9/09/2017, 17:52
La segunda ronda del Torneo de los Dojos había concluido, y con su cierre; parte del público se iría a casa satisfecho con un buen par de grandes demostraciones de habilidad, en combates y emparejamientos que muy bien podrían haber sido una especie de final anticipada. Otro puñado de gente, sin embargo, seguro que quedarían decepcionados, por alguno que otro desenlace impensado. Y para desenlaces impensados, Kaido...
¿Y quién si no?
Su combate, el más extraño de todos. Grandes muestras de habilidades, mareas de papeles, potentes y súbitas técnicas de suiton; hikaridamas y estrategias varias. En aquel pulso él había tenido la ventaja, siendo el que hiriera a la mujer de papeles primero, y más fuerte. Sí, todo iba plenamente encaminado a que se llevase el combate, dejando muy clara su superioridad frente a ella. Hasta que, sucedió lo impensado.
Nadie sabría nunca el por qué. Fuera por la frustración de ir perdiendo, o por algún extraño delirio; aquella mujer de tatuajes se había quitado la vida en pleno enfrentamiento. Con sus propias armas de papel, que se hundieron sin contemplación en su pecho, rasgándole el corazón. Obligándola a ahogarse en su propia sangre y a, finalmente; morir.
Y por más que Kaido hubiese intentado actuar como si aquello hubiese sucedido, en parte, por su clara superioridad, lo cierto es que no tenía ni puta idea de lo que fuera que le hubiese llevado a Aiko a cometer suicidio. Y eso le había estado carcomiendo la cabeza desde su salida de la plataforma, hasta la noche que pasó en la enfermería cuidando sus heridas, y su posterior regreso a Nishinoya, donde ahora se encontraba.
Tirado en la grama de uno de los patios posteriores, con los brazos por detrás de la cabeza y la mirada perdida en el cielo. Un cielo abierto, luminoso y tan azul como su propia piel. Un cielo al que no estaba, ni estaría nunca acostumbrado. Ni él, ni los suyos.
¿Y quién si no?
Su combate, el más extraño de todos. Grandes muestras de habilidades, mareas de papeles, potentes y súbitas técnicas de suiton; hikaridamas y estrategias varias. En aquel pulso él había tenido la ventaja, siendo el que hiriera a la mujer de papeles primero, y más fuerte. Sí, todo iba plenamente encaminado a que se llevase el combate, dejando muy clara su superioridad frente a ella. Hasta que, sucedió lo impensado.
Nadie sabría nunca el por qué. Fuera por la frustración de ir perdiendo, o por algún extraño delirio; aquella mujer de tatuajes se había quitado la vida en pleno enfrentamiento. Con sus propias armas de papel, que se hundieron sin contemplación en su pecho, rasgándole el corazón. Obligándola a ahogarse en su propia sangre y a, finalmente; morir.
Y por más que Kaido hubiese intentado actuar como si aquello hubiese sucedido, en parte, por su clara superioridad, lo cierto es que no tenía ni puta idea de lo que fuera que le hubiese llevado a Aiko a cometer suicidio. Y eso le había estado carcomiendo la cabeza desde su salida de la plataforma, hasta la noche que pasó en la enfermería cuidando sus heridas, y su posterior regreso a Nishinoya, donde ahora se encontraba.
Tirado en la grama de uno de los patios posteriores, con los brazos por detrás de la cabeza y la mirada perdida en el cielo. Un cielo abierto, luminoso y tan azul como su propia piel. Un cielo al que no estaba, ni estaría nunca acostumbrado. Ni él, ni los suyos.