11/09/2017, 20:53
Mientras cierta joven se hinchaba el estómago con dulces y comida chatarra, algo pasó por debajo de la puerta, unas pocas hojas de papel con ciertas cosillas escritas que en la primera se podía divisar perfectamente una fotografía.
Nada raro a ojos de la Kageyama que una vez más vestía un conjunto bastante casual a falta del habitual suyo. Una playera blanca y un pantalón largo y negro, ambas prendas bien ceñidas a su cuerpo.
El solo ver la revista la hizo dejar de comer, técnicamente no tenía hambre, pero le faltaba para tener el estómago lleno y aun así, a medida que se acercaba a los papeles fue vislumbrando con mayor nitidez la fotografía, y con ello su expresión también se fue alterando.
De una mirada aburrida e inocente, la rubia pasó a tener una mirada fulminante, sus ojos se mostraban algo más pequeños e intimidantes, una sonrisa de medio lado perturbadora, y un ligero tick que en conjunto con un temblor generalizado de su cuerpo la hacía parecer una desquiciada a punto de realizar alguna locura.
Pero a pesar de todo, la rubia tomó los papeles y les echó un vistazo rápido y entendió lo que ocurría.
—Así que cagándote en los incapacitados —murmuró manteniendo aquella sádica expresión.
Sin decir más, la joven se dirigió con la revista en mano y con aspecto alegre hacia el sector de Nantōnoya donde los chicos participantes del torneo se alojaban. ¿Por qué allí? Porque en la revista figuraban dos nombres en particular, Hozuki Chokichi y… Datsue el Detective, aunque probablemente, por el Intrépido también se refería a él mismo.
En cualquier caso, Chokichi tenía vínculos con Datsue, así lo había descubierto por casualidad.
Kageyama Koko subió las escaleras, a paso pesado casi como si pretendiese que sus pasos se escuchasen por todo el edificio y avanzó por el pasillo. A la distancia pudo divisar la silueta de Akame ingresando a… Una habitación en particular. «¿La has leído también? »Pensó mientras acortaba distancias.
Era bastante obvio de suponer que el Uchiha se había adentrado en la habitación del otro Uchiha para pedir explicaciones. ¡Le estaban echando tanta o más mierda que a Noemi!
Antes de que alguno de los que estuviesen dentro de la habitación pudieran cerrar la dichosa puerta, Kageyama Koko se asomó con esa sonrisa que intentaba ser alegre pero solo resultó en una más intimidante.
—¡Buenas! —Saludó enérgica.
Para su sorpresa estaba también Riko, alcanzó a leer el nombre un par de veces, pero no tenía detalles. Lo que quería Koko era justamente aquello que vio tirado en el piso y reconoció fácilmente.
—Si no les molesta me llevaré la basura —afirmó y sin esperar invitación de nadie, se internó en el pequeño departamento de Datsue Uchiha.
La pecosa se acuclilló a un lado del desmayado Hozuki, lo levantó con cierta facilidad y se lo cargó al hombro, todo manteniendo su sonrisilla y sin poder controlar aquel tick y temblor que le había dado al ver la revista.
—Más tarde volveré, si no les molesta —comentó ya lista para desaparecer por donde había venido—. Y si molesto me vale.
Sin más que decir, la rubia desapareció con el Hozuki cargado al hombro, con rumbo a su habitación donde se encargaría de dejarle en claro que lo mejor para su integridad física sería dejar de meterse con ella y los Sakamoto, o las consecuencias podrían ser graves.
Nada raro a ojos de la Kageyama que una vez más vestía un conjunto bastante casual a falta del habitual suyo. Una playera blanca y un pantalón largo y negro, ambas prendas bien ceñidas a su cuerpo.
El solo ver la revista la hizo dejar de comer, técnicamente no tenía hambre, pero le faltaba para tener el estómago lleno y aun así, a medida que se acercaba a los papeles fue vislumbrando con mayor nitidez la fotografía, y con ello su expresión también se fue alterando.
De una mirada aburrida e inocente, la rubia pasó a tener una mirada fulminante, sus ojos se mostraban algo más pequeños e intimidantes, una sonrisa de medio lado perturbadora, y un ligero tick que en conjunto con un temblor generalizado de su cuerpo la hacía parecer una desquiciada a punto de realizar alguna locura.
Pero a pesar de todo, la rubia tomó los papeles y les echó un vistazo rápido y entendió lo que ocurría.
—Así que cagándote en los incapacitados —murmuró manteniendo aquella sádica expresión.
Sin decir más, la joven se dirigió con la revista en mano y con aspecto alegre hacia el sector de Nantōnoya donde los chicos participantes del torneo se alojaban. ¿Por qué allí? Porque en la revista figuraban dos nombres en particular, Hozuki Chokichi y… Datsue el Detective, aunque probablemente, por el Intrépido también se refería a él mismo.
En cualquier caso, Chokichi tenía vínculos con Datsue, así lo había descubierto por casualidad.
Kageyama Koko subió las escaleras, a paso pesado casi como si pretendiese que sus pasos se escuchasen por todo el edificio y avanzó por el pasillo. A la distancia pudo divisar la silueta de Akame ingresando a… Una habitación en particular. «¿La has leído también? »Pensó mientras acortaba distancias.
Era bastante obvio de suponer que el Uchiha se había adentrado en la habitación del otro Uchiha para pedir explicaciones. ¡Le estaban echando tanta o más mierda que a Noemi!
Antes de que alguno de los que estuviesen dentro de la habitación pudieran cerrar la dichosa puerta, Kageyama Koko se asomó con esa sonrisa que intentaba ser alegre pero solo resultó en una más intimidante.
—¡Buenas! —Saludó enérgica.
Para su sorpresa estaba también Riko, alcanzó a leer el nombre un par de veces, pero no tenía detalles. Lo que quería Koko era justamente aquello que vio tirado en el piso y reconoció fácilmente.
—Si no les molesta me llevaré la basura —afirmó y sin esperar invitación de nadie, se internó en el pequeño departamento de Datsue Uchiha.
La pecosa se acuclilló a un lado del desmayado Hozuki, lo levantó con cierta facilidad y se lo cargó al hombro, todo manteniendo su sonrisilla y sin poder controlar aquel tick y temblor que le había dado al ver la revista.
—Más tarde volveré, si no les molesta —comentó ya lista para desaparecer por donde había venido—. Y si molesto me vale.
Sin más que decir, la rubia desapareció con el Hozuki cargado al hombro, con rumbo a su habitación donde se encargaría de dejarle en claro que lo mejor para su integridad física sería dejar de meterse con ella y los Sakamoto, o las consecuencias podrían ser graves.