8/09/2017, 19:28
«¿Atacar por la espalda es una puñalada trapera? Pero, ¿¡qué somos!? ¿¡Ninjas o samuráis!?»
El Uchiha no daba crédito a lo que oía. ¿Es que acaso aquel tipo atendía menos en clase incluso que él? ¿O es que había faltado el día en que habían explicado como un ninja debía usar cualquier treta posible para alzarse con la victoria? La fuerza bruta era de los samuráis, ¡se suponía que ellos eran los inteligentes!
—Nabi, por Shiona, en paz descanse… ¡Somos ninjas! —se quejó, sin poder contenerse— Solo te queda por decir que odias la gente que usa bunshins, porque no atinas con el real y así no hay quien pelee. Le di en la espalda, sí… y eso puede sonar feo. Pero te aseguro que le hubiese dolido lo mismo —o incluso más—, si le hubiese acertado en el vientre.
A Uchiha Datsue poco le importaba traicionar a nadie. Pero si algo le jodía, eso era que le acusasen de traición cuando no sentía haberlo hecho. Aquella había sido una estratagema como otra cualquiera. ¿Por qué se empeñaba en ensuciarla con cosas tan banales como el honor?
Pero el chico no se quedó ahí. Iba más allá. Se adentró en la filosofía de la vida como ninja, la cuestionó, la retorció… y le preguntó, directamente, si aceptaría la orden de matar a un compañero.
—Bueno, si ese compañero me cayese mal… —sonrió, y luego enseñó las palmas de la mano, como si pidiese tregua—. Era broma, era broma… No me mates todavía con esa mirada tuya de reprobación. Pues, a ver… —se llevó una mano al mentón, pensativo. Al Uchiha le gustaba filosofar sobre aquel tipo de cuestiones, aunque no siempre uno encontraba al tipo adecuado para debatir—. Para empezar, creo que partimos de un supuesto imposible. Gouna jamás me ordenaría matar a un compañero, a no ser que ese compañero fuese un traidor… o un espía. Pero en el momento en que lo sé deja de ser un compañero para mí. Pero, no seré un capullo, y me mojaré. Lo que de verdad quieres saber es si mataría a un compañero sin saber qué ha hecho, ni los motivos que hay para matarle —supuso, el Uchiha—. Un tipo como Akame te diría que obedecería las órdenes sin dudarlo. Un tipo con carácter y personalidad propia —dijo, con voz pomposa, moviendo el pecho hinchado como si estuviese imitando a uno de esos tipos—, te dirían que ellos no, que ellos tomaban sus propias decisiones, y que nadie les obligaría a hacer algo que no creyesen correcto. Ni siquiera su propio Kage. Pero las palabras se las lleva el viento… ¡Me gustaría ver a esos valientes en esa situación, entre la espada y la pared, a ver si actúan tan noblemente como aseguran!
»Pero luego estoy yo… Un punto intermedio. ¿Qué haría? Sinceramente, no tengo ni idea —mintió, el Uchiha—. Supongo que matarle, Nabi. Soy un puto gennin. Si fuese jounnin… quién sabe. Pero somos los últimos eslabones de la cadena. Nosotros agachamos la cabeza y obedecemos. Al menos hasta que ascendamos. Es la que hay. Podemos quejarnos, pero eso no cambiará nada.
»¿Qué harías tú?
El Uchiha no daba crédito a lo que oía. ¿Es que acaso aquel tipo atendía menos en clase incluso que él? ¿O es que había faltado el día en que habían explicado como un ninja debía usar cualquier treta posible para alzarse con la victoria? La fuerza bruta era de los samuráis, ¡se suponía que ellos eran los inteligentes!
—Nabi, por Shiona, en paz descanse… ¡Somos ninjas! —se quejó, sin poder contenerse— Solo te queda por decir que odias la gente que usa bunshins, porque no atinas con el real y así no hay quien pelee. Le di en la espalda, sí… y eso puede sonar feo. Pero te aseguro que le hubiese dolido lo mismo —o incluso más—, si le hubiese acertado en el vientre.
A Uchiha Datsue poco le importaba traicionar a nadie. Pero si algo le jodía, eso era que le acusasen de traición cuando no sentía haberlo hecho. Aquella había sido una estratagema como otra cualquiera. ¿Por qué se empeñaba en ensuciarla con cosas tan banales como el honor?
Pero el chico no se quedó ahí. Iba más allá. Se adentró en la filosofía de la vida como ninja, la cuestionó, la retorció… y le preguntó, directamente, si aceptaría la orden de matar a un compañero.
—Bueno, si ese compañero me cayese mal… —sonrió, y luego enseñó las palmas de la mano, como si pidiese tregua—. Era broma, era broma… No me mates todavía con esa mirada tuya de reprobación. Pues, a ver… —se llevó una mano al mentón, pensativo. Al Uchiha le gustaba filosofar sobre aquel tipo de cuestiones, aunque no siempre uno encontraba al tipo adecuado para debatir—. Para empezar, creo que partimos de un supuesto imposible. Gouna jamás me ordenaría matar a un compañero, a no ser que ese compañero fuese un traidor… o un espía. Pero en el momento en que lo sé deja de ser un compañero para mí. Pero, no seré un capullo, y me mojaré. Lo que de verdad quieres saber es si mataría a un compañero sin saber qué ha hecho, ni los motivos que hay para matarle —supuso, el Uchiha—. Un tipo como Akame te diría que obedecería las órdenes sin dudarlo. Un tipo con carácter y personalidad propia —dijo, con voz pomposa, moviendo el pecho hinchado como si estuviese imitando a uno de esos tipos—, te dirían que ellos no, que ellos tomaban sus propias decisiones, y que nadie les obligaría a hacer algo que no creyesen correcto. Ni siquiera su propio Kage. Pero las palabras se las lleva el viento… ¡Me gustaría ver a esos valientes en esa situación, entre la espada y la pared, a ver si actúan tan noblemente como aseguran!
»Pero luego estoy yo… Un punto intermedio. ¿Qué haría? Sinceramente, no tengo ni idea —mintió, el Uchiha—. Supongo que matarle, Nabi. Soy un puto gennin. Si fuese jounnin… quién sabe. Pero somos los últimos eslabones de la cadena. Nosotros agachamos la cabeza y obedecemos. Al menos hasta que ascendamos. Es la que hay. Podemos quejarnos, pero eso no cambiará nada.
»¿Qué harías tú?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado