estaba casi inundada.
»Por mucho que te disguste, no estás en condiciones de irte. Esa técnica ha sanado parte de las heridas, pero estás hecho un trapo. Te quedas aquí.
Y no había mucho mas que hablar. Por mucho que quisiera, no iba ni a poder salir corriendo, no le quedaba otra salvo reposar...