14/09/2017, 00:21
(Última modificación: 14/09/2017, 00:37 por Uchiha Datsue.)
La tranquilidad y serenidad con la que Koko tiró a su compañero de Aldea —al que por lo visto, había apalizado— como si se tratase tan solo de un saco de patatas le puso la piel de gallina. Cuando aun por encima le sonrió, y le acarició la mejilla donde el Uchiha tenía el moratón como si allí no hubiese pasado nada, logró incluso inquietarle. Luego vio que a Chokichi le faltaban un par de dientes, y entonces sí, se asustó.
«La madre que me… ¡Es una puta psicópata!»
El Uchiha corrió a ayudar a Chokichi, agachándose junto a él y pasando un brazo por encima de sus hombros. Lo aupó a la cama y le ayudó a sentarse, mientras se producía el típico sonido de una puerta al cerrarse.
—Eh, Chokichi, ¿estás bien? —Le tomó de la mandíbula con una mano para verle mejor la boca—. Joder, tío… hasta te ha partido un par de piños. La madre que me… ¿Cómo te encuentras? —era una pregunta estúpida, pero aún así se vio obligado a hacerla.
—Fue… fue… —su voz apenas era un murmullo, débil y quebradizo como un Kusareño—. Fue… ¡Fue increíble! —rugió de pronto, con un brillo en los ojos y una vitalidad que Datsue nunca había visto en él—. ¡Tendrías que haberlo visto, tío! Esas manos suaves y delicadas, castigándome, aporreándome… —Más que con rabia, lo decía con excitación—. Esos brazos, hinchados por el esfuerzo. El sudor empapándole la camiseta. Esos… —hizo un gesto con las manos, como si estuviese apretujando algo—. Oh, tío, ¡me puso como un toro!
Datsue se echó hacia atrás y compuso cara de asco.
—Me cago en la puta… ¡Tampoco hacía falta que entrases en detalles! —arrugó la nariz, mientras le miraba de arriba abajo. No se podía creer que hubiese disfrutado de semejante paliza—. Y yo que estaba preocupado por ti…
Chokichi se encogió de hombros.
—Soy Hozuki, ¿recuerdas? Lo que más me costó fue disimular... Porque fue orgásmico, tío. Te lo juro.
Datsue soltó una carcajada.
—Estás como una puta cabra —dijo, todavía entre risas—. En serio.
Chokichi también se permitió sonreír. Una sonrisa bobalicona e inocente, con dos huecos entre los dientes.
—Bueno, ¿y qué pasó con…? —su semblante cambió de pronto a su habitual gesto asustado—. ¿Con Akame?
Datsue suspiró.
—Pff… Pues mejor de lo que pensaba… y a la vez peor —se rascó la nuca—. Lo de repartir las revistas en la gran final del torneo a todos los espectadores… creo que es mejor cancelarlo. Y ya veré si la saco en la Villa.
Chokichi se levantó de golpe, arrugando el ceño.
—P-pero Datsue... ¡No puedes hacer eso!
El Uchiha alzó una ceja, extrañado.
—Pero si tú eras el que me decía que era mejor no hacerlo —respondió, confuso—. ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?
Hozuki se mordió la lengua y bajó la mirada, como si estuviese ocultando algo.
—Piensa en todo el dinero que ganarás… —dijo, tras unos segundos. El muy cabrón le conocía lo suficiente como para saber dónde apuntar—. ¡Arrasará en todos los quioscos!
—Sí, bueno… Ya veré —decidió finalmente, haciendo un aspaviento con la mano y dando por zanjado el tema.
Chokichi, que a cada segundo que pasaba estaba más rojo, no parecía por la labor de dejarlo así. Algo totalmente extraño en él, pues hasta ahora nunca le había discutido cosa alguna.
—N-no. Me niego —negaba con la cabeza una y otra vez, y tenía los nudillos blancos de tanto apretar. De pronto, le miró con firmeza—. ¡No! ¿Sabes lo que me costó pillarles in fraganti?
—¡Pero si te pasas el día espiando a la gente! —soltó una carcajada—. ¡Qué te iba a costar!
—M-me niego —Chokichi negó con la cabeza todavía con más ahínco que antes—. ¡Me niego! Si no lo publicas tú… ¡Entonces lo haré yo!
Datsue exhaló un suspiro y sonrió. Luego vio que no lo decía en broma, y la sonrisa se le borró de la cara.
—Sí, claro. Y luego le haces frente a Akame, ¿eh?
Por primera vez en la discusión, Chokichi pareció amilanarse. Dudar… Luego, un asomo de sonrisa se formó en sus labios. Un asomo que puso los pelos de punta a Datsue.
—No es mi nombre el que aparece en la revista. Ni fue a mí a quien vino a buscar. ¿De quién crees que sospechará? ¿Del asustadizo y cobarde de Chokichi? ¿O del codicioso Datsue el Intrépido? —soltó, y al Uchiha no le pasó desapercibido el retintín con el que dijo su apodo.
Datuse sonrió. Abrió la boca.... Y la volvió a cerrar. ¿Quién demonios era aquel chico, y qué había hecho con el verdadero Hozuki Chokichi? Era como si no le conociese. Como si hubiese estado usando una máscara todo aquel tiempo.
—Veo que has aprendido a usar esa lengua, ¿eh?
—Aprendí del mejor.
Datsue sonrió y avanzó un paso. ¡Muy tonto tenía que ser Chokichi para creer que un aficionado como él podría avasallarle!
—Bueno, quizá tengas razón en lo de Akame… —un brillo rojizo iluminó su mirada. El sharingan se formó en sus ojos—. Pero, ¿y de mí? ¿No temes?
Chokichi le miró con extrañeza, como si no entendiese lo que le estaba preguntando.
—Oh, pero tú nunca me harías daño, Datsue-kun —aseguró, con voz de cordero. Datsue frunció el ceño. No entendía a que se estaba…—. Tú mismo lo dijiste. Me gusta espiar… —se inclinó hacia él y bajó la voz:—, y también tomar fotos, ¿recuerdas?
Datsue abrió la boca para replicar, pero en su lugar la mantuvo así, abierta, incapaz de articular palabra. De pronto, un recuerdo lejano inundó su memoria como un fogonazo. Se encontraba en Yamiria, en la tienda de armas que compartía, a escondidas, con su socio Okane. Recordó que se encontraban haciendo una transacción de dudosa legalidad. Y recordó el flash, un destello fuerte y cegador que llegó de la nada. En aquel momento, pensó que había sido el reflejo de un simple metal.
Pero ahora…
Chokichi pareció reconocer la revelación que se había producido en la mente de Datsue.
—Tranquilo, solo fue para cubrirme las espaldas. Por si te pasabas… —avanzó un paso, y esta vez fue Datsue quien se vio obligado a retroceder otro—, de la raya. Con un tipo como tú siempre es mejor tener las espaldas cubiertas, ¿eh? —le guiñó un ojo—. Y sino que se lo pregunten a Eri.
Sin darle tiempo a réplica, le dio la espalda y avanzó hasta la ventana. Datsue quiso pegarle. Quiso atizarle tanto o más a como le había dado Koko. Pero aquel cabrón tenía razón en una cosa: ahora tenía las espaldas protegidas. Protegidas por una foto. Una prueba que le podía llevar a la perdición.
—Me llevo esto —dijo, agachándose por el camino para tomar la revista que se le había caído a Akame—. Lo necesitaré para hacer las copias en la Villa —pasó por el hueco de la ventana y se colgó del marco. Ni siquiera se dignó a mirarle—. Adiós, Datsue-kun.
«La madre que me… ¡Es una puta psicópata!»
El Uchiha corrió a ayudar a Chokichi, agachándose junto a él y pasando un brazo por encima de sus hombros. Lo aupó a la cama y le ayudó a sentarse, mientras se producía el típico sonido de una puerta al cerrarse.
—Eh, Chokichi, ¿estás bien? —Le tomó de la mandíbula con una mano para verle mejor la boca—. Joder, tío… hasta te ha partido un par de piños. La madre que me… ¿Cómo te encuentras? —era una pregunta estúpida, pero aún así se vio obligado a hacerla.
—Fue… fue… —su voz apenas era un murmullo, débil y quebradizo como un Kusareño—. Fue… ¡Fue increíble! —rugió de pronto, con un brillo en los ojos y una vitalidad que Datsue nunca había visto en él—. ¡Tendrías que haberlo visto, tío! Esas manos suaves y delicadas, castigándome, aporreándome… —Más que con rabia, lo decía con excitación—. Esos brazos, hinchados por el esfuerzo. El sudor empapándole la camiseta. Esos… —hizo un gesto con las manos, como si estuviese apretujando algo—. Oh, tío, ¡me puso como un toro!
Datsue se echó hacia atrás y compuso cara de asco.
—Me cago en la puta… ¡Tampoco hacía falta que entrases en detalles! —arrugó la nariz, mientras le miraba de arriba abajo. No se podía creer que hubiese disfrutado de semejante paliza—. Y yo que estaba preocupado por ti…
Chokichi se encogió de hombros.
—Soy Hozuki, ¿recuerdas? Lo que más me costó fue disimular... Porque fue orgásmico, tío. Te lo juro.
Datsue soltó una carcajada.
—Estás como una puta cabra —dijo, todavía entre risas—. En serio.
Chokichi también se permitió sonreír. Una sonrisa bobalicona e inocente, con dos huecos entre los dientes.
—Bueno, ¿y qué pasó con…? —su semblante cambió de pronto a su habitual gesto asustado—. ¿Con Akame?
Datsue suspiró.
—Pff… Pues mejor de lo que pensaba… y a la vez peor —se rascó la nuca—. Lo de repartir las revistas en la gran final del torneo a todos los espectadores… creo que es mejor cancelarlo. Y ya veré si la saco en la Villa.
Chokichi se levantó de golpe, arrugando el ceño.
—P-pero Datsue... ¡No puedes hacer eso!
El Uchiha alzó una ceja, extrañado.
—Pero si tú eras el que me decía que era mejor no hacerlo —respondió, confuso—. ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?
Hozuki se mordió la lengua y bajó la mirada, como si estuviese ocultando algo.
—Piensa en todo el dinero que ganarás… —dijo, tras unos segundos. El muy cabrón le conocía lo suficiente como para saber dónde apuntar—. ¡Arrasará en todos los quioscos!
—Sí, bueno… Ya veré —decidió finalmente, haciendo un aspaviento con la mano y dando por zanjado el tema.
Chokichi, que a cada segundo que pasaba estaba más rojo, no parecía por la labor de dejarlo así. Algo totalmente extraño en él, pues hasta ahora nunca le había discutido cosa alguna.
—N-no. Me niego —negaba con la cabeza una y otra vez, y tenía los nudillos blancos de tanto apretar. De pronto, le miró con firmeza—. ¡No! ¿Sabes lo que me costó pillarles in fraganti?
—¡Pero si te pasas el día espiando a la gente! —soltó una carcajada—. ¡Qué te iba a costar!
—M-me niego —Chokichi negó con la cabeza todavía con más ahínco que antes—. ¡Me niego! Si no lo publicas tú… ¡Entonces lo haré yo!
Datsue exhaló un suspiro y sonrió. Luego vio que no lo decía en broma, y la sonrisa se le borró de la cara.
—Sí, claro. Y luego le haces frente a Akame, ¿eh?
Por primera vez en la discusión, Chokichi pareció amilanarse. Dudar… Luego, un asomo de sonrisa se formó en sus labios. Un asomo que puso los pelos de punta a Datsue.
—No es mi nombre el que aparece en la revista. Ni fue a mí a quien vino a buscar. ¿De quién crees que sospechará? ¿Del asustadizo y cobarde de Chokichi? ¿O del codicioso Datsue el Intrépido? —soltó, y al Uchiha no le pasó desapercibido el retintín con el que dijo su apodo.
Datuse sonrió. Abrió la boca.... Y la volvió a cerrar. ¿Quién demonios era aquel chico, y qué había hecho con el verdadero Hozuki Chokichi? Era como si no le conociese. Como si hubiese estado usando una máscara todo aquel tiempo.
—Veo que has aprendido a usar esa lengua, ¿eh?
—Aprendí del mejor.
Datsue sonrió y avanzó un paso. ¡Muy tonto tenía que ser Chokichi para creer que un aficionado como él podría avasallarle!
—Bueno, quizá tengas razón en lo de Akame… —un brillo rojizo iluminó su mirada. El sharingan se formó en sus ojos—. Pero, ¿y de mí? ¿No temes?
Chokichi le miró con extrañeza, como si no entendiese lo que le estaba preguntando.
—Oh, pero tú nunca me harías daño, Datsue-kun —aseguró, con voz de cordero. Datsue frunció el ceño. No entendía a que se estaba…—. Tú mismo lo dijiste. Me gusta espiar… —se inclinó hacia él y bajó la voz:—, y también tomar fotos, ¿recuerdas?
Datsue abrió la boca para replicar, pero en su lugar la mantuvo así, abierta, incapaz de articular palabra. De pronto, un recuerdo lejano inundó su memoria como un fogonazo. Se encontraba en Yamiria, en la tienda de armas que compartía, a escondidas, con su socio Okane. Recordó que se encontraban haciendo una transacción de dudosa legalidad. Y recordó el flash, un destello fuerte y cegador que llegó de la nada. En aquel momento, pensó que había sido el reflejo de un simple metal.
Pero ahora…
Chokichi pareció reconocer la revelación que se había producido en la mente de Datsue.
—Tranquilo, solo fue para cubrirme las espaldas. Por si te pasabas… —avanzó un paso, y esta vez fue Datsue quien se vio obligado a retroceder otro—, de la raya. Con un tipo como tú siempre es mejor tener las espaldas cubiertas, ¿eh? —le guiñó un ojo—. Y sino que se lo pregunten a Eri.
Sin darle tiempo a réplica, le dio la espalda y avanzó hasta la ventana. Datsue quiso pegarle. Quiso atizarle tanto o más a como le había dado Koko. Pero aquel cabrón tenía razón en una cosa: ahora tenía las espaldas protegidas. Protegidas por una foto. Una prueba que le podía llevar a la perdición.
—Me llevo esto —dijo, agachándose por el camino para tomar la revista que se le había caído a Akame—. Lo necesitaré para hacer las copias en la Villa —pasó por el hueco de la ventana y se colgó del marco. Ni siquiera se dignó a mirarle—. Adiós, Datsue-kun.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado