30/08/2017, 21:18
La enfermera no terminó de entender el comentario de la chica, pero trató de que no se notara. Simplemente se dedicó a revisar el pasillo esperando pacientemente la llegada de la caballería.
Finalmente tras unos minutos, un marcado ritmo de pasos comenzaron a escucharse en el pasillo de madera. Un par de enfermeros se manifestaron con una camilla en brazos, detrás de ellos caminaba a un ritmo mas calmado un sujeto bastante alto, con hakama y kimono blanco cubiertos por un haori verde claro, de más estaba decir que ese sujeto era un samurai. Se evidenciaba sobre todo en su cabello y la espada corta que cargaba en su cintura.
¡Doctor!
Llamó la enfermera haciendo un intento inutil por elevar la voz.
Es preciso transportar este paciente a otra parte del hospital, aún puede recuperarse.
Pidió haciendo una reverencia al samurai. Este se limitó a mirar a la enfermera con una cara bastante seria y de pocos amigos, seguidamente daría un par de pasos más y vería a Mogura, luego a Aiko.
¿Esta segura, enfermera?
Preguntó con una voz muy gruesa propia de una persona del tamaño de un armario.
Si, señor.
Respondió sin romper la reverencia.
Bien.
Entonces haría una seña a los enfermeros y estos subirían a Mogura a la camilla. Una vez su tarea fuese completada partirían velozmente por el pasillo en dirección a quien sabe donde, un lugar mejor teóricamente.
Hay que arreglar la habitación y ponerla en condiciones, el torneo de los ninjas seguramente traerá más gente en ese estado o peor.
Comentó el doctor samurai mirando el interior de la habitación.
La hora de visitas está por terminar, debo pedirle que se retire amablemente, kunoichi-dono.
Pidió clavandole la mirada a la joven Aiko. Echándola del lugar, básicamente.
Finalmente tras unos minutos, un marcado ritmo de pasos comenzaron a escucharse en el pasillo de madera. Un par de enfermeros se manifestaron con una camilla en brazos, detrás de ellos caminaba a un ritmo mas calmado un sujeto bastante alto, con hakama y kimono blanco cubiertos por un haori verde claro, de más estaba decir que ese sujeto era un samurai. Se evidenciaba sobre todo en su cabello y la espada corta que cargaba en su cintura.
¡Doctor!
Llamó la enfermera haciendo un intento inutil por elevar la voz.
Es preciso transportar este paciente a otra parte del hospital, aún puede recuperarse.
Pidió haciendo una reverencia al samurai. Este se limitó a mirar a la enfermera con una cara bastante seria y de pocos amigos, seguidamente daría un par de pasos más y vería a Mogura, luego a Aiko.
¿Esta segura, enfermera?
Preguntó con una voz muy gruesa propia de una persona del tamaño de un armario.
Si, señor.
Respondió sin romper la reverencia.
Bien.
Entonces haría una seña a los enfermeros y estos subirían a Mogura a la camilla. Una vez su tarea fuese completada partirían velozmente por el pasillo en dirección a quien sabe donde, un lugar mejor teóricamente.
Hay que arreglar la habitación y ponerla en condiciones, el torneo de los ninjas seguramente traerá más gente en ese estado o peor.
Comentó el doctor samurai mirando el interior de la habitación.
La hora de visitas está por terminar, debo pedirle que se retire amablemente, kunoichi-dono.
Pidió clavandole la mirada a la joven Aiko. Echándola del lugar, básicamente.
Hablo - Pienso