30/08/2017, 18:45
—¡Mogura!
La fémina llamaría su atención y el joven médico se giraría hacía ella, se le podría notar molesto por el dolor y lo mucho que le estaba costando siquiera hacer el esfuerzo de caminar.
La critica no se haría esperar y la muchacha empezaría a echarle en cara lo que él ya sabía, no podía andar bien, apenas si podía estar de pie. Estaba hecho un trapo a efectos prácticos, no necesitaba estar caminando, necesitaba reposo. Eso y más cosas sobre lo que él mismo había dicho, básicamente no parecía muy dispuesta a aceptar su voluntad.
El hecho de que se cruzara de brazos y le mirara con una expresión realmente intensa lo confirmo.
—¡Y no hay mas que hablar! ¿vale?
Mogura mantuvo su seria y molesta mirada un par de segundos con Aiko, compitiendo. Pero en el interior de Mogura las cosas estaban un poco diferentes, las altas temperaturas del Valle de los Dojos, la humedad de la habitación mojada y el exceso de energía que había puesto en hacer lo que había hecho hasta ahora le pasaron factura.
Aiko vería como el muchacho empezaba a acortar la distancia con ella, no para quitarla del camino queriendo irse de la habitación, sino para apartarla y caerse inconsciente en el piso. Si esta se quitaba, el muchacho caería de cara al piso.
La fémina llamaría su atención y el joven médico se giraría hacía ella, se le podría notar molesto por el dolor y lo mucho que le estaba costando siquiera hacer el esfuerzo de caminar.
La critica no se haría esperar y la muchacha empezaría a echarle en cara lo que él ya sabía, no podía andar bien, apenas si podía estar de pie. Estaba hecho un trapo a efectos prácticos, no necesitaba estar caminando, necesitaba reposo. Eso y más cosas sobre lo que él mismo había dicho, básicamente no parecía muy dispuesta a aceptar su voluntad.
El hecho de que se cruzara de brazos y le mirara con una expresión realmente intensa lo confirmo.
—¡Y no hay mas que hablar! ¿vale?
Mogura mantuvo su seria y molesta mirada un par de segundos con Aiko, compitiendo. Pero en el interior de Mogura las cosas estaban un poco diferentes, las altas temperaturas del Valle de los Dojos, la humedad de la habitación mojada y el exceso de energía que había puesto en hacer lo que había hecho hasta ahora le pasaron factura.
Aiko vería como el muchacho empezaba a acortar la distancia con ella, no para quitarla del camino queriendo irse de la habitación, sino para apartarla y caerse inconsciente en el piso. Si esta se quitaba, el muchacho caería de cara al piso.
Hablo - Pienso