4/12/2017, 18:41
«Maldición, Datsue-kun...»
Akame tuvo que reprimir un gesto de molestia al ver cómo su Hermano tiraba por tierra la primera oportunidad que se les había presentado para ganar algo de estatus dentro del Molino Rojo. El Uchiha sabía poco acerca de aquellos locales, pero sí entendía que en lugares como ese sólo había una forma de escalar dentro de la pirámide —metafórica y literal—; el dinero. Por suerte para ellos, su Hermano había demostrado ser bien capaz de proveer de un atajo para sortear aquel escollo.
Una vez las camareras les abandonaron a su suerte, Akame se acercó a su compadre.
—Será mucho más fácil subir hasta allí si ven que no tenemos reparos a la hora de aflojar la mosca —le susurró, intentando hacerle entender.
Sea como fuere, ambos ninjas tomaron asiento, todavía en sus disfraces. Datsue tenía tanto control de chakra como él, y eso Akame lo sabía; pero aun así dudaba de cuánto tiempo serían capaces de mantener el Henge antes de que el cansancio mental hiciera mella en ellos.
—Sea como sea, tenemos que pensar rápido. Estas capas no nos van a durar toda la noche —advirtió el más mayor de los Hermanos—. ¿Dónde está tu maldito contacto? —preguntó de nuevo, apremiante.
Cada segundo del reloj corría en contra de su peculiar misión.
Akame tuvo que reprimir un gesto de molestia al ver cómo su Hermano tiraba por tierra la primera oportunidad que se les había presentado para ganar algo de estatus dentro del Molino Rojo. El Uchiha sabía poco acerca de aquellos locales, pero sí entendía que en lugares como ese sólo había una forma de escalar dentro de la pirámide —metafórica y literal—; el dinero. Por suerte para ellos, su Hermano había demostrado ser bien capaz de proveer de un atajo para sortear aquel escollo.
Una vez las camareras les abandonaron a su suerte, Akame se acercó a su compadre.
—Será mucho más fácil subir hasta allí si ven que no tenemos reparos a la hora de aflojar la mosca —le susurró, intentando hacerle entender.
Sea como fuere, ambos ninjas tomaron asiento, todavía en sus disfraces. Datsue tenía tanto control de chakra como él, y eso Akame lo sabía; pero aun así dudaba de cuánto tiempo serían capaces de mantener el Henge antes de que el cansancio mental hiciera mella en ellos.
—Sea como sea, tenemos que pensar rápido. Estas capas no nos van a durar toda la noche —advirtió el más mayor de los Hermanos—. ¿Dónde está tu maldito contacto? —preguntó de nuevo, apremiante.
Cada segundo del reloj corría en contra de su peculiar misión.