17/12/2017, 22:50
(Última modificación: 17/12/2017, 22:52 por Uchiha Akame.)
Los ojos del Uchiha se movieron, audaces e inquisitivos, de las manos de Shinjaka a los billetes, luego a la bolsa donde éste los metía, y finalmente hasta Meiharu. «No, esto no está bien». Akame entrecerró los ojos y se cruzó de brazos. No es que tuviese miedo de afrontar una partida de Hanafuda con los tipos más ricos e influenyes de Tanzaku Gai, ni que desdeñara la compañía de aquella apetecible dama. No señor. Tampoco era desconfianza en sus propias habilidades; se veía capaz de salir victorioso de aquel envite. Era, simplemente, que en su cabeza se había forjado un esquema completo de plan...
Y él no lo encontraba óptimo.
Datsue siempre había sido —indiscutiblemente— mucho más habilidoso que él con las relaciones sociales. «Y de eso trata esta partida», se dijo el Uchiha. Él, por otra parte, era considerablemente mejor en los interrogatorios. No porque fuese más diestro, locuaz o inteligente que su Hermano... Simplemente, porque carecía de su compasión.
Cuando Shinjaka anunció el siguiente paso y Akame ya pudo oler el embriagador perfume de Meiharu a su lado, el genin alzó la mano derecha con gesto autoritario buscando una pausa en el suceder de las cosas.
—Debe ser al revés —afirmó, sereno—. Si nos preguntan quién es mejor jugando a las cartas, entonces la respuesta es que yo lo soy... Pero, si la cuestión trata sobre quién es más habilidoso moviéndose en entornos sociales desconocidos —miró a Datsue—, entonces eso debe hacerlo mi Hermano. Nuestro objetivo aquí no es ganar dinero sino información, y la forma más eficiente de conseguirlo es que yo me ocupe del interrogatorio y Datsue-kun de la timba.
»Sólo sepan que su dinero no estará tan seguro —agregó, soltando una carcajada seca luego de su propio chiste.
Nada más terminar de hablar buscó las miradas de Datsue, Meiharu y Shinjaka —por ese orden— para intentar dilucidar cuánta aceptación había tenido en ellos aquel cambio de rumbo.
Y él no lo encontraba óptimo.
Datsue siempre había sido —indiscutiblemente— mucho más habilidoso que él con las relaciones sociales. «Y de eso trata esta partida», se dijo el Uchiha. Él, por otra parte, era considerablemente mejor en los interrogatorios. No porque fuese más diestro, locuaz o inteligente que su Hermano... Simplemente, porque carecía de su compasión.
Cuando Shinjaka anunció el siguiente paso y Akame ya pudo oler el embriagador perfume de Meiharu a su lado, el genin alzó la mano derecha con gesto autoritario buscando una pausa en el suceder de las cosas.
—Debe ser al revés —afirmó, sereno—. Si nos preguntan quién es mejor jugando a las cartas, entonces la respuesta es que yo lo soy... Pero, si la cuestión trata sobre quién es más habilidoso moviéndose en entornos sociales desconocidos —miró a Datsue—, entonces eso debe hacerlo mi Hermano. Nuestro objetivo aquí no es ganar dinero sino información, y la forma más eficiente de conseguirlo es que yo me ocupe del interrogatorio y Datsue-kun de la timba.
»Sólo sepan que su dinero no estará tan seguro —agregó, soltando una carcajada seca luego de su propio chiste.
Nada más terminar de hablar buscó las miradas de Datsue, Meiharu y Shinjaka —por ese orden— para intentar dilucidar cuánta aceptación había tenido en ellos aquel cambio de rumbo.