12/12/2017, 12:33
—¡Claro que no son de verdad, idiota! —repuso Daruu, y le golpeó amistosamente con la espada en el hombro, que hizo un pequeño ploc. No sólo no eran de verdad, sino que eran de goma, de modo que más o menos podían hacer el tonto con ellas como quisieran. Daruu depositó la espada de fuego en el baúl y siguió rebuscando junto a Ayame.
La muchacha tomó una lanza súper larga, ondulada, totalmente irrealista, que acababa en un filo de plástico increíblemente parecido al cristal.
—¡Parece de hielooooo! ¡Mírame! ¡Soy Kōri, El Hielo! Perdón. Soy Kōri, el Hielo —bromeó Ayame, imitando la apatía habitual de su hermano.
Daruu rio tanto que tuvo que apoyarse en el baúl para no caerse.
—¡Voy a probarme el traje! —canturreó—. No, si ya verás, al final nos lo pasaremos bien.
Al girarse para dirigirse a los probadores, le pareció ver cómo la puerta de salida se cerraba. Pero... ¿había sido su imaginación? Sí, debió de ser eso.
Lejos, en el pasillo de entrada, una figura blanca caminaba rápidamente en la otra dirección.
«Yo... Yo no soy así. No soy tan inexpresivo. ¿No?»
Daruu volvió después de cinco minutos con un traje que se adaptaba perfectamente a su cuerpo. Era negro como el tizón, pero tenía evidentes adornos cerca de las rodillas, la cintura, los codos y el cuello que reflejaban la luz, probablemente para que el público pudiera seguir sus movimientos. Tenía una máscara típica que cubría el cuerpo y la cara hasta por encima de la nariz.
—Cuesta un poco respirar con esto...
La muchacha tomó una lanza súper larga, ondulada, totalmente irrealista, que acababa en un filo de plástico increíblemente parecido al cristal.
—¡Parece de hielooooo! ¡Mírame! ¡Soy Kōri, El Hielo! Perdón. Soy Kōri, el Hielo —bromeó Ayame, imitando la apatía habitual de su hermano.
Daruu rio tanto que tuvo que apoyarse en el baúl para no caerse.
—¡Voy a probarme el traje! —canturreó—. No, si ya verás, al final nos lo pasaremos bien.
Al girarse para dirigirse a los probadores, le pareció ver cómo la puerta de salida se cerraba. Pero... ¿había sido su imaginación? Sí, debió de ser eso.
Lejos, en el pasillo de entrada, una figura blanca caminaba rápidamente en la otra dirección.
«Yo... Yo no soy así. No soy tan inexpresivo. ¿No?»
Daruu volvió después de cinco minutos con un traje que se adaptaba perfectamente a su cuerpo. Era negro como el tizón, pero tenía evidentes adornos cerca de las rodillas, la cintura, los codos y el cuello que reflejaban la luz, probablemente para que el público pudiera seguir sus movimientos. Tenía una máscara típica que cubría el cuerpo y la cara hasta por encima de la nariz.
—Cuesta un poco respirar con esto...