9/01/2018, 12:37
(Última modificación: 9/01/2018, 15:10 por Uzumaki Eri.)
Ayame parecía igual de asombrada que ella, y ambas, sin saber qué decir, se miraron fijamente hasta que Ayame fue la que terminó por romper ese silencio, liderado por una gran sonrisa surcándole el rostro.
—¡Sí! ¡Felicidades, Eri-san, lo has conseguido!
—¡Lo hemos conseguido! —corrigió la pelirroja dando pequeños botes y acercándose a Ayame, abrazándola en el acto —. ¡Gracias, gracias Ayame-san! —agradecía una y otra vez la de Uzushiogakure, llena de una felicidad indescriptible en su interior y aún con lágrimas en los ojos —. ¡Eres genial!
Pero Ayame tenía otra cosa en la cabeza.
—Es una pena que no hayan clasificado también a Patsue-san... él también lo hizo muy bien con esas canciones tan divertidas.
Rápidamente dejó de saltar y se separó de la joven, quedándose unos momentos pensativa. Datsue no se había clasificado a pesar de lo bien que había actuado, ¿por qué? Pregunta sin resolver, sin lugar a dudas. Una de las teorías que llegó a ella fue que el jurado no se tomó en serio su actuación, pero más allá de eso, debería haberse alzado con el primer premio.
—Seguramente fue algo de los jueces, porque él lo hizo muy bien —compartió Eri mientras miraba hacia todos los lados, por si acaso Datsue había vuelto a aparecer sin avisar —. Pero no pasa nada, Datsue va de un lado a otro haciendo estas cosas, así que no estará triste, no te preocupes —alegó la chica con una sonrisa.
Luego miró hacia el escenario donde Kagami Chio recibía el trofeo con forma de nota musical bañado en pintura dorada, quien lo alzaba con las mejillas sonrosadas y una sonrisa radiante en la cara. Eri no pudo evitar ensanchar su sonrisa y luego volvió a mirar a Ayame.
—Creo que aquí se acaba nuestro pequeño equipo, Ayame-san —dijo con un tono apenado la kunoichi del Remolino —. Ojalá pudiese compensártelo de alguna manera, así que si quieres algo, lo que sea, pídemelo, ¿vale?
—¡Sí! ¡Felicidades, Eri-san, lo has conseguido!
—¡Lo hemos conseguido! —corrigió la pelirroja dando pequeños botes y acercándose a Ayame, abrazándola en el acto —. ¡Gracias, gracias Ayame-san! —agradecía una y otra vez la de Uzushiogakure, llena de una felicidad indescriptible en su interior y aún con lágrimas en los ojos —. ¡Eres genial!
Pero Ayame tenía otra cosa en la cabeza.
—Es una pena que no hayan clasificado también a Patsue-san... él también lo hizo muy bien con esas canciones tan divertidas.
Rápidamente dejó de saltar y se separó de la joven, quedándose unos momentos pensativa. Datsue no se había clasificado a pesar de lo bien que había actuado, ¿por qué? Pregunta sin resolver, sin lugar a dudas. Una de las teorías que llegó a ella fue que el jurado no se tomó en serio su actuación, pero más allá de eso, debería haberse alzado con el primer premio.
—Seguramente fue algo de los jueces, porque él lo hizo muy bien —compartió Eri mientras miraba hacia todos los lados, por si acaso Datsue había vuelto a aparecer sin avisar —. Pero no pasa nada, Datsue va de un lado a otro haciendo estas cosas, así que no estará triste, no te preocupes —alegó la chica con una sonrisa.
Luego miró hacia el escenario donde Kagami Chio recibía el trofeo con forma de nota musical bañado en pintura dorada, quien lo alzaba con las mejillas sonrosadas y una sonrisa radiante en la cara. Eri no pudo evitar ensanchar su sonrisa y luego volvió a mirar a Ayame.
—Creo que aquí se acaba nuestro pequeño equipo, Ayame-san —dijo con un tono apenado la kunoichi del Remolino —. Ojalá pudiese compensártelo de alguna manera, así que si quieres algo, lo que sea, pídemelo, ¿vale?