15/12/2017, 00:58
Ayame formó sus propios clones de agua, y, como dos pequeños ejércitos, comenzaron a pelear. Daruu observaba la refriega con atención, virando la mirada de uno a otro, pero sobretodo vigilando a una Ayame que podía intentar cualquier cosa. Empezó a formular un sello del tigre para ejecutar un Suigadan cuando detectó un movimiento en los brazos de la kunoichi. La original.
Y de un momento a otro... ¡zas! Ayame apareció delante de él. Daruu reaccionó por pura inercia impulsándose con las piernas hacia atrás —todavía estaba acuclillado— y empujando a Ayame con un Hakke Kushō con la mano derecha. Esto la haría chocar contra la marabunta de clones. Entonces, formuló el sello del tigre, y el mencionado taladro de agua —con punta redonda y de giro lento— golpearía a la muchacha.
Y a Daruu le daría la extraña sensación... de que estaban luchando en lugar de hacer una coreografía.
—¡Pero me quieres contestar, hostia! ¡Deja de intentar pegarme! ¡Que tenemos que hacer un baile, no acabar como aquella vez en los Dojos!
Y de un momento a otro... ¡zas! Ayame apareció delante de él. Daruu reaccionó por pura inercia impulsándose con las piernas hacia atrás —todavía estaba acuclillado— y empujando a Ayame con un Hakke Kushō con la mano derecha. Esto la haría chocar contra la marabunta de clones. Entonces, formuló el sello del tigre, y el mencionado taladro de agua —con punta redonda y de giro lento— golpearía a la muchacha.
Y a Daruu le daría la extraña sensación... de que estaban luchando en lugar de hacer una coreografía.
—¡Pero me quieres contestar, hostia! ¡Deja de intentar pegarme! ¡Que tenemos que hacer un baile, no acabar como aquella vez en los Dojos!