12/01/2018, 11:49
—La verdad es que no —respondió Eri, y Ayame no pudo evitar soltar una ligera carcajada—. Así que no sé dónde estamos yendo, solo espero encontrar algún sitio pronto, ¿y tú?
—Es decir, que ahora mismo dependemos del azar —comentó, risueña. No sabía por qué exactamente, pero al ver a Eri tan segura por las calles de Tanzaku, había llegado a suponer que no era la primera vez que visitaba aquella ciudad. Era evidente que se equivocaba, ambas eran igual de novatas en aquel ámbito—. Yo tampoco.
Siguieron charlando de cosas sin importancia mientras continuaban su errático deambular. Al final, después de pasar varios establecimientos cerrados, encontraron lo que buscaban. Se trataba de un local cuyo letrero, iluminado por un foco de luz blanca, rezaba: "Cafetería Teté". Al entrar en él, el inconfundible aroma y calidez del café las acogió. No era un establecimiento muy grande, las paredes eran de una rústica madera de color oscuro, pero sin duda resultaba acogedor. Ayame miró alrededor, curiosa, y enseguida encontró una mesa para dos junto a la ventana.
—Vamos a ver qué tienen. Espero que no sea sólo café... —comentó, tomando la carta.
—Es decir, que ahora mismo dependemos del azar —comentó, risueña. No sabía por qué exactamente, pero al ver a Eri tan segura por las calles de Tanzaku, había llegado a suponer que no era la primera vez que visitaba aquella ciudad. Era evidente que se equivocaba, ambas eran igual de novatas en aquel ámbito—. Yo tampoco.
Siguieron charlando de cosas sin importancia mientras continuaban su errático deambular. Al final, después de pasar varios establecimientos cerrados, encontraron lo que buscaban. Se trataba de un local cuyo letrero, iluminado por un foco de luz blanca, rezaba: "Cafetería Teté". Al entrar en él, el inconfundible aroma y calidez del café las acogió. No era un establecimiento muy grande, las paredes eran de una rústica madera de color oscuro, pero sin duda resultaba acogedor. Ayame miró alrededor, curiosa, y enseguida encontró una mesa para dos junto a la ventana.
—Vamos a ver qué tienen. Espero que no sea sólo café... —comentó, tomando la carta.