15/09/2017, 20:19
Mogura, como le era de costumbre; respondió a las intervenciones de Kaido con la cordialidad y la rectitud que tanto le caracterizaba. Parsimonioso, educado y galante, tan firme como su espantoso peinado engominado.
—Watasashi-san fue quien me sacó del torneo, con un solo ataque —apuntó el médico, desvelándole al escualo algo nuevo para él. Hasta entonces no tenía ni idea de quién había sido el previo contrincante de Aiko ni cómo se había suscitado ese duelo—. por supuesto que iba a ver su siguiente combate, esperaba que le fuese igual de bien, a decir verdad.
—Pues le tocó contra mí, compañero. No le iba a ir tan bien si era yo el que tenía en frente, ¿vale?; aunque debo admitir que por un momento sí que llegué a preocuparme. Esos papeles de mierda, joder... eran todo un dolor de cabeza. Pero mira, de alguna forma me las arreglé para hacerle daño. ¿Y luego?
¡Luego se volvió loca! —espetó, un tanto agobiado. No llegaría a entenderlo salvo que alguien le esclareciese sobre lo acontecido, y algo en su subconsciente le decía que Manase Mogura, el médico de Amegakure, era el indicado para tan ansiada tarea—. tu lo viste. Se desgarró el maldito corazón, todo por sus estúpidos delirios de inmortalidad. Tú eres médico, Mogura-san; dime: ¿seguro padecía de algún trastorno psicológico, cierto?
Miró convenientemente a su interlocutor, y Mogura pudo ver la disconformidad y la confusión en sus ojos.
Sí, tiene que ser eso. Porque, vale, en éste mundo hay cosas muy extrañas, incluyéndome. Pero que alguien sea inmortal, no... no puede ser cierto.
—Watasashi-san fue quien me sacó del torneo, con un solo ataque —apuntó el médico, desvelándole al escualo algo nuevo para él. Hasta entonces no tenía ni idea de quién había sido el previo contrincante de Aiko ni cómo se había suscitado ese duelo—. por supuesto que iba a ver su siguiente combate, esperaba que le fuese igual de bien, a decir verdad.
—Pues le tocó contra mí, compañero. No le iba a ir tan bien si era yo el que tenía en frente, ¿vale?; aunque debo admitir que por un momento sí que llegué a preocuparme. Esos papeles de mierda, joder... eran todo un dolor de cabeza. Pero mira, de alguna forma me las arreglé para hacerle daño. ¿Y luego?
¡Luego se volvió loca! —espetó, un tanto agobiado. No llegaría a entenderlo salvo que alguien le esclareciese sobre lo acontecido, y algo en su subconsciente le decía que Manase Mogura, el médico de Amegakure, era el indicado para tan ansiada tarea—. tu lo viste. Se desgarró el maldito corazón, todo por sus estúpidos delirios de inmortalidad. Tú eres médico, Mogura-san; dime: ¿seguro padecía de algún trastorno psicológico, cierto?
Miró convenientemente a su interlocutor, y Mogura pudo ver la disconformidad y la confusión en sus ojos.
Sí, tiene que ser eso. Porque, vale, en éste mundo hay cosas muy extrañas, incluyéndome. Pero que alguien sea inmortal, no... no puede ser cierto.